Capítulo uno.

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El frío del otoño se va acercando más, como el alcohol que rueda entre los asistentes. La música al tope, mientras los cuerpos se van hundiendo más en una perdición de entrega carnal. Es como si el destino se moviera en una flecha sin control y se detuviera en un punto medio, donde lo extraño pasa a placentero. Es ahí cuando una joven de quince años, con cabellos castaños y una ropa para nada cómoda en su vida diaria, camina entre lobos feroces con experiencia como un nuevo bocadillo para este círculo social rebelde. Su mejor amiga busca con la vista a su novio, quien es nuevo ingreso en L.A Guns. A pesar de que, intenta seguirle el rastro desde atrás, teme perderla de vista y quedar sola donde no conoce a casi nadie. Su escaza vida social se debe a la reclusión que le impuso su madre, al cual ha ahuyentado a cualquier mala influencia, aun así no pudo alejar a Adriana Smith.

En todo el ajetreo, se encuentra uno de los hombres más peligrosos y codiciados del momento, quien como siempre está rodeado de mujeres que vienen y van, queriendo darle uno de las mayores delicias. Sin embargo, cuando alza la vista, no imaginó divisar a tal chica preciosa. Tal mujer con cara de ángel, con unas curvas que vuelven loco, y con un aura que envolvería a cualquiera.

"Tú dices que nuestro amor, es como dinamita..."

El mundo de él se ha detenido en ese instante, porque nunca la había visto rondar en este tipo de mundo irreal. No encuentra explicación, aún así está seguro que no debería dejarle de prestar atención. Las chicas siguen hablando, y con su mente en otro lado, trata de comprender porque siente esta atracción rara.

"Abre tus ojos, porque esto es como fuego y hielo..."

Entonces, una de las chicas le pide que cante alguna canción. Lo primero que se le viene a la mente, es la letra que le ha mostrado Nikki en el backstage del último show. Es como si todo encajara, porque sabía que era muy joven para enamorarse o entregar su corazón.

La voz del rubio voz sale como una melodía entre lo dulce, melodiosa y ardiente, que podría encantar y quemar a quien le esté oyendo. Pareciera que todo se iba alineando en ese segundo, porque los ojos de ella se posan en él, y es como una conexión instantánea que surge en el ambiente. La castaña le devuelve una sonrisa, y parece sorprendida por el hecho de que el mismo Vince Neil estuviera en frente.

Se acerca de a pocos, con una timidez y ternura que jamás había visto en una mujer. Se siente encantado en ese instante, como una canción de cuna para un nene.

"Bien, tú me estás matando..."

Extiende la mano, y le hace una señal con el rostro para que se acercara más. Sus ojos cristalinos muestran duda, aunque para la sorpresa del cantante finalmente accede.

Al tenerla tan cerca, es como la gloria al probar el mejor de manjares. Es una maravilla, como si solo existieran ellos dos. Es un flechazo que puede suceder en el momento menos esperado, y que es deseado por siempre.

La atracción entre los dos es tan fuerte que no pasa más tiempo, cuando la canción acaba y la vuelve a tomar de la mano, para alejarla de las demás. Todas la ven con mala cara, pero entienden la razón de Vince. Saben exactamente de que pie cojea, porque su adicción misma son las mujeres. Todas van y vienen como juguetes.

—Así que, ¿cómo te llamas, nena? —Pregunta con una sonrisa de lado, y unos lentes de sol que reflejan en los cristalinos ojos de la castaña—. ¿Estás perdida?

Ella se mantiene estática de pies a cabeza, aunque sus mejillas brillen como dos tomates maduros y sus manos parezcan temblar de los nervios. De primeras, nunca había visto tanta intimidación de parte de un chico, y es que también se mostraba como una presencia imponente y seductora. Es como un imán que la atrae... Un hechizo irremediable.

"Tu amor es una guillotina..."

—No —ese murmullo, en los oídos del rubio, es como una dulce caricia. De verdad, se ve tan dulce y angelical—. Me llamo Kayla... Kayla Holmes.

Él abre la boca para poder preguntarle algo más a la chica, pero esta vez es ella quien quiere tomar la delantera. Se acomoda primero uno de sus mechones detrás de su oído derecho, y de ahí, nuevamente, lo ve directo a los ojos. Sus labios parecen temblar por unos microsegundos por lo mismo de su timidez, pero ya no piensa parecer más un bicho raro, como suelen nombrarla en la escuela.

—¡Cantas muy bien! —Trata de hablar más alto por la bulla—. De verdad, ¡tienes un grandioso tono de voz!

Le extraña un poco, el cambio tan repentino en una de las características de la personalidad de la joven.

—Nena, entonces, ¿sabes quién soy?

Ella suelta una risa suave, y muy discreta.

—¿No eres Steven Adler de Hollywood Rose? ¡Pensé que solamente tocabas la batería! —suelta con mofa, como quien intenta jugar un poco.

—¿Qué? ¿Es una broma, no? —frunce el entrecejo, pensando que es real tal barbaridad, pero cuando menos lo espera, vuelve a oír una risa de parte de ella—. ¡Hey! ¡No juegues con eso, nena!

—¡Hubieras visto tu expresión! —exclama entre carcajadas, y unas mejillas sonrosadas. Sin embargo, al no ver ninguna expresión de parte del sujeto, se siente un tanto culpable. Después de todo, el hombre frente a suyo es un rockstar en ascenso—. ¡Lo siento mucho! Sé que eres Vince Neil de Mötley Crüe.

Es ahí cuando el hombre se rompe entre risas, ante la expresión sorprendida de la adolescente.

—Dos pueden jugar el mismo juego, preciosa —le replica en una forma de reto, mientras toco suavemente su barbilla.

Ella frunce el entrecejo, entre una especie de revoltijo en su mente, que va de la decepción y la gracia. Por lo que también decide mirarle desafiante, para así perder un poco del miedo que siente al tenerlo tan cerca. Después de todo, jamás ha tenido un acercamiento tan grande con un chico, y es mayormente por la sobreprotección extraña de la madre, que en ocasiones parece odio. No la entiende de verdad, porque siempre tiende a alejar cualquier cosa que le guste. Es como si fuera una simple marioneta. Entonces, cuando ve un simple hoyo de escape, se va con todas su fuerzas para ser libre.

Va a responderle algo, cuando siente un tirón del brazo, provocando que voltee y esté cara a cara con una expresión exageradamente fingida de su mejor amiga. Aunque se sorprende por no verla con su novio, sabe que Adriana es demasiado extrovertida y coqueta, conllevando a que pueda estar con el chico que desee.

—¡Vámonos, Kayla! ¡Él no está! —Responde con fastidio, para luego hacerse la sorprendida al ver a Vince—. ¡Oh! ¡Lo siento! ¡No sabía que estabas ocupada!

Antes que pudiera sentirse menos por las miradas que ella le lanza al rubio, y este igualmente le devuelve, responde: ¡No te preocupes, Adri! ¡Vamos!

Su mala cara no pasa desapercibida, porque no tiende a despedirse. Solo pasa de largo, mientras la pelinegra sigue detrás. Es ahí cuando Vince reacciona, y trata de seguirle los pasos antes que pueda irse totalmente de su vista. Sabe que si la pierde, jamás habría otro momento para verla.

Sin embargo, se lleva una gran sorpresa cuando Smith se voltea y saca un papelito de entre sus pechos. Lo extiende, y él lo toma entre sus manos.

—Llámame, y te diré más de ella.

No entiende bien el embrollo, ya que es como una mezcla de coqueteo nada disimulado, y en otra, parece una forma de ayuda. A pesar de ello, suelta una larga carcajada, porque nunca creyó estar pasando por un ridículo episodio. Ninguna chica se ha resistido a sus encantos, y siente que Holmes no sería la excepción. Aun así, guarda una buena señal de lo sucedido, porque los retos difíciles son los que tienen más gusto.

"Soy muy joven para enamorarme".

Entre otoño y primavera. |Vince Neil|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora