Capítulo ocho.
Ligera como una pluma.
Nora.Nunca olvides qué eres, porque desde luego el mundo no lo va a olvidar. Conviértelo en tu mejor arma, así nunca será tu punto débil. Úsalo como armadura y nadie podrá utilizarlo para herirte —Canción de hielo y fuego.
Nadie tiene el derecho a producirme dolor. Se acabó ser la víctima, ahora yo soy el verdugo —Schizoprenia.
(***)
El hombre corta con su cuchillo las amarras que me impiden moverme y reprimo el impulso de sobar mis muñecas. Las condenadas cuerdas hicieron unas cuantas quemaduras por fricción, pero nada grave, dentro de un rato, mi piel estará como nueva.
La diferencia entre luchar con un rynerer y matar a un rynerer es que en las luchas cuerpo a cuerpo con ellos, mantenerse en pie es más difícil, puesto que comparados conmigo, tienen mucha más fuerza y rapidez.
Gracias a los Dioses que tengo mucho entrenamiento.
Me levanto de la silla y descubro que el hombre es mucho más alto que yo, me lleva aproximadamente dos cabezas. Pese a la vocecita molesta en mi cabeza que me dice que no debo ser tan idiota, no me dejo intimidar por el mastodonte frente a mí. Algo me dice que es más de lo que aparenta, que su estatura no debe ser motivo para huir. Cuando era pequeña me acostumbraron a pelear con personas mayores que yo, así que dejo de lado la sensación amarga en mi estomago. Sus compañeros formaron un círculo a nuestro alrededor; miro brevemente a los míos y observo como Caleb intenta desesperadamente soltarse, mientras que los otros tres solo observan concentrados.
—Por cierto, me llamo Paolo —dice con orgullo.
—¿Acaso te pregunté, vampiro? —escupo con repugnancia.
Sus ojos se vuelven literalmente rojos y un par de colmillos se asoman cuando gruñe en mi dirección. Por alguna extraña razón, ese apelativo los enoja, creo que para ellos es denigrante que los llamen de una forma tan mundana. Lo observo fijamente, tratando de encontrar algún punto débil en toda su estructura, sin embargo, lo único que noto es un débil temblor en su mano derecha.
—No te creas tan importante, pequeña cruins, yo en mi momento también fui un excelente cazador, pero resulta que los Lairfics no son inmunes a nuestros colmillos. Llegará el momento en el que toda esa aura de arrogancia que te cargas se vaya por el garete.
Ese comentario es como si me dieran una patada en el estomago, aunque lo oculto con una leve sonrisa burlona—: No debiste ser tan bueno como para que un vampiro te alcanzara.
—Entonces tú tampoco has de ser muy buena, la mordida en tu muñeca lo demuestra —contraataca con sequedad.
Mis ojos se posan por unos segundos en mi mano y la fea cicatriz de la reciente mordida del rynerer adorna mi dorso—: La destreza no se demuestra en apariencia, sino en la fuerza —mi tono es serio.
—¿Quieres medir tu fuerza? —ríe a carcajadas— No eres más que un rostro bonito y comentarios mordaces.
—¿Crees que no soy capaz de vencerte en un combate limpio? —resalto la última palabra—Se ve a leguas que tú quieres mostrarle a tus amigos que puedes con una cazadora, aunque tienes miedo de que te gane y te deje en ridículo.
—Yo nunca tengo miedo —y con eso, ataca.
Llega hacia donde estoy con una velocidad increíble; casi no me da tiempo de quitarme de su camino, lo que hace que él pase de largo y casi choque contra la pared. Me pongo en posición de ataque, con mis piernas separadas y mis manos en puños, mientras Paolo vuelve a acercarse ahora de forma calmada, planeando sus movimientos.
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Cazar o Morir.
VampiroEn mi cultura, enamorarse de un Vampiro es traición y una abominación, pero convertirse en uno, es suficiente para ser cazado como el resto, sin importar que hayas sido uno de los míos antes. Cazar o morir. No hay elección. En el mundo donde crecí...