Llegas a la fiesta acompañada de Connie.
Si no se hubiese tomado con tanta calma llegar hasta aquí, habríais llegado antes de que la habitación estuviera llena de gente.
El olor de la comida y el alcohol inundó la habitación, además del calor de la gente que bailaba alrededor. No importa, tu intención no es emborracharte esta noche. Lanzas una mirada disimuladamente al Capitán Levi, que se encuentra apoyado en la pared de la esquina más alejada de la habitación, junto a Hange.
Las mejillas de la teniente estaban un poco sonrojadas y arrastraba las palabras, señalando una daga que Levi les estaba mostrando. Parecían ambos borrachos, pero sorprendentemente, Levi aún estaba sobrio. Envainó su daga y se cruzó de brazos.
En ese momento, tu amigo te sacó de tu ensimismamiento.
—Me muero de hambre.— Se quejó, alcanzando bruscamente la primera bandeja de canapés que vio en la mesa de la habitación.
Te sentaste en un banco, suspirando lentamente, te cuestionaste muchas cosas, pero sin decir nada en voz alta. Observando a aquellos que merodeaban por la habitación, pero no viste nada relevante.
Las típicas y tediosas conversaciones fluctuaban entre los grupos, pero se vieron interrumpidas cuando un chico, Jean decidió que había tenido suficiente de aquella monótona charla. Quería divertirse. Tú también.
—Dime, chica nueva. ¿Te crees muy dura?— Sonrió. Le devolviste la sonrisa.
—Tal vez. ¿Por qué lo dices?
—Hagamos un trato, mira—. Se puso de pie, gritando un "hola a todos", para llamar la atención de la sala, y luego te miró de nuevo. —¿Te atreves a enfrentarte a mí?
Te burlaste. Eso no serviría.
—No lo sé, aspiro a algo más.
Se sintió un poco ofendido.
—No, escucha. Te reto a que desarmes e inmovilices a cualquiera en esta habitación. Apuesto a que te harán morder el polvo. —Los demás cadetes te miraban con curiosidad. Preocupados.
—No te lo crees ni tú.—Replicaste.
—¡Ja! Entonces, ¿a quién eliges?
—No lo sé, todavía. Tienes más talento que yo en meterte en peleas. — Contestas. Su orgullo volvió a caer.
Se puso de pie, lleno de adrenalina. Mantuviste la calma, levantándote también.
Hizo crujir sus nudillos, con la intención de regodearse antes de derrotarte. Eras consciente de que podías enfrentarte a él fácilmente, era una perfecta distracción.
Algunas personas retrocedieron para daros espacio. A otros no les importaba vuestra pequeña rencilla. Lanzó el primer puñetazo; brutalmente; pero lo esquivaste.
Esquivar a Jean no era complicado. Seguramente, si te hubieses defendido, te habría vencido. Su técnica era interesante: confiaba en la defensa en lugar de atacar. Sin embargo, tu estrategia era mucho mejor.
Como una ninja, sorteaste sus ataques, caminando hacia atrás; paso a paso. Habías escuchado murmullos sobre tu debilidad o tu falta de experiencia por parte de otros cadetes; de tener miedo de devolver el golpe.
Jean también soltó esas declaraciones, intentando provocarte alguna reacción con la que poder distraerte y tirarte al suelo, pero no hiciste amago alguno. Seguías acechando tu objetivo, cada vez estaba más cerca.
El Capitán Levi no estaba muy interesado en la pelea.
Dejó su té sobre la mesa, preocupado de que lo derramaseis ya que estabais acercándoos poco a poco hacia su posición. Sin embargo, el cigarrillo que había encendido hace unos minutos aún residía entre los dedos de su mano izquierda. No quería que la pelea invadiese su espacio personal, así que trató de retroceder, pegándose a la pared.