Tragedia

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Después de hablar con Alex sentía que se había quitado un peso de encima, confiaba en él y sabía que lo ayudaría.
Por otro lado, estaba muy molesto con Chris, se suponía que era su mejor amigo, Kensi estaba luchando por su vida por haberlo salvado pero él no fue a visitarlos en ningún momento. Con respecto a sus padres, estaba aún más molesto con ellos.

–Tom, ya vinimos. -le dijo Noelia con voz melódica, pero él sólo seguía mirando la ventana, pensando en lo egoístas y crueles que eran sus progenitores. –¿cariño qué...

–Mamá dime ¿Por qué no han ido a ver a Kensi? –le preguntó interrumpiendola, la mujer se sorprendió pero su rostro cambió a uno de enojo.

–¡¿FUISTE A VERLA AUNQUE TE DIJE QUE NO LO HICIERAS?! –le gritó; ella insistía en seguir culpando a Kensi del accidente. Alfred intentó calmarla pero ella lo ignoró. –Sabía que adoptar a esa niña había sido un error.

–¡TE ODIO MAMÁ! –le gritó. Si Tom no fuera su tesoro Noelia ya lo hubiera golpeado. –Has culpado a Kensi del accidente aunque fue tu culpa, fuiste tú la última que uso el auto, seguramente no pusiste el freno.

–¡Ella es la culpable de lo que pasó! Te empujó.

–¡Ella no tuvo nada que ver! –exclamó defendiendo a su querida hermana. –¡Fue culpa de ustedes dos!

–No sabes de lo que estás hablando.

–¡Claro que lo sé! Ustedes... son... m-malos padres... –dijo con dificultad, buscó el botón para llamar a la enfermera y al encontrarlo lo presionó varias veces.

–Tom, ¿qué te sucede? –preguntó la mujer preocupada, Alfred, quien no había dicho nada desde que llegaron, salió rápido de la habitación en busca de ayuda.

Tres enfermeras llegaron junto al doctor Harry Ford, el médico que había estado a cargo de Tom, rápidamente sacaron a los padres, cerraron la cortina y revisaron al niño.

Se escuchó un largo “piiiiiiiiiiiii....” dentro de la habitación.

–¡Lo perdemos!

–Desfibrilador, carga 300. ¡Despejen! –el pitido de la máquina siguió sonando, el doctor insistía por intentar revivir a su paciente.

–Doctor Ford, –una enfermera puso su mano en el hombro de su superior. –ya no podemos hacer nada.

Era un niño de doce años, sano y estaba casi completamente recuperado de sus heridas por el accidente, jamás había presentado síntomas de algún problema en el corazón, pero había sufrido un ataque cardíaco, era extraño.

–Apaguen todo. –dijo con pesar, miró el reloj en la pared. –Hora de muerte 13:32.

Cuando salió de la habitación vio a los padres angustiados, el dar noticias de fallecimientos y ver a los familiares y amigos llorar por esa persona eran cosas que no le gustaba ver ni hacer, era la parte que odiaba de su trabajo.

–Señor y señora Williams. –llamó el doctor.

–Doctor, ¿cómo está? –preguntaron ambos, el hombre de la bata blanca los miró serio.

-Lamento informarles que su hijo murió. –Noelia comenzó a llorar desconsolada y su esposo la abrazaba.

–Su hija, Kensi, está...

–¡NO! –gritó enojada interrumpiéndolo. Todos los presentes en la sala voltearon al escucharla, las enfermeras que salían de la habitación se asustaron un poco, podía notarse la rabia en los ojos de la mujer. –¡No quiero ver a esa mocosa. ¡Ella es la culpable!

Noelia estaba furiosa con Kensi, por su culpa Tom le dijo que la odiaba, las últimas palabras que su bebé le había dicho.

Todos se sorprendieron al ver que la pareja no mostraba signos de querer estar con su hija, aun en la condición que se encontraba.

Alfred seguía sin decir nada, por su actitud parecía no estar totalmente de acuerdo con su esposa.

El doctor Ford no podía creer que esa mujer pudiera culpar a su hija por el accidente, no tenía sentido, ¿cómo podría una niña de doce años haberlo causado? Por lo que sabía las ruedas del auto resbalaron por causa del hielo.

Sus heridas eran más graves que las de Tom, lo que sugería que ella intentó proteger a su hermano con su cuerpo.

–Entiendo, lamento su pérdida. Con su permiso, me retiro.

El doctor Ford subió al área de cuidados intensivos a preguntar por la castaña.

–Disculpe doctora Miller.

–Oh, Dr. Ford. ¿En qué puedo ayudarle?

–Una de sus pacientes, Kensi Williams.

–Sí, ¿qué sucede con ella? –preguntó confundida

–¿Aún no despierta?

–Me temo que no, ¿por qué la pregunta?

–Bueno, su hermano Tom murió hace unos minutos.

–¿Y sus padres? –tenía curiosidad por saber dónde estaban.

–No quieren verla. –respondió decaído, la mujer se entristeció por la niña, no merecía unos padres así.

–Entiendo, bueno, no han venido ni una sola vez a verla.

–No puedo creerlo expresó el hombre.

Se despidieron y cada uno tomó su camino. Julia se quedó mirando a Kensi desde la puerta de la habitación, cuando despertara ella sería quien le diría sobre la muerte de su hermano, al igual que su colega odiaba esa parte de su trabajo.

Algún día todo cambiaráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora