El capitán estaba más malhumorado que de costumbre.
Faltaban minutos para comenzar el entrenamiento y la puntualidad era algo que no se tomaba a la ligera.
Comprobaba, visiblemente irritado, que los tanques de los equipos tridimensionales estuviesen llenos para poder empezar.
—Capitán Levi, no consigo ponerme el arnés bien. ¿Puede ayudarme?
Eras consciente de que tu superior se sentía atraído hacia ti y explotabas ese pequeño dato en beneficio propio.
Se acercó a ti rápidamente. Notaste sus dedos en tus hombros, enderezando los extremos.
—Tienes que colocarlo así, _______. Ciérralo por aquí.
Su presencia intimidaba, su mirada aún más.
Segundos después, se agachó observando cómo te habías enganchado las tiras en los muslos. Le gustaba cómo te quedaban los pantalones del uniforme, cómo abrazaban tu figura y sabía no era el único que se quedaba absorto mirándote. Había pillado más de una vez a alguno de tus compañeros comiéndote con los ojos.
Parecía que estaba siendo amable contigo, simplemente. Dejando que sus manos rozasen aquí y allá, asegurándose que de estuviesen correctamente.
Sentir su mirada gris clavada en tus piernas y saber que su cabeza estaba tan cerca de ti no ayudaba.
—¿Ve algo que le guste, capitán?
—Lo intento pero los arneses están medio—. Bufó. Este hombre no tenía filtro. Pero tú tampoco.
Dio un par de tirones fingiendo ajustar las tiras, que casi te hicieron perder el equilibrio para hacer desaparecer esa sonrisa burlona de tu rostro. Finalmente, cuando comprobó que todo estaba en su sitio, se levantó y sin mediar más palabra, se alejó de ti.
Solías flirtear con tus compañeros, algunos de ellos tus mejores amigos, pero aún así, el capitán era quien más llamaba tu atención.
Te llamaban la atención los hombres con cierta actitud cortante y en una posición de autoridad sobre ti. Ansiabas que te castigasen, por andar demasiado caliente o por desobedecer sus órdenes.
Ciertas palabras dichas en contextos concretos te hacían notar que el calor se acumulaba en tu rostro... y en otros sitios.
Sólo con decirte "Cierra la boca" por reírte demasiado con Eren provocaba que salieses del entrenamiento con ganas de aliviar esa tensión entre tus piernas.
Sueños húmedos revoloteaban por tu cabeza cada noche. No cabía duda, te sentías muy atraída hacia él. Levi lo sabía.
Soportaba tu afán por la insubordinación con comentarios demasiado picantes para su gusto y se tomaba como un reto esa actitud desafiante que tenías ante él.
Bufaba, ponía los ojos en blanco y te decía que madurases. Pero desconocía que podías ser mucho peor.
Tampoco podías negar que Eren era también el tipo de hombre por el que podías sentir interés. Tan indomable y decidido. Si te ordenase que te pusieras de rodillas, lo harías sin pensártelo dos veces.
Si Mikasa supiera los pensamientos que tenías sobre ese chico de pelo largo, alto y dominante, te tendría vigilada 24/7. A su pesar, Eren disfrutaba del interés que mostrabas en él, te seguía el juego y lo hacía muy bien.
Caricias breves durante el entrenamiento, alguna mirada demasiado intensa como para pasar desapercibida, una mano distraída rozando su muslo por debajo de la mesa...