La casa familiar de los Rhodents, también conocida como La Madriguera, estaba justo al lado de la Canyne y era la más pequeña. Aparentemente. Desde afuera parecía poco más que una cabaña con paredes de ladrillo rojo, techo de tejas verdes y ventanas circulares de vidrio cromado semienterrada en una colina al estilo de las casas hobbies de "El señor de los anillos". Sin embargo, esa parte visible no era más que la entrada a la verdadera sede del clan. Las escaleras de caracol que empezaban allí descendían ocho metros bajo tierra hasta el salón principal haciendo escala en un balcón interior. Los seis cuartos se encontraban en la planta más baja dispuestos alrededor de la sala circular.
Scoot se despertó a la 5:00 de la mañana con "Beliver" de Imagine Dragons sonándole en la oreja. Silenció rápidamente el aparato antes de que despertara a alguien más. Había hecho el reloj de pulsera con alarma musical cuando tenía 9 años expresamente para cuando ingresara en la Academia y tuviera que dejar su Iphone en casa, claro que las cosas habían cambiado mucho desde entonces, pero había consuelo en que el aparato siguiera cumpliendo la función para la que fue creado.
Los Rhodents dormían literalmente en huecos practicados en la pared del cuarto redondo. Los huecos tenían forma de arco y eran lo suficientemente grandes para albergar una cama personal de costado, un armario y una encimera de piedra pulida tallada de la misma roca. Una cortina rojo vino tan gruesa que no dejaba pasar un ápice de luz colgaba en frente para darles privacidad.
Scoot buscó a tientas una sudadera en la primera gabeta del armario y se la puso junto con sus gafas antes de abrir la cortina. Afuera la iluminación tenue y amarillenta provenienía de unos apliques de hierro que estaban fijos en las paredes de toda la instalación y que permanecían encendidos 24/7. Sus pasos retumbaron mientras salía de la habitación y subía la escalera de caracol hasta la planta intermedia. Allí arriba estaban las habitaciones de los líderes, la sala de reuniones, la biblioteca y también el gimnasio, que era a donde Scoot se dirigía. En general cada residencia tenía uno pero sin duda este era el menos utilizado.
Scoot se sabía de memoria su rutina así que no perdió un segundo. Después de un breve calentamiento se acercó a una máquina de ejercicios para brazos y tomó una liga en cada mano. Adelante. Atrás. Adelante. Atrás.
Cuatro minutos después ya temblaba del esfuerzo y respiraba con dificultad.
Blandengue, pensó con fastidio.
Pero no se detuvo. Con determinación terminó los diez minutos que se había impuesto a sí mismo antes de pasar a la máquina de pesas.
Cinco meses y medio habían pasado desde la primera vez que Scoot puso un pie en el gimnasio. Exactamente al día siguiente de llegar a la isla. Cinco días después de haber pasado por su primera transformación.Había nacido en el seno de una familia de la aristocracia de la especie donde todavía la pureza de la sangre era algo a tener en cuenta por encima de muchas cosas. Pertenecían al clan Equius, el clan de los caballos, conocido como el más orgulloso. Su padre cambiaba en un magnífico semental marrón, su madre a una yegua baya, su hermano y hermana mayor se habían graduado ambos de la academia hacía un par de años. El primero pasaba por un caballo mongol negro y la segunda por un pony color crema con un lucero blanco en la frente. Eran la familia perfecta, siempre y cuando él no estuviera presente. Aunque en ese entonces no lo notaba, Scoot siempre lo había visto todo desde afuera. Desde el día de su nacimiento fue un problema cuando casi mueren ambos, su madre y él, en la sala del hospital privado de la especie donde fueron atendidos. Nació con apenas seis meses, pesando menos de tres libras y le costó el útero a su madre. Creció en la mansión de su familia al sur de California, donde tenían una de las fincas ganaderas más prestigiosas de la región. Scoot nunca pudo montar una caballo. Con frecuencia los animales se encabritaban con su presencia y si lograba subirse en uno no pasaba más de un minuto antes de que este lo mandara volando. Dejo de intentarlo a los diez años luego de un accidente particularmente doloroso. Físicamente también era muy diferente a sus hermanos. El varón era un joven trigueño, bien parecido, popular, en especial entre las chicas y que no se perdía una fiesta, aún así tenía un alma noble; la hembra era una chica enérgica, desde pequeña destacó en todo lo que hacía, era agraciada y ya estaba prometida a un joven Equius de otra familia aristócrata de Nebraska y aunque a ella no le hacía ninguna gracia el cambio de ambiente se había resignado a cumplir con el "deber familiar". Dentro de todo eso, él era un muchacho delgado, pequeño, con gafas y nerd de las tecnologías desde que tenía uso de razón. Sin embargo sus padres lo "amaban" al igual que sus hermanos. Lo llevaban a todas las fiestas y lo presentaban, no con orgullo, pero por lo menos lo hacían. Nunca le dieron de lado. Y aunque era cierto que de vez en cuando los sorprendía mirándolo con preocupación también tenía recuerdos de su padre cargándolo sobre sus hombros cuando tenía cinco años mientras le contaba la historia del surgimiento de la especie, de cuando sus antepasados habían llegado a América cruzando el mar rodeados de humanos. Scoot siempre estuvo orgulloso de su familia y orgulloso de ser un Equius.
Solo que..... él no era uno.
Su primera transformación fue programada para el día de su decimosexto cumpleaños y se pidió permiso al consejo para hacerla en la mansión, una práctica común entre miembros de la aristocracia. Se construyó una habitación de contención en el patio trasero para él, con ventanas reforzadas y una puerta de acero. Como dictaba la tradición se organizó una gran fiesta que duraría toda la noche y se invitó a todo el que sus padres consideraron "dignos" de presenciar el gran acto de su hijo menor conviertiéndose en hombre, es decir: todo aquel que proviniese de una familia respetable de sangre pura.
A las cinco de la tarde, cuando Scoot bajó de su habitación vestido con una túnica oscura de tela suave, la mansión estaba atestada de hombres de traje, mujeres cubiertas de piedras brillantes y criados del librea que recorrían las habitaciones cargados con bandejas de vinos y bocadillos. Él, que se había pasado largos minutos mirando en el espejo como la fina tela que envolvía su cuerpo delgado lo hacía parecer un poco más afeminado de lo normal, ahora, rodeado del lujo de personas que no conocía, no sentía que fuera el motivo de la fiesta. Lo cual era cierto, todo era un conjunto de movimientos calculado para establecer una posición social. Pero en ese momento se negó a analizar la idea muy de cerca. En especial cuando su padre, al pie de la escalera donde el estaba pidió silencio para proceder con la ceremonia.
Scoot bajó las escalera de madera encerada con paso suave. Ese era su momento. El momento de retribuir todo el amor que le habían dado sus padres y convertirse por fin en un motivo de orgullo para su familia. En su imaginación se transformaba en un semental similar al de su padre, y luego, cuando volvía a su forma humana, tenía un cuerpo atlético como el de su hermano mayor y se enamoraba de una jovencita de sociedad en edad de casarse. Incluso llegó a pasear la vista por la habitación en busca de su futura prometida, pero estaba demasiado nervioso como para hacer mucho más que poner un pie frente al otro.
Su padre fue el donante de la sangre que activaría el cambio. Una enfermera que venía con la agente de gobierno encargada de oficiar la ceremonia fue la que hizo la extracción. Cinco minutos después Scoot estaba de pie en el centro de la cuarto de contención con una aguja en el brazo mientras el líquido rojo se impulsaba en su torrente sanguíneo. Apenas hubo terminado la mujer hizo una rápida reverencia y salió del cuarto cerrando la puerta con cerrojo.
Los primeros calores no tardaron en llegar. La bola de fuego le subió a Scoot desde la punta de los dedos hasta la cabeza provocándole un dolor sordo que lo lanzó al suelo, otra oleada se desencadenó en su estomago y lo hizo vomitar lo poco que había comido ese día y luego comenzó a convulsionar y temblar sin parar. Para él podrían haber pasado 5 minutos o 1 hora de aquella tortura cuando perdió el conocimiento.
Para su familia, que lo miraba todo a través de la pared de vidrio fue muy diferente. Apenas Scoot comenzó a retorcerse en el piso supieron que algo no estaba saliendo bien. Los rasgos que estaba adoptando su hijo menor no se parecían en nada a los de su clan. No tuvieron mucho tiempo para pensar en ello. Scoot desapareció literalmente de vista, dejando apenas un montón de tela arrugada demostrando una rapidez de transformación que pronosticaba que sería de los mejores de su clase pero nadie reparó en ese detalle. El padre se lanzó dentro de la habitación convencido de que suparecerse había esfumado por arte de magia. La decepción cuando un roedor del tamaño de una lata de Coca Cola salió de la tela mirándolo con los característicos ojos cafés de su hijo se transformó en cólera. Salió hecho una fiera del cuarto llamando a voz de cuello a su mujer.
Scoot despertó en el mismo suelo frío donde se había desmayado dos horas después. Levantándose con dificultad se sorprendió de la efectividad del cuarto de contención que había salido sin un solo rasguño pues él conocía los destrozos que causaron sus hermanos en su primer cambio. Tapándose con la sorprendentemente intacta túnica salió por la puerta que su padre había dejado abierta de par en par. Atravesó el umbral seguro de que del otro lado había una especie de fiesta sorpresa.
Nada
No había rastro de nadie en el patio trasero de su casa. Tampoco se oía el ajetreo de los invitados. Mirando al cielo Scoot se preguntó si había pasado tanto tiempo inconsciente que la fiesta había concluido. Fue entonces cuando escuchó el ruido de vidrios rotos proveniente de la mansión y se precipitó a la carrera. El llanto de su madre y los gritos de su padre lo frenaron en la puerta trasera.
- ...uta de mierda. Eso es lo que eres. ¿Cuantos años llevas traicionándome? ¿He? - gritaba su padre
Y luego la voz de su hermano siempre razonable tratando de hacerse oír por encima.
- ¡Papá, cálmate, debe haber otra explicación! ¡Vamos a hablarlo de forma civilizada!
Más sollozos de mujer
- ¡Si por lo menos hubiera sido con alguien de nivel! - seguía gritando su padre - Aaaaa. Pero no. No eres más que una puta que se acuesta con cualquiera.
Para ese entonces Scoot decidió intervenir y ayudar en lo que pudiera a su hermano y entró.
- Un maldito Rhodent. ¡TE ACOSTASTE CON UN MALDITO RATÓN!
Entonces todo encajó. La túnica intacta, las paredes sin ralladuras del cuarto de contención, las ausencia de los invitados y también los gritos de su padre ya que su árbol genealógico era puro y puesto que el gen tenía que venir de alguna parte lo más lógico era suponer que era hijo de otro hombre. Todos los ojos de la habitación se volvieron hacia él. Su hermana esta pálida en una esquina, su madre lloraba sobre la alfombra y su hermano estaba parado fermente entre ambos progenitores. Pero lo que Scoot nunca olvidaría era la mirada de decepción, odio y furia de su padre.
- Tú, maldita coballa - le escupió - Sal inmediatamente de mi vista. No quiero volver a verte nunca más. Eres una vergüenza para nuestra familia y espero que con el tiempo el error de tu existencia de borre de mi memoria - declaró y nadie, absutamente nadie dijo nada al respecto.
Del día y la noche siguiente Scoot recordaba bien poco. Se pasó las horas en su cuarto, tendido en la cama con la vista fija en el techo color crema. Lo habían abandonado, toda su familia le dio la espalda porque no era en maldito sangre pura. En algún momento distinguió los pasos de su abuela materna en el pasillo. Había venido a declarar que la que portaba el gen "defectuoso" era ella y no su hija: su madre el había confesado en su lecho de muerte ser hija de un chico Rhodent previendo que alguno de sus descendientes pudiera sacar el gen extraviado. Según explicó su hermana que había ido a verlo a escondidas en la madrugada, la declaración no había calmado la cólera de su padre, más bien lo contrario, ya que al parecer era mejor que tu mujer se acostara con otro a que tus hijos ya no fueran sangre pura. También le contó que no habían pasado ni quince minutos de la salida de la anciana cuando el señor de la casa presentó los papeles del divorcio ante su esposa.
Scoot escuchó a su hermana sin apartar la vista del techo. Entre toda la vorágine que había causado se sentía como una quiste, una enfermedad, un tumor, algo para ser eliminado cuanto antes. Por eso no se sorprendió cuando su hermano apareció en su cuarto a la mañana siguiente para decirle que recogiera sus cosas, que se iba para la Academia.
Se fue de casa en un coche del gobierno changerst negro con ventanas tintadas, apenas despedido por las miradas compasivas de sus hermanos a quienes el valor solo les alcanzó para despedirlo de lejos. Le echó un vistazo a la casa donde había crecido y se permitió a si mismo soltar una solitaria lágrima por todo lo que dejaba detrás, sabiendo que nunca iba a volver a poner sus pies en la mansión. Ese ya no era su hogar.
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La Sangre de los Dragones
FantasíaHasta el día de su primera transformación, el mayor problema de Triane había sido no encajar en el mundo humano. Cuando se ve arrastrada contra su voluntad a una academia para iniciar el curso como changerst y aprender a controlar su lado más salvaj...