Abriste la puerta, exhausta. Te adentraste en la familiaridad de vuestra habitación, lo habíais logrado. Una vez más.
Una vez dentro, te deshiciste del uniforme. No te habías duchado desde que te refrescaste en un arroyo fuera de los muros por lo que Levi apreciaría el gesto. Era un obseso de la limpieza.
Dejaste la ropa en la puerta y notaste tus músculos relajarse bajo el calor del agua, arrastrando los restos de suciedad de tu cuerpo.
Trataste de no mojarte el pelo, ya que tardaría demasiado en secarse. Estabas demasiado distraída para darte cuenta de que la puerta del baño se abría de repente.
Asomaste la cabeza a través de la cortina.
—¡Oh, Levi! Pensé en ducharme ya que no lo hacía desd-d...— Te excusaste, sorprendida. Aunque al ver que era él, te sentiste aliviada.
—Has desobedecido mis órdenes. No me has esperado.—. Te interrumpió—. Voy a tener que castigarte.
—Has olvidado que yo también soy tu capitana. ¿Qué te da derecho a castigarme? Estoy a tu altura, recuérdalo—. Replicaste, burlona.
—No...— Contestó, imitando tu sonrisa socarrona—. A partir de ahora, vas a portarte como una buena chica—. Quitándose la última prenda de ropa, se metió en la ducha. Parte de su cuerpo estaba cubierto de tierra, sangre y sudor.
No pudiste evitar cerrar los ojos y te diste la vuelta, por lo inesperado que había sido aquel gesto.
Envolvió sus dedos alrededor de tu nuca y dirigió tu rostro hacia él para besarte. Sus manos se deslizaron por tu espalda hasta tu cintura.
Contuviste el aliento, expectante por saber cuáles serían sus próximos movimientos.
—Qué callada estás ahora, capitana. ¿Seguro que estamos a la misma altura?
Comenzaste a frotar tus caderas contra las suyas para demostrar que se equivocaba y notaste su miembro duro contra tu cuerpo. Gemiste en mitad del beso y el se alejó, jadeante. Depositó besos desde tus labios hasta tu mandíbula, notaste su aliento en tu cuello.
—Levi...—. Notaste sus dientes pellizcarte la piel.
Soltaste un quejido ante la acción, acariciando el rapado de su nuca.
—¿Tienes algo que decir, ______?— Preguntó a medida que marcaba pequeñas zonas.
El capitán al observar que tu interés estaba desviado a las atenciones que te estaba dando, comenzó a acariciar tu intimidad suavemente.
Incapaz de reprimir los sonidos que estaba provocando, gemiste de nuevo. Levi no pudo soportarlo más y te aprisionó entre la pared de baldosas y su cuerpo.
Vio con satisfacción tu cara de sorpresa ante su acción, te agarró de la cintura y se presionó contra ti. Siseaste ante la fricción de la fría pared delante de ti.
Su erección se rozaba con la zona entre tus piernas y de pronto, Levi se introdujo en tu interior.
Esbozó una sonrisa diabólica al notar tu reacción y comenzó a moverse. Su mano se deslizó contra tu trasero haciendo que el placer se multiplicase por todo tu cuerpo.
El contraste entre el calor del agua y de él, con las gélidas baldosas hacían que fuese más delicioso. El caer del agua ocultaba los sonidos.
Levi gruñó a medida que daba aquellas estocadas, sin hacer descender el ritmo. Era obvio que sentía tanto deseo como tú.
La habitación se estaba inundando de vapor y cada vez era más difícil que consiguieras disimular, no podías quedarte callada.