01. Entrevista

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| Zinerva |

Terminé de hacer mi rutina de ejercicios matutina, son las 5:00 a. m. Estoy sudada y seguro huelo a cebolla. Recojo mi cabello y me meto en el baño.

Salgo con una toalla cubriendo mi cuerpo, pero me asusto al ver la figura de un hombre enfrente de mí y, sin pensarlo, le doy una patada en las bolas.

— ¡Ah! —grita el hombre, y reconozco su voz—. ¡Estúpida! —me insulta mientras cae de rodillas, y me arrepiento al ver que es mi mejor amigo, Tailer.

«A veces se me olvida que no vivo sola.»

—Lo siento —me apresuro a decir—, pero me asustaste —me excuso. Él tiene la culpa por meterse a mi habitación y salir de la nada cuando estaba saliendo del baño.

—Tranquila —dice, parándose con dificultad—. Ponte lo que está en la cama rápido que llegaremos tarde.

Veo que camina hacia la puerta de manera graciosa por la patada que le di. Aunque se va sin dejarme hablar, miro lo que está en mi cama y arrugo mi nariz en señal de disgusto.

«Odio vestirme formal.»

Sin más, busco un conjunto de ropa interior y me visto. Ya con el uniforme puesto, que parece de secretaria o algún trabajo de oficina, me miro en el espejo y tengo que admitir que Tailer tiene buen gusto. Me queda bien la ropa, justo de mi talla, y los colores resaltan mis ojos grises. Escucho la puerta abrirse y entra Tailer con una sonrisa.

—Me encanta que te arregles rápido, vamos —dice contento. Me fijo de que está vestido formal igual que yo. Sin ninguna explicación, me agarra del brazo y me saca del apartamento de un jalón con su gran fuerza. Luego, me mete en el ascensor y presiona el botón del estacionamiento.

—¿Qué te pasa? —pregunto, confundida por su actitud—. ¡Casi me arrancas el brazo! — Está más raro de lo normal, él es una persona relajada, no histérica.

—Lo siento —se disculpa—, pero hoy amaneciste más dramática. Ni te jalé tan fuerte —se excusa. La puerta del ascensor se abre y él empieza a caminar mientras yo lo sigo. Veo su auto y entro en el, ya que Tailer también lo hace. Me coloco el cinturón y él empieza a manejar.

—Te daré una explicación rápida —habla sin mirarme ya que está manejando—. Te conseguí trabajo, tenemos que llegar temprano, es de secretaria —apenas lo dice, una sonrisa se forma en mi cara—, pero te explicaré mejor cuando lleguemos —murmura mientras salimos del estacionamiento.

Por lo que veo, nos lleva a su trabajo. Eso me sorprende, pero sonrío como nunca. Estaba estresada y por eso tengo algo de insomnio, aunque siempre tengo un poquito, pero esta vez aumentó en estos últimos días ya que necesito un empleo porque estoy empezando a gastar mis ahorros para la empresa que pienso montar en un futuro. Aunque no tenía empleo, seguían habiendo gastos, tanto de la mensualidad del apartamento y la comida, como mis gastos personales. Le doy un beso en la mejilla a Tailer.

—Gracias —murmuro sin poder contener la emoción que siento. Él me mira por un segundo para después seguir mirando al frente. En verdad, agradezco la oportunidad que me está dando.

—Te lo mereces, me ayudaste mucho cuando yo no tenía trabajo —se nota el entusiasmo en su voz—. Ahora, gracias a ti, trabajo en una gran empresa en Nueva York muy reconocida.

Solo sonrío y él sigue manejando. Es cierto lo que dice. Ahora que lo recuerdo, hace más o menos un año él no tenía trabajo y yo era la que pagaba el departamento. Después de un mes, él consiguió trabajo gracias a un formulario que llené por él en internet. Por suerte, les gustó el currículum que les envié y lo llamaron para una entrevista. Después, a la semana, lo contrataron. Gracias a ese empleo, compró el auto último modelo en el que estamos, aunque todavía le faltan dos años para que sea totalmente suyo.

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