¿En qué momento perdí la cuenta de los que he matado?
La lluvia cae sin parar, me está empapando por completo, me hace recordar el pasado, poco a poco me deja de gustar este clima, la única ventaja que puedo ver es que me limpia la sangre de las manos… y del criminal que yace a mis pies. Éste ¿conexión con quien tenía, con los que me mutilaron, los que me apuñalaron o los que me balazearon?, han sido tantas muertes las que he tenido estos últimos años que no lo recuerdo, lo único que sé es que este tipo pertenecía a una banda de secuestradores donde está mi siguiente objetivo. Camino por las calles de la ciudad después de dejar el cuerpo a un lado de un contenedor de basura, un lugar apropiado para escorias como esa, la lluvia lo hará verse como un borracho dormido y lo descubrirán, quizás, hasta dentro de unos días que llegue el camión.
Llego al hotel y no encuentro a nadie de los empleados que me reciba, todo está en silencio, me sigo derecho hasta las escaleras que llevan a mi cuarto en el segundo piso, mis pisadas chapotean y estoy dejando un ligero rastro de agua aunque me haya quitado la gabardina. Ya en mi cuarto me quito la ropa en el baño, no quiero ensuciar la alfombra y noto que toda mi ropa tiene manchadas de lodo, me molesta ver eso y los lavo dentro de la regadera. Ya en mi cama, prendo el televisor para ver cualquier cosa y olvidarme de aquella vez que morí linchado, aunque me resultó imposible con todo lo que pasó hoy.
Aún recuerdo vívidamente esa ocasión, hasta ese momento no creí que las personas podían ser tan crueles, llegar a los extremos de quitarte todo y al final matarte, no solo eso, nadie llamó a la policía y era obvio, ahí habían muchos criminales, algunos fichados, buscados o se dedicaban a vender drogas y hacer trata de personas, aunque de todo esto me enteré después de regresar en busca de venganza. Lo peor de todo fue la forma en que lidiaron con mi cadáver, lo arrojaron a una barranca cercana donde la corriente de aguas negras me arrastró varios kilómetros hasta que me desperté, con el cuerpo gritando de dolor, los ojos, la nariz y la boca llenos de mierda y casi desnudo, estaba cubierto de pies a cabeza con sustancias de todo tipo y mi cabello tenía varios objetos, desde partes de unas bolsas, mierda, tenedores desechables y pedazos de cinta adherible, me arrastré fuera de la corriente, aferrándome al piso de tierra y piedras mientras tosía todo lo que tenía dentro de la boca y nariz, mis brazos ardían por el dolor pero tenía que soportarlo, las piedras raspaban mi cuerpo haciéndole heridas, mis fuerzas eran limitadas pero tenía que exigirme al límite, en cuanto estuve fuera del caudal respiraba con dificultad, sin previo aviso vomité todo lo que tenía en el estomago, una plasta negra fue lo que salió de mi interior, continúe haciéndolo durante un rato, me ardía la garganta y me punzaba la cabeza, no sé si por el golpe que me dieron o por lo que me estaba ocurriendo en ese momento, un repentino escalofrío recorrió toda mi espalda y comencé a temblar.
-A… yu… da… - dije en un susurro mientras me ponía en una posición fetal -A… yuda.
El cuerpo me temblaba horriblemente, no podía pensar con claridad, mi consciencia se desvanecía y todo se ponía oscuro lentamente, finalmente mis parpados comenzaron a cerrarse y lo último que vi fue la silueta de una persona acercándose a mi.
Al despertar nuevamente vi ese característico techo que no hacía mucho conocí por primera vez, nuevamente estaba en el hospital, el dolor en el cuerpo y la cabeza no eran tantos como la última vez que abrí los ojos, miré a mi alrededor y pude ver a los pocos pacientes que había en mi cuarto, algunos durmiendo y otros leyendo o siendo visitados por sus familiares, uno de ellos señaló en mi dirección a la enfermera, rápidamente volteó, me miró con sorpresa e inmediatamente apretó un botón al lado de la cama del paciente que estaba atendiendo, en poco tiempo llegó otra de ellas, se acercó a la primera claramente enojada e intercambiaron palabras, nuevamente voltearon hacia mi dirección e recibí la misma reacción que la primera de ellas, finalmente la segunda chica se fue casi corriendo y al poco tiempo llegó la doctora de la última vez.
