Habían pasado un par de días después de la imposición de sus castigos y, desde el lunes, habían tenido una rutina bastante aburrida; Se levantaban sobre la misma hora que cada día de entre semana e intentaban encontrar algo con lo que distraerse hasta que llegaba el momento de dirigirse a la academia para cumplir con la parte de la limpieza de los baños. Decidieron repartirse para terminar más rápido, lo echaron a suertes quedando como resultado Tsukasa limpiando los baños de chicos y Amane los de las chicas. Los dos se decepcionaron por los resultados, Tsukasa pensaba que su hermano se había llevado la parte más ligera del trabajo y Amane envidiaba el hecho de que le tocara limpiar cómodamente el baño de los chicos sin miedo a que alguien entrara y malinterpretara la situación.
La primera semana pasó relativamente rápido, sin mayores incidentes que algunos encuentros esporádicos con usuarios de los servicios. Aun así los chicos no podían evitar aburrirse, al fin y al cabo los días eran casi todos iguales y pronto se acabaron las ideas para distraerse dentro de casa, el menor de los dos era el que más sentía el "aislamiento", tanto que siempre que había que hacer un recado fuera de la casa, por pequeño que fuera, se encargaba de este sin permitir que su gemelo siquiera contemplara la posibilidad de llevarlo a cabo. Llegó a un punto en el que le sugirió a Amane conseguir un perro callejero para que les hiciera compañía y les diera más excusas para salir de su hogar.
-"¿Y para que quiero yo otro perro?- Contra todo pronostico Amane llevaba muy bien aquella reclusión, podría decirse que hasta la estaba disfrutando y le daría pena cuando esta terminara. Pues por muy increíble que parezca él no era un chico muy dado a la interacción social, no tanto como su gemelo que siempre estaba desesperado por alguna. No, Amane era un chico muy tranquilo y reservado, encantador, educado y se preguntaba continuamente por qué era tan popular en su escuela si, en esencia solo hablaba con su hermano, Akane y Kou.-Contigo por aquí ya tengo más que suficiente."
-"¡Amaneeee!-Gritó indignado mientras agitaba sus brazos de arriba a abajo como si fuera un niño en una caricatura. El aludido se limitó a sonreír y continuó escribiendo su trabajo sobre el museo en su ordenador.-¡No me ignoreees!"
-"Eso es bastante difícil.- Contestó sin levantar los ojos de la pantalla. Necesitaba acabar con aquella conversación lo más pronto posible para continuar con aquel proyecto en paz. Alzó los ojos un instante y se encontró con Tsukasa poniéndole ojitos de cachorro abandonado, también hacía temblar su labio inferior en un adorable puchero "¿¡Cómo puede continuar teniendo un efecto adorable a su edad!?" pensó Amane para sus adentros. Suspiró cansado y se enderezó en su asiento antes de volver a hablar.- Si eres capaz de encontrar un perro abandonado, que no sea demasiado grande, que no esté muy viejo y que no sea muy ruidoso cuando vayamos a la escuela a limpiar...te lo podrás quedar."
Los ojos de Tsukasa se abrieron y se iluminaron como dos brillantes estrellas por la ilusión que la afirmativa de su hermano le había proporcionado. Salió corriendo hacia su habitación y cerró la puerta con fuerza e ímpetu. Amane ya se arrepentía de lo que había dicho, intentó calmarse pensando que con las condiciones que le había puesto le sería muy difícil, por no decir imposible, encontrar un animal en tan poco tiempo, pero una voz en lo profundo de su cabeza le recordó las otras ocasiones en las que Tsukasa había conseguido lo "imposible" una vez se lo propuso. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal y estuvo unos momentos paralizado por este, pensando en todas las nuevas responsabilidades que traería consigo el animal, si su hermano daba con uno, y también en todos los líos en los que se meterían solo por haber considerado la idea sin consultarla con su padre. Ahora si que le sería imposible concentrarse en su trabajo.
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Ella
FanfictionLos gemelos Yugi no tienen una vida fácil, entre dramas familiares y escolares parece ser que estos dos castaños son auténticos imanes para los problemas y los desastres. Hasta ahora han podido sobrevivir dieciséis largos años prácticamente por su c...