Capítulo dos.

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El humo de la mota1 es una especie de revoltijo que me hace perder el control, y me lleva a las divagaciones más locas en mi mente, mientras las mujeres recorren la pasarela con ropa diminuta y muy delgada que hacen estallar mi zona más sensible. Así que, al percatarme nuevamente de los recuerdos de la tarde, una sonrisa se extiende por mi rostro, y no es para nada causados por los besos de la bailarina exótica que está encima de mí. Todo es tan irreal, porque su rostro perverso es cambiado por un ángel.

Me jala suavemente del brazo hasta alejarme de mis amigos, mientras no puedo de dejarle de verla al rostro. Es tan parecida que me enloquece por no tenerla, y al mismo tiempo, me quema como un fuego incandescente donde soy un ferviente seguidor.

«¿Qué debería hacer?» —me pregunto internamente, mientras mis manos viajan por mis cabellos al ver que la mujer de esta noche, está desbotonando mi camisa.

Sus besos se aceleran por mi cuello y va mordiendo suavemente mi piel, como una vampiresa. Me pierdo de tal forma que mis brazos caen al lado de mis bolsillos por todo el éxtasis que estoy sintiendo. Soy tan joven para enamorarme, pero no sé porqué esos ojos marrones no salen de mis pensamientos.

Mis dedos se adentran en uno de los escondites de mi pantalón, donde siento algo áspero y plano. Lo saco rápidamente, cuando veo que mi acompañante se ha alejado para servir una bebida. Lo observo detenidamente, como el mejor de los tesoros perdidos.

"¿Es una señal?"

El número de teléfono de Adriana brilla como la mejor perdición, en donde puedo arriesgarme. Sin darle tanta vuelta, me levanto y agarro mi camisa que está tirada sobre el suelo del burdel. La chica de labios rojos intenta acercarse a mí para retenerme entre sus besos, pero soy más escurridizo. Conozco tan bien el lugar, así que por donde salir sin ser visto.

La salida de emergencia le da la tranquilidad para inspeccionar a profundidad el papel. Sus zapatos resuenan ante sus pisadas en el suelo mojado y las gotas de lluvias que siguen cayendo en esa noche. Al mirar al frente, puede ver un teléfono público, como si todo conspirara para que diera el paso a la gloria.

Mis dedos viajan por los botones, y mi desesperación se acrecienta exponencialmente como mi respiración pesada, así que cuando oigo esas pitadas de espera siento volverme un maniático.

—Mierda —siseo.

Ese eco de vacío es como un infierno.

Hasta ese momento, el deseo me estaba consumiendo, pero hay algo en el fondo que me sigue motivando a buscarme más respuestas a este hechizo.

—Sabía que llamarías, cariño.

Oigo su voz aguda, pero a la vez peligrosa y ardiente para tan solo una adolescente. Comprendo perfectamente, que he caído en manos de su juego perverso, pero es mi única opción para hallarla.

—Necesito saber sobre ella, por favor —su maldita risa se oye como un martirio para mis oídos, pero no me queda más que soportarla—. Sabes que puedo pagarte lo que sea.

Un silencio corto se produce por unos segundos, como si estuviera pensando la propuesta.

—¿Y si quiero algo más de ti?

—¿Qué? —exclamo por la sorpresa de sus palabras.

—Soy una adolescente virginal —murmura con una sensualidad descarada, a pesar de quererse portar tímida—, y verme con un chico como tú, puede traerme muchas oportunidades.

—No te hagas la santa conmigo —vacilo con sarcasmo—. He oído de ti, por las conversaciones de mis amigos —debo ser puntual con cada una de mis peticiones—. Sé quién eres, Smith.

Su risa se vuelve estruendosa y fingida, como una fiera lastimada.

—Entonces, estamos a la par —su voz, ahora, es firme y cortante—. ¿Por qué ella se fijaría en un mujeriego como tú? —frunzo el entrecejo, ante su forma cruda de decirlo—. Ella es tan tonta y callada, podría ser que caiga cuando le endulces el oído. Aun así, no creo que te sirva de mucho, cuando conozcas a su madre —suelta una carcajada desagradable—. Ella no es una mujer, solo una niña.

—¡¿Qué tipo de amiga eres?!

—¿Qué tipo de hombre eres tú para rechazar a una mujer que te puede dar diversión cuando quieras?

Un silencio se produce entre nosotros y no sé quién va a cortar la llamada. Sin embargo, no pienso en irme sin ninguna respuesta a la mano.

—De verdad, ¿no quieres el dinero?

Siento que ella se da vencida, porque ni aun así oigo una respuesta.

—Le puedo decir a mi amigo, Tracii Guns, que estás más buena que nunca —resoplo ante tal estupidez que dijo—. Sé que son amigos cariñosos y con ello, te pondrá más atención, cachorrita.

—¡Es mi novio! —chilla por el enojo.

—Como tú digas, Adriana —respondo suave—. ¿Es un trato?

—Nos puedes encontrar en Fairfax High School, mañana a las tres de la tarde —quedo atónito ante su respuesta, pero no pasa nada cuando oigo su voz como un chiste—. Me debes cien dólares, cariño.

Antes que ella corte la línea, lanza un beso volado al auricular.

Una sonrisa surge entre mis labios, como el cigarrillo que saco de mi bolsillo y me coloco en la boca. La lluvia parece detenerse, y yo estoy totalmente mojado, como un animal abandonado.

—Es una simple niña en crecimiento, ¿no? —Me pregunto a mí mismo, cuando la recuerdo—. Podrían hasta denunciarme por verme junto a ella, pero no sé porqué me está volviendo loco.

—Debe ser porque eres un pervertido, Vinnie.

La mano en mi hombro, me encrespa y me sorprende que casi dé un salto. A lo que, mi compañero reacciona entre risas, mientras se acomoda el cierre de sus pantalones.

—¿Qué haces aquí solo? —Pregunta con su voz de niño curioso, al mismo tiempo que saca su cajetilla para hacerme compañía—. Te oí discutir, mientras meaba en la esquina.

Frunzo el entrecejo, a lo que Tommy me responde con una sonrisa burlona y sus típicos movimientos de baterista. Lo conozco tan bien, desde la escuela.

—Adriana Smith es el problema.

—Oh, ella —escupe esa última palabra con desagrado—. No es tan buena en la cama ni mamándome la polla. Es mejor librarse de ella, porque es una carga pesada. ¡Pobre por Tracii!

—No me la quiero coger, idiota.

—¿Desde cuándo no quieres coger a una chica? —Su cara de sorpresa es tan expresiva en sus facciones—. Tú te follas a todo lo que tiene tetas.

Meneo la cabeza en respuesta negativa, pero no evito soltar unas risas. Todo es tan verdad, porque siempre termino siendo infiel y teniendo sexo con cuanta mujer se me cruce.

—Quería el número de su mejor amiga, porque no la saco de mi mente —respondo al momento que exhalo el humo—, y la vil perra me pidió que nos mostráramos juntos, como si tuviéramos una relación.

—No le veo el problema, porque te la puedes follar un rato y adiós.

—El problema es que si estoy pretendiendo a su amiga, porqué quisiera mostrarme con alguien tan problemática —camino lentamente, y Lee me sigue entre pasos—. He oído muchas cosas de ella, y no quiero meterme en líos por su culpa.

—Te entiendo —se detiene, y yo me giro para verlo—. Entonces, ¿qué harás?

—Ya sé dónde estudia, así que intentaré ganármela.

De verdad que sí... y sé que lo lograré.

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1 Mota: Marihuana.

Holiiii<3

Lo siento por la demora uwu

Voy a actualizar lo más rápido posible.

Entre otoño y primavera. |Vince Neil|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora