II

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Hey, Carlos:

He querido hablarte desde hace un tiempo, pero no he podido. Desde hace unos días siento ese vacío, pensé que me buscarías, pero no fue así. Escribo esto con toda la libertad del mundo, porque sé que no me lees, o eso es lo que quisiera, porque me haría sentir muy mal pensar que sabes la existencia de estos escritos y aún así no me has buscado. Tu ausencia duele. Tú dueles.

Yo era la que tenía la costumbre de partir sin despedirme, pero esta vez has sido tú el que decidió marcharse sin previo aviso. Comienzo a aceptar el hecho de que tal vez no vuelvas; sé que no vendrás a buscarme, porque te sientes mejor sin mí.

Honestamente, cariño, yo no sé que te he hecho. ¿Te he incomodado? ¿He hecho algo que no haya sido de tu gusto? Porque si ha de ser así, pues me disculpo por hacerte sentir mal, pero así soy yo. Lo tomas o lo dejas, aunque ya me has dejado... Me resigno a la idea de que lo nuestro era imposible. Cuando se tiene ganas, todo se puede.

Tal vez fue falta de interés de tu parte, o quién sabe, quizá fuí yo la que falló.

Te aprendí a querer y ten por seguro de que aun te quiero... también sé que te seguiré queriendo, pero no puedo vivir dándole importancia a cada gesto que hagas, a cada palabra que articules o a cada mirada que me hagas. No me quiero someter a el vaivén de tu vida. No.

Yo no busco algo eterno, pero sí algo real. Tú, lastimosamente, vivías en tu mundo de fantasías, en dónde eras lo primero y único.

Y aunque ese lado tuyo no era de mi agrado, lo aprendí a querer con la falsa esperanza de que tú me quisieras a mi de esa misma forma.

Supongo que tu amor es relativo.

He intentado odiarte por tu ausencia repentina; al principio, solías esconderte y aparecer de sorpresa, pero te he estado necesitando todo este tiempo y nunca apareciste, ahí me di cuenta de que no te escondías, simplemente ya no estabas... pero aun así, te quiero. Muy a mi pesar, te quiero.

Carlos, Carlos, Carlos... ¿qué te pasa? ¿Eras así de siempre? ¿Cambiaste? Supongo que con tu partida nunca tendré una respuesta concreta. Aunque, al no responderme más, me diste la resolviste mi gran pregunta. ''¿Cuánto tiempo permanecerías en mi vida?'', ahora sé que no mucho; me di cuenta de que debí disfrutar tu estadía, en vez de andar preguntándome qué tanto tiempo te hospedarías. 

¿Cómo le haces? Ya sabes, para irte sin sentir remordimiento alguno. Yo no sería capaz... tal vez soy una débil, sí, pero nunca dejaría a una persona que tanto me aprecia, sin antes por lo menos despedirme de ella.

Eso es lo que más me duele: no saber el motivo de tu partida.

Aunque lo intente, no dejo de pensar en eso...

¿Qué me has hecho? ¿Qué me estoy haciendo? Aun no sé si es culpa de tu partida, o si fue mi culpa por esperar algo que probablemente nunca sucedería.

No lo sé, Carlos. No lo sé. 

Ya esperar tu respuesta se me hace doloroso. El tiempo me parece eterno desde que tú no estás, supongo que es por esperar. Porque yo te esperaría todo el tiempo que haga falta, o eso es lo que creo...

Al final, terminé tal y como estaba en un principio: totalmente sola. Pero, gracias a ti no simplemente estoy sola, también me siento así... ese vacío que me dejaste no es tan fácil de llenar. Lo sé, porque ya lo he intentado y ha sido en vano.

Eres hiedra venenosa, amor mío. Eso nunca cambiará... y lo comprobé de la peor forma.

Hey, Carlos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora