—¿Me estás pidiendo que entrene a esos criminales que has traído? —cuestiona la azabache, frente a su superior, en los pasillos—. ¿Te estás escuchando, Erwin? Debes estar bromeando, ¿cierto?
Erwin sonrió, cruzándose de brazos e inclinado su cuerpo hacia atrás, recargándose en la pared bajo la atenta mirada de la soldado.
—Hemos, Rachel —corrigió él, aumentando la incredulidad de la mujer—, hemos traído. Y he empleado mal mis palabras, me disculpo por ello, no es una petición, es una orden. Estoy seguro que ese trío de criminales, como los has llamado, se convertirán en grandes soldados que ayudarán en demasía a la humanidad.
La azabache alzó su mano, rodando los ojos y deteniendo las palabras del rubio. Lo conocía tan bien que sabía por dónde se estaba dirigiendo, a veces le asustaba lo fácil que podía ser saber qué tramaba en ciertas ocasiones.
—A menos que desees que Eros los supervise, tampoco es mala idea, ahora que lo pienso.
—Ni siquiera se te ocurra considerarlo Erwin —negó rápidamente al recordar el incidente de la última vez en la ciudad subterránea—. Estoy segura que el enano con cara de oler mierda sí cumplirá el deseo de Eros sin titubear.
—Entonces está decidido, Rachel —su voz sonó calmada, mientras empezaba su andar—. Son del subterráneo, los demás están reacios a siquiera verlos, solo te pido que los supervises y veas de qué son capaces.
Mientras más se alejaba, más sonaban distante las palabras del rubio. Detestaba la mera idea de evaluar a quien casi lograba asesinar a Eros, y no es como que le importara mucho si moría o no, pero la constante preocupación de que su amigo muriese en una misión le fastidiaba, porque, ¿qué le diría al de cabellos fuego? ¿Con qué cara vendría ante él cuando juró mantener con vida al joven Eros Läckberg?
Era una molestia sin duda, pero ya había hecho un juramento que tenía que cumplir al pie de la letra hasta su último aliento.
—¡Rachel, ¿te quedarás parada ahí?! —consultó, deteniéndose al no ver a la azabache a su lado como de costumbre.
—Bien, tú ganas, los evaluaré y juzgaré como yo quiera —aceptó tras llegar hasta él—. Será riguroso el entrenamiento, no tendré piedad y los haré sangrar, que nadie intervenga, o juro que yo misma los voy a degollar y también estarás en la fila. Ahora, ¿dónde mierda están?
—Deben estar en el comedor, no hace mucho que amaneció, vamos —sonrió él victorioso—. Por cierto, ¿cómo sigue Damian?
Ciertamente, Damian era un tema delicado tanto para Eros como para Rachel, después de todo, eran ellos tres contra un mundo donde gobernaba el caos, donde lastimosamente no había bien o mal, solo diferentes puntos de vista.
Diferentes creencias.
—Él está mejorando, gracias por tu preocupación, Erwin. —respondió a la defensiva.
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悲劇 𝐂𝐀𝐓𝐇𝐀𝐑𝐒𝐈𝐒; 𝗌𝗇𝗄
Random悲劇 :: ˓𓄹 ࣪˖ ❛ 𝗅𝖺 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒏𝒐 𝖽𝖾𝖻𝖾 𝖾𝗌𝗍𝖺𝗋 𝒆𝒙𝒆𝒏𝒕𝒂 𝖽𝖾 𝒅𝒐𝒍𝒐𝒓 ❜ Eros Läckberg solo pudo pensar en su propia vida, tan trágica pero a le vez tan cómica, la muerte se había burlado de él en incontables veces que había...