En mi continua soledad me di cuenta de que tenía compañía. Él no había hecho ruído, ni había artículado palabra alguna, pero lo cierto es que cada vez que me tropezaba, estaba ahí para sujetarme; sólo se hacía ver cuando era completamente necesario, y creo que eso es más que suficiente para darme cuenta de que él me quería, tal vez no de la misma manera en la que yo a él, pero sí.
El punto es que Carlos tenía ese don para aparecer siempre que lo necesitaba, sin perdirselo, bajo su propia voluntad. Su simple presencia me era suficiente para saber que todo iría bien, no sé exactamente por qué, pero su mirada inspiraba tranquilidad, confianza... me es imposible olvidar esos ojos café que me han quitado por tantas noches el sueño.
Por ello he decidido escribirte, con la vaga esperanza de que sepas lo importante que eres para mí, y de cómo tú has logrado acaparar cada milímetro del que solía ser mi vacío cuerpo.
Me veo en la necesidad de hacerte saber lo valioso que eres. Quiero recordártelo cada vez que tenga la oportunidad de hacerlo. Te escribo porque quiero hacerte eterno, no sólo a ti, sino a todos estos sentimientos que lograste despertar con tu simple aparición a mi vida.
¿Ya te diste cuenta de que perdí la razón? Probablemente sí, pero sé cuánto te gustan las chicas dementes.
Mi única intención es que logres verte de la misma manera en la que yo te veo a ti, para que así seas capaz de comprender lo maravilloso que eres, y de cómo lograste impresionarme sin esfuerzo alguno, siendo tú.
Libre y soñador, así eres tú.
Comencemos ya con esto, quiero explicarme de una vez por todas cómo fue que llegaste a ser tan indispensable para mí...
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Hey, Carlos.
RomanceMis pensamientos tenían dueño y ese solía ser Carlos, ahora me toca lidiar con su ausencia y no puedo hacer más que escribir al respecto.