¿Un reencuentro inesperado?

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Sentía los ojos pesados, no podía abrirlos, o tal vez no quería. Luego de unos minutos decidió abrirlos, pero se sintió desorientada, no sabía dónde se encontraba, ni qué hacía allí. Vio a una mujer entrar a la habitación, se había presentado como Carla Shawn y era la enfermera que estaba a cargo de ella, le contó que estaba en el hospital y que había estado en coma durante dos meses.

Comenzó a recordar lo ocurrido, el auto, la sangre, los gritos de Noelia, Tom... ¡Tom!

–¡Tom! Mi hermano, ¿dónde está? –le preguntó alterada, la enfermera no respondió, sólo salió de la habitación sin decir una palabra, esa no era una buena señal.

Un par de minutos después una mujer con bata blanca llegó a la habitación, le dijo algo a la enfermera, luego esta se fue y la que supuso era su doctora se acercó con una sonrisa.

–Hola Kensi, soy Julia. –la menor la analizó de pies a cabeza, blanca, cabello castaño, ojos color miel, tenía un gafete en su bata con su nombre "Dra. Julia Miller.", se le hacía familiar, pero no sabía de dónde. –¿Sabes por qué estás aquí? ¿Recuerdas lo que pasó?

–Sí. –respondió mirando sus manos, sólo pensaba en una cosa, o mejor dicho persona. –¿Tom está bien?

–Me temo que no cariño, él murió hace casi un mes, de un ataque cardíaco. –dijo la doctora observándola, se había quedado en shock, ¿Tom estaba muerto? No era posible. Había algo que se le hizo más incomprensible.

«¿Cómo que un ataque cardíaco?»

–Tom nunca tuvo problemas con su corazón. –susurró.

–En verdad lo lamento. –dijo Julia.

Kensi no pudo evitar que las lágrimas comenzarán a brotar de sus ojos, por instinto la mayor la abrazó y ella le regresó el abrazo, no le gustaba que las personas la vieran en ese estado, pero tenía una sensación de tranquilidad, la calidez de ese abrazo hizo que se calmara un poco, se sentía protegida en los brazos de esa desconocida, quien le acariciaba la espalda y la cabeza.

Julia Miller tenía apenas un mes de haber comenzado a trabajar a ese hospital cuando a emergencias llegaron dos niños de doce años que habían tenido un accidente de auto, ella y su compañero, el doctor Harry Ford, los recibieron, los paramédicos les hablaron de la situación y ambos fueron llevados a sala de operaciones.

Los pacientes eran dos hermanos llamados Tom y Kensi Williams, el Dr. Ford había atendido a Tom, quien había salido de cirugía primero, cuando iba a informar la condición de su paciente la doctora Miller lo llamó.

–Doctora Miller, ¿su paciente salió de cirugía? Iba a avisarle a los padres.

–Sí, ya salió, pero el golpe es su cabeza fue más grave de lo que pensamos y entró en estado de coma.

–Ya veo, yo les diré a sus padres.

–Se lo agradezco mucho.

Desde que la paramédico dijo el primer nombre de la niña tuvo una sensación extraña, debió pedirle a un colega que realizara la cirugía porque no sentía bien. Luego de hablar con el doctor se dirigió a la habitación donde se encontraba su nueva paciente, pero se paralizó en la puerta al verla, se le hizo un nudo en la garganta, su corazón le decía que era su hija y se le oprimió el pecho al pensar en esa idea.

Dos días después de la muerte de Tom, el niño rubio que visitaba a Kensi constantemente llegó vistiendo un traje negro, Julia supuso que antes estaba en el funeral. Ella sonrió y le dijo que podía pasar, luego de observarla entró, se acercó a la mesa donde había una carta, iba a meter algo en el sobre, pero se cayó, la mayor lo recogió y lo sostuvo, dejó de respirar por unos segundos y una lágrima resbaló por su mejilla.

–¿Se encuentra bien? –reaccionó al ver la cara de preocupación del niño y se limpió la mejilla.

–Lo lamento, es un lindo collar. –dijo devolviendo el objeto.

–Sí, Tom me pidió que se lo diera.

–¿No querrías entregárselo cuando despierte? –preguntó sonriendo.

–Y si no despierta nunca... –había comenzado a llorar.

Era comprensible, su amigo había muerto y no sabía si su amiga terminaría igual, Kensi era muy especial para él. Además sólo tenía doce años.

–Tranquilo, no llores. –pidió, se agachó hasta quedar a la misma altura que él. –Ten esperanza, ella despertará pronto.

–Sí. –se secó la cara, caminó hacia la camilla y abrazó a la chica, le dijo algo a oído y luego se marchó despidiéndose de la doctora.

–En verdad le agradezco, por hacer sentir mejor a Alex y por cuidar de Kensi. Soy Elisa la madre de Alex. –se presentó.

–Julia Miller, soy la doctora de Kensi, es un placer.

–Ya debemos irnos, pero gracias.

Estando completamente segura de que no había nadie dejó que las lágrimas salieran y mojaran sus mejillas, el collar que tenía Alex era el mismo que su difunto esposo le había regalado a su pequeña hija. Ahora estaba más segura que antes, la niña que estaba en esa camilla era su hija, no sabía bien como actuar, así que le dio un beso en la frente, se secó la cara y salió de la habitación.

–¿Dónde están Noelia y Alfred? –preguntó Kensi, la doctora no sabía cómo decirle pero decidió ser directa.

–Ellos... no han venido.

–Ya veo... –su reacción no había sido para nada la que creyó que sería, Kensi se veía muy calmada y seria. A Julia le pareció extraño que no quisiera saber más de ellos, no quería incomodarla pero tenía que preguntar.

–¿No quieres que los contactemos? –preguntó sutilmente, la contraria negó con la cabeza, tenía sentido que no tuviera deseos de verlos luego de enterarse que no volvieron para estar con ella. –Muy bien.

A Kensi se le vino una pregunta a la mente: "¿Será posible que ella sea mi madre biológica?"

Se sentía bien estando con ella, tal vez sí lo fuera, quizá si le preguntaba podría decirle que sí o no, podría tener miedo y mentir. Habían muchas posibilidades.

–¿Nos conocemos de alguna parte? –se arriesgó a preguntar. Julia no estaba segura de si debía decirle quién era en realidad. Habían sido muchas emociones por un día, así que prefirió no hacerlo. Tendría más tiempo de acercarse a ella.

–No, no lo creo.

–Ya veo. –dijo algo decepcionada.

Algún día todo cambiaráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora