°•6•° 𝑬𝒍 𝒑𝒆𝒐𝒓 𝒆𝒏𝒆𝒎𝒊𝒈𝒐

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Decidió llevar su pijama favorita, esa que le regalaron sus padres en su cumpleaños, porque era muy cómoda. Metió a su mochila celeste todo lo necesario para pasar esa noche en la casa de Niki, estarían ellos solos porque los padres de este estarían ausentes por su trabajo.
En su caso era casi lo mismo, su madre trabajaba toda la semana y descansaba los fines, por otro lado su padre estaba en días aleatorios en casa, pero cuando ambos coincidían en su día de descanso era un caos total. Los problemas que llegaban a tener los hacía discutir, Sunoo huía de inmediato cuando eso pasaba. «Si tal vez sus padres se separaran, eso sería lo mejor», pensaba. Sin embargo, estos parecían no querer llegar todavía a eso así que solo se reconciliaban como si nada hubiera pasado, como si fueran una familia normal.
La razón principal por la que sería en la casa de Niki era por lo silenciosa que estaba siempre y porque no quería estar en la suya. Tampoco había problema con pasar la noche afuera, sus padres le daban permiso de todo, casi todo menos hacer algo que perjudicará la reputación de su familia, si es que podían presumir de alguna.
La coincidencia más divertida que encontró entre Sunghoon, Niki y él es que los tres son hijos únicos, no había hermanos molestos que tuvieran que cuidar o por los que fueran cuidados.

Cerró la mochila tan pronto acabó de meter todas sus cosas y revisó su celular que dejó en la cama, notó sus miles de notificaciones provenientes en su mayoría de aplicaciones que no utilizaba y otras cuantas de mensajes que tenía acumulados de Jungwon, otros del castaño con el que se reuniría que pensaba responder ya, pero ninguno de Sunghoon. Suspiró y aventó el celular de vuelta a su cama solo que esta vez no cayó en ella porque rebotó hacia el suelo.

—¡No, mi teléfono no! —gritó con todas las intenciones de salvar su preciado objeto, mas fue demasiado tarde. Este impactó en el suelo dejando un sonoro ruido.

Corrió a revisarlo y al intentar encenderlo, la pantalla no respondió, esta se encontraba rota y no prendía para nada. Ahora ya no podía avisarle a Niki que estaba a punto de salir rumbo a su casa, tal como habían acordado la noche anterior.
No tenía otro teléfono y sus padres recién habían salido y no tenía idea de cuando volverían, necesitaba irse ya.

Se le ocurrió una idea, una descabellada idea: pedirle a Sunghoon que le prestará su celular.
Aunque su vecino no diera indicios de sentir algo por él más allá de su amor de amigos, tenía una leve esperanza de que eso cambiaría en algún punto. Él pondría mucho esfuerzo para que las cosas se dieran, no obstante, actualmente no podía hacer ningún movimiento con toda la situación surgida entre Niki y él.
En pocas palabras, no quería que su persona especial se enterara sobre sus interacciones con Niki, pero no tenía otra opción.

Con la mochila puesta, cerró su habitación y revisó su aspecto en el gran espejo que estaba al final del pasillo. Llevaba una sudadera morada bastante abrigadora por el frío clima de noviembre y un pantalón de corte recto que le daba comodidad. Se tomó un momento para revisar su cabello, lo acomodaba siempre de la misma manera pero hoy sobresalían unas cuantas hebras oscuras que no querían quedarse quietas. Lo dejó ser sin importarle lo desordenado que se podía llegar a ver.

Salió de su casa y caminó todo lo que la extensión de su jardín abarcaba con pasos lentos no queriendo llegar a su destino, la casa de al lado casi idéntica a la suya, debido al sentimiento de traición que comenzaba a surgir en lo más profundo de su pecho. No tenía ninguna relación con Sunghoon más allá de su amistad pero justo ahora se sentía como el infiel más grande de la historia, como si salir con Niki fuera sinónimo de engaño.
Una vez llegó a la entrada tardó unos cuantos minutos para prepararse a llamar a la puerta, estaba pensando en la excusa que podía darle, mas dentro de todas las posibles ninguna sonaba creíble.

«Ser sincero siempre es lo mejor», se repitió mentalmente, y oprimió el timbre de la casa.

Tardaron varios segundos en abrir, posiblemente casi un minuto, hasta que finalmente el chico de brillante apariencia se asomó por la puerta café. Su rostro parecía somnoliento, tal vez estaba dormido y él lo había despertado, aunque de ser ese el caso, no se explicaba cómo es que pudo abrirle tan rápido.
Sus oscuros ojos estaban medio cerrados y se notaba la incomodidad que sentía por la deslumbrante luz de las doce de la tarde, estaba abrigado con un suéter rojo de un material bastante grueso y llevaba unos pans azul marino. Lo estaba viendo, pero su expresión no cambió en lo más mínimo. Si fuera él el que le abriera la puerta a Sunghoon en un estado similar, estaría rojo de la vergüenza de que lo viera en un estado similar, aunque justo ahora no parecía el indicado para hablar ya que su apariencia no estaba en las mejores condiciones. A diferencia de él, Sunghoon se veía tan bien con cualquier cosa que llevara puesta, de eso estaba bastante seguro.

Hopeless Love                                       °•🅂🅄🄽🄶🅂🅄🄽°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora