Capítulo tres.

73 15 2
                                    

La mañana de setiembre se va desarrollando, como cualquier día en estas épocas. Los profesores saludan a cuanto alumno se encuentran en su camino, mientras la directora llama la atención a cualquiera que intente a pasarse de listo. Las porristas colocan sus afiches, mostrando que se acerca el torneo intercolegial de Fútbol Americano.

Adriana saca un cigarrillo de su mochila, cuando ve que la mujer que impone autoridad se muestra distraída por la presencia del entrenador. Ella sonríe descaradamente, al mismo tiempo que camina con coquetería a cuanto chico guapo pase delante de nuestros casilleros.

—¿No crees que esto nos meterá en problemas? —sostengo en voz baja, mientras acomodo mejor mis lentes en mi rostro.

—Kay, ¡deja de ser tan ñoña! —Expresa con drama—. ¿Cuántas veces lo hice y no me atraparon? —me muestra su puño cerrado—. ¿Ves? ¡Ninguna!

Desvío mi mirada, cuando sé que no puedo seguir lidiando con su testarudez. Sin embargo, el infierno parece aproximarse, cuando Penélope y Sandy entran en escena. Ellas son consideradas las más populares por pertenecer a la élite social, y manejar todo lo relacionado con el Comité Escolar. La mayoría de chicas han fracasado en su intento de ingresar a su círculo, por las mismas pruebas crueles que les ponen.

—Demonios, llegaron ese par de huecas... —murmura, mi mejor amiga—. Pensé que no vendrían, luego de que Sandy hiciera un escándalo por romperse una uña en la clase de Gimnasia.

—Shh...

La mirada intimidante de Penélope pasa entre nosotras, hasta centrarse especialmente en mí. Tiene una sonrisa de lado con un chupetín rojo que se saca de sus labios. La falda pequeña que en ningún momento le prohíben llevar en la escuela, le hace ver alguien prepotente y soberbia. Ella le hace una señal a su compañera, para luego romper entre risas.

Adriana las sigue con las miradas fijas, mientras aprieta los dientes con fuerza. Entonces, es ahí cuando caigo en cuenta a lo que van a hacer. Antes de que pudiera reaccionar, mi mejor amiga me jala del brazo para salir corriendo lo más rápido posible. La directora, una señora rechoncha de cincuenta años, tiene una expresión para nada agradable, cuando le da la indicación al profesor para que nos atrape.

—Mierda —siseó, ante la vista de reojo de mi mejor amiga—. ¡Te lo dije!

—¿Desde cuándo dices malas palabras? —pregunta con entusiasmo, y omitiendo a mis palabras—. ¿Tu madre ya te dio permiso?

Le doy una rápida ojeada de mala gana, y la pelinegra encoje sus hombros, mientras se suelta en risas con el cigarrillo a un extremo. A pesar de que su molesta broma me saca de mis casillas, no puedo evitar que me parezca ridícula y divertida la situación de ser perseguidas. Sin embargo, cuando las carcajadas acaban, comprendo la realidad de sus palabras. Nosotras nos encontramos, finalmente, en un pasadizo escondido dentro de la biblioteca que da justo para el taller de danza, mientras el profesor se enreda con nuestros pasos y se pierde entre los salones aledaños.

Dejo caer mi espalda en la madera caoba, al mismo tiempo que intento tomar bocanadas de aire. Las palabras de mi madre no dejan salir de mi mente, como si me hiciera sentir más culpable. Adriana sigue fumando tranquilamente, como si no hubiera pasado nada. Tiene la mirada fija, entre las ventanas del salón de enfrente.

—¿Qué haces? —cuestiono.

—¡Necesito ingresar a esa clase! —Exclama con su voz chillona, simultáneamente que apunta con su dedo—. Voy a demostrarles a esas chicas que sé bailar mejor.

Frunzo el entrecejo, y antes de que pudiera protestar, ella me jala del brazo hacia la puerta trasera del salón. La música que se oye en todo el ambiente es Disco, puedo reconocerlo a perfección por los discos de mi progenitora. Es tan envolvente, y por un segundo, dejo llevarme por las voces delicadas de las mujeres de ABBA.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 19, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Entre otoño y primavera. |Vince Neil|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora