|1| Vecinos.

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  Capítulo uno.
Vecinos.
Nora.

La confianza del inocente es la herramienta mas útil del mentiroso —Stephen king⇝

                                (***)

Tengo vecinos nuevos.

Es lo único que está pasando por mi cabeza desde que vi el camión de la mudanza estacionado frente a la casa de al lado. Hace ya una hora, me instalé en el mueble junto a mi ventana a observar; miro todo con atención, y capto hasta los más pequeños detalles de lo que está pasando, como me enseñaron mis tulers.

Los tulers son adultos encargados de la educación y crianza de los cruins. Los cruins somos un grupo selecto de niños que tienen mayor capacidad física, y se nos  considera adultos —Lyar— cuando cumplimos los 18 años. Los Rinnt, son niños de cazadores que nacen con el derecho de vivir en Asryll desde pequeños por el simple hecho de que no tienen capacidades físicas como los Cruins. Estudian par ser políticos, músicos, filósofos, maestros, médicos, entre otros. Al cumplir los 18 años, se les permite ir al mundo humano a diestra y siniestra, con el debido cuidado de un grupo de cruins. Los cruins nacemos como un sorteo, en cada familia, debe haber un hijo cruins, que será llevado de la comodidad de la cuna de oro hasta el arduo entrenamiento que comienza desde que puedes caminar y hablar. Somos una especie que tiene el honor —nótese el sarcasmo— de servir y dar nuestra vida por el resto de la sociedad de cazadores. Nosotros somos los verdaderos cazadores, ellos solo son un montón de humanos con sangre divina, que se creen superiores a los demás.

Yo soy una cruins, y al igual que todos, fui separada de mis padres biológicos para ser criada como una guerrera. Los cazadores no pueden criar a sus hijos que son cruins, porque se dice que la sangre nos hace débiles. Los cruins no podemos tener hijos, no está permitido porque nos traen debilidades. Nos permiten visitar a nuestros padres, pero son visitas tan impersonales y frías que realmente prefiero mantenerme alejada de ellos. Considero que tengo más cariño por parte de Constantine Y Clementine Lairfic, mis tulers. No son personas cariñosas, de hecho son un par de icebergs, pero se preocupan por mí y eso es lo importante. Ellos han sido mis tulers desde que tengo memoria, y fui la primera cruins que estuvo con ellos; por eso la familiaridad. En esta casa habitan tres chicos aparte de mí, y Clementine y yo somos las únicas mujeres en este lugar.

Mis hermanos adoptivos son: Nian, Holer y Clein Lairfic. La cruins con más edad soy yo, luego me sigue Holer con 16, Nian con 15 y Clein con 13. Estoy apunto de cumplir los dieciocho años, y pronto me voy a ir a vivir a Asryll, el país de los cazadores, para recibir y llevar a cabo las tareas que demande el líder; Esa tierra de nadie en donde la gran Meliah bajó y le entregó el poder al Primero, que se lo entregó a muchos humanos que se convirtieron también en cazadores. Asryll está fuera del mapa humano, protegida por miles de hilos de Vályx ocultandola del ojo humano, y solo se puede entrar con el permiso explicito del Código. Vályx es poder absoluto controlado por los mismísimos Dioses.

Veo alejarse el camión, y justo después llega una camioneta plateada. De ella bajan dos adultos, y dos adolescentes. Todos tienen rasgos físicos parecidos, por lo que deduzco que son familia. El hombre tiene cabello castaño, por lo que puedo ver a esta distancia. La mujer es rubia, alta y hermosa, con un porte elegante; no encaja en el perfil de las personas del pueblo. Los dos adolescentes parece que se llevan unos dos años de diferencia; el chico tiene unos 18 años, la chica 16, y ambos comparten el cabello rubio de su madre. Todos tienen una belleza exuberante y un aire extraño.

El chico se voltea hacia mi ventana, como si notara mi vista puesta en él, y la quito automáticamente haciéndome la tonta, mirando a cualquier cosa menos a él. Siento el peso de su mirada, y un estremecimiento recorre mi cuerpo. La familia entra a su casa, y los pierdo de de vista. Mi habitación es pequeña, con una cama individual, una mesita de noche, un armario, un escritorio, la silla donde estoy sentada y un cajón a los pies de la cama. El lugar es impersonal, porque nos mudamos constantemente y no vale la pena dejar mis huellas.

Cazar o Morir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora