|7| Misión de rescate.

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Capítulo siete.
Misión de rescate.
Nora.

La maldad puede venir envuelta en un paquete precioso, atrayente ante nuestros ojos, ¿o de qué otra forma caeríamos en ella? —Heist.

                            (***)

La primera cosa que pasa por mi mente al atravesar el portal es que no quiero volver a hacerlo. Es una sensación extraña en el estómago, como si me estuvieran retorciendo las entrañas y pateando el esófago.

En conclusión, es incómodo.

Concentro todas mis energías en mantener mi desayuno dentro de mí al mismo tiempo que mis pies tocan el suelo. El resto del grupo hace lo mismo, y noto con diversión el color enfermizo que invade el rostro de Caleb.

Es muy débil.

La ciudad de Londres invade mis sentidos una vez reacciono a mi entorno; los sonidos cotidianos de una tarde en este sitio me sacan una sonrisa; los humanos son tan ingenuos, no tienen idea que pueden estar caminando junto a bestias que en cualquier momento pueden acabar con sus efímeras existencias.

Nuestro grupo llama la atención, muchas personas se nos quedan observando con extrañeza o admiración. Es fascinante ver la diversidad de personas en un lugar tan grande, los diferentes tonos de piel, estilos, ropa, y edades. Caminamos hacia una base militar cercana, la cual, según lo que nos informa Thiago, es un conducto entre los humanos y los Lairfics. No es difícil entrar, el solo hecho de mostrarles el equipo al guardia es suficiente. Todo es simple y discreto, no interactuamos con ningún soldado humano y  nadie nos molesta.

—Tomaremos aquel auto de allá —señala Thiago—, y llegaremos hasta el embarcadero. No está muy lejos de aquí, solo a 15 minutos, pero es mejor no perder tiempo. Caleb, tu manejas, Nora irá de copiloto y ustedes estarán conmigo, atrás.

Acatamos las ordenes, sin rechistar. El ambiente es tenso y extraño, cosa que no entiendo; no quiero ser ególatra y decir que están así  por mi presencia, pero eso es lo que creo, porque hasta Thiago está incómodo. No sé si es por el peso de la misión, quizás solo estoy exagerando.

El automóvil es un Jeep negro del ejército, y me enamoro instantáneamente del sonido del motor; nos tiene a Caleb y a mí haciendo ojitos, y reímos un poco al ver nuestras reacciones.

—Al parecer no has cambiado absolutamente nada, Nora —sonríe cálido, aliviando un poco la tensión.

—Eso creo —contesto—, aunque creo que ya no soy desgarbada y flacucha.

—Parecías una jirafa —arranca, saliendo del complejo—. Eras súper tierna, tan tierna como un gatito.

Hago un puchero fingido—: Yo no soy tierna, creo que más bien podrías compararme con un león o un tigre de bengala.

—Creo que tienes un poco de las tres, a fin de cuentas son todos felinos.

Ruedo los ojos—: Es usted muy maduro, soldado —digo con sarcasmo.

—Es usted muy amable, señorita.

Caleb es un chico muy cálido, casi como si destilara alegría, y todo es muy colorido con él, es como si llenara mis manos de pintura y decorara una habitación. La simple presencia de Caleb traía alegría, es de esas personas que no pierden su brillo por nada, y que tratan de hacer brillar a los demás. Nunca vi envidia en los ojos del muchacho, tiene un alma muy buena y pasiva, aunque sé que para luchar es toda una máquina.

Cazar o Morir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora