Mi Amado Señor

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Pareja:KardiaxDégel
Advertencia:+18
Créditos de las imágenes a sus respectivos autores












Los mayordomos se levantan pronto, son los primeros en empezar a trabajar.

Pasan la plancha en el periódico de su amo y deben preparar el té de la mañana.

Para que el amo disfrute de una rutina agradable han de darlo todo.

Esa es la estética de un mayordomo...

Pero hay algo más importante: serle fiel a su amo hasta el final, cada petición que desea su señor se debe cumplir al pie de la letra, su única prioridad es la lealtad y un amor incondicional.

Dégel desde pequeño se crió en la mansión de los Duques Sukõpion, su padre Krest es el mayordomo de la familia.

Y él cuando sea más grande ocuparía su puesto en la mansión, aprendería del mejor.

Dégel tenía diez años cuando el heredero nacía una noche de tormenta, un precioso bebé al que decidieron llamar Kardia, pequeño y frágil al ser un recién nacido.

Con el paso del tiempo va aprendiendo la estética de un mayordomo ya que su padre es alguien de edad avanzada y algunas tareas le son difíciles de hacer es por eso que Dégel ponía todo su empeño.

A la edad de 18 años los padres del pequeño Kardia que ya contaba con 8 años decidieron que fuera su sirviente personal.

Velaría por él y nunca lo dejaría solo, cumpliría cualquier capricho que le pidiera.

El pequeño peliazul no hablaba mucho, su actitud era muy rara para alguien de su edad, su mirada intensa de color zafiro le causaba intriga poseía un misterio que no podía descifrar.

Sé sentía nervioso cuando la mirada azul se posaba en su persona al vestirlo, acomodar su recámara por las mañanas, cuando sacudía el polvo en los libros de la biblioteca mientras el pequeño hacía su tarea.

En la noche le pedía que se quedara a su lado hasta que se durmiera, él no objetaba ya que debía cumplir cualquier capricho de su amo, es su deber como mayordomo.

En las afueras de la ciudad tenían una inmensa mansión rodeada de árboles, perfecta para relajarse de todo el bullicio londinense.

En un carruaje llevaban lo necesario para pasar el fin de semana en la casa que se vislumbraba imponente en la lejanía.

En cuanto llegaron Dégel ayudó a su padre Krest a bajar algunas cosas que tenían mucho peso mientras los señores Sukõpion descansaban un poco por el ajetreado viaje en carruaje mientras el pequeño Kardia fue al jardín que había atrás de la mansión.

Dégel se dedicó a preparar el almuerzo mientras su padre hacía el postre.

En cuánto la mesa estuvo lista subió las escaleras dando leves toques a la puerta de sus amos y avisar que la comida estaba lista, respondieron de inmediato que en minutos bajarían.

Bajó de nuevo y vio que el pequeño peliazul ya estaba sentado en el extremo izquierdo, le dedicó una sonrisa al menor de los Sukõpion quien lo miró por largo rato hasta que se vio interrumpido por sus padres, desviando su mirada hacia ellos, los saludo secamente y fue todo lo que salió de sus labios.

Dégel empezó a servir la porción de comida en cada plato, podía sentir que lo observaban, sabía quién era, no necesitaba voltear y ver esos záfiros.

Tan penetrante e intenso que lo ponían nervioso sin saber porqué, algo había en el pequeño Kardia que le daba una sensación que no sabía explicar.

Escorpio & AcuarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora