Quiero saber algo. Pero no del que se sienta a mi lado esperando el autobús o del que viene cada mañana a entregar el periódico, quiero escucharlo de ti.
Si, de ti, desgraciado sin rostro. De ti, del espectro de la túnica negra y la máscara de arlequín. Si, solo de ti.
Quiero que me digas ¿Cómo puedes andar con el rostro más alto que el supuesto dios de los cielos cuando tu boca debería estar pelada y postúlenla de todas las mentiras que escupe a diario?
¿Cómo un oportunista ridículo e ignorante ha adquirido los complejos de un dios olímpico con ese halo de pureza que no es más que un pedazo cartón burdamente pintado de amarillo cuando te das cuenta del rio de sangre que fluye tras su sombra de traidor y que entre esa masa sanguinolenta, flota inerte, cual feto abortado; tu humanidad.
Oh humanidad, ahí está, degollada como bestia de matadero cuyos ojos ya opacos por la sombra de la muerte lanzan una última suplica de piedad. Pobre humanidad.
No te juzgo por buscar la gloria, admito, todos la quieren. Pero me es inaceptable ver como la tuya tiene de cimientos el hogar del pobre diablo. Aunque no creo que puedas llamar hogar a un techo de zinc y unas tablas mal clavadas. A las manos callosas del joven de la calle que trabaja más horas al día que tú en una semana pero aun así ganando un salario por debajo del mínimo establecido. Aquel joven, aquel joven, anoto, sólo tiene 14 años. 14 años y un padre borracho, 14 años y una madre que se dobla todos los días limpiando pisos de casas ajenas para que el dinero no les alcance ni para pagarse un respiro... Por ello el está en la calle y no en alguna de las aulas del estado cada vez más vacías, vacías y con educadores cuya vocación brilla con la fuerza de todos los soles del universo conocido por su ausencia. O sobre el llanto sordo de la anciana que se seca bajo el sol en su vieja mecedora y llora de dolor presa de una enfermedad que no puede tratar porque el dinero que le entra de su mísera pensión de haber trabajado 45 años en el estado no le da ni para pagar la mitad de los medicamentos que necesita, no menciones médicos... Ella solo se seguirá meciendo en aquella mecedora que cruje con cada vaivén, se seguirá meciendo hasta que se desplome inerte en una última mueca agonizante y morirá. Morirá como otros miles, morirá sin sepultura digna o ataúd decorado, porque para su muerte pobre solo seguro tiene el hoyo y un rosario en el cuello.
Ese es el terreno sobre el que creaste tu pantomima de imperio, imperio del que solo está el dinero del rey, pero sin nada para el pueblo. Y si no piensas volver polvo aquellos papeles de colores con números varios cuando mueras para que te acompañen para la eternidad; recuerda que quedaremos los vivos que siempre miraste por encima del hombro a quienes les vendrían mejor que a un bastardo muerto, en un ataúd de cedro.
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letras introvertidas
Puisicompendio de poemas, cuentos, ensayos y pensamientos ocacionales