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el día estaba soleado, ideal para estar en el parque, tal como jisung y minho. se les había vuelto una costumbre juntarse en el parque cada vez que les fuera posible, adoraban pasar el tiempo juntos y a ambos les hacia felices.
la mano de jisung se encontraba sobre la mano del castaño, palma con palma, y el mismo observaba aquello; la mano ajena se veía tan pequeña y frágil a su lado, pero jisung, sin embargo, era la persona más fuerte que había conocido en toda su vida.

— dime, minmin...

dirigió su mirada al rostro ajeno cuando lo escuchó hablar. — ¿sí?

— ¿cuál es tu cosa favorita en el mundo?

volvió a desviar su mirada hacia sus manos. — los tulipanes.

— ¿los tulipanes? — hizo una pequeña mueca de confusión.

— me recuerdan a ti. — se encogió de hombros. — ¿cuál es tu cosa favorita en el mundo?

sus mejillas se tiñeron, levemente, de carmín, algo que fue evidente por su piel tan pálida, también bajó su mirada hacia sus manos, soltando una pequeña risa. — no lo sé...

— a ti te gusta todo, — sonrió. — es imposible que puedas elegir una cosa que sea tu favori-

— los gatos. — interrumpió.

el castaño alzó sus cejas, esperando que el menor explicara porqué había elegido a los gatos.

— me recuerdan a ti.

soltó una ligera risa. — también me gustan los gatos.

— ¿y qué es lo que más odias?

guardó silencio, odiaba demasiadas cosas pero, ¿qué era lo que más odiaba de todas ellas? podría responder que a si mismo, pero sabía que jisung lo regañaría. soltó un suspiro. — mis pensamientos tan malos.

el menor colocó su mano libre sobre la frente contraria con su ceño ligeramente fruncido.

— ¿qué haces, jisung?

— sh... guarda silencio... — susurró. — estoy ahuyentando a tus malos pensamientos.

no pudo evitar soltar una risa ante esa respuesta. tomó, con extrema delicadeza, la muñeca ajena para quitarla de su frente, mientras le dedicaba una sonrisa. — dime, ¿qué es lo que tú más odias?

el rubio hizo una mueca, realmente no solía odiar muchas cosas y tampoco se quejaba de las cosas que odiaba porque no tenía tiempo para hacerlo, pero al final del día el odio era un sentimiento que no podía evitar por más que quisiera. — perder mi cabello... — susurró al final, luego de pensarlo.

el mayor levantó su mirada y se chocó con los ojos cristalinos del menor, más que odio parecía tristeza y, claramente, no podía culparlo en lo absoluto, no entendía lo que jisung sentía cada vez que el medicamento pasaba por sus venas pero sabía que tenía que ser una de las peores sensaciones del mundo, aún así la sonrisa y buenas vibras del chico no lograban desvanecerse, él estaba siendo más fuerte de lo que debería y admiraba aquello.
aprovechó que sus manos se encontraban juntas para poder entrelazar las mismas y acercarse un poco más a él, tomando por sorpresa al menor.

— jisung...

— oh, lo siento, solo... — esbozó una sonrisa amarga, intentando con todas sus fuerzas no derramar ninguna lágrima que amenazaba con salir. — ... no creí que mi enfermedad...

soltó la mano ajena y lo rodeó con sus brazos, apegandolo a su pecho, un abrazo siempre funcionaba cuando sus ganas de vivir se esfumaban y necesitaba conseguir apoyo de algún modo. — eres tan valiente, jisung...

no pudo evitar sorprenderse ante el abrazo del contrario, era su primer abrazo y odiaba sentirse tan triste en ese momento, aún así rodeó el cuello ajeno con sus brazos para poder aferrarse a él y esconder su rostro en el espacio que se formaba entre su cuello y su hombro, había encontrado un lugar seguro y eso había provocado que el nudo en su gartanta se desatara y, por consecuencia, comenzara a llorar como si solo ellos estuvieran presentes en el parque.
minho pasó sus brazos por el torso ajeno, acercandolo un poco más a su cuerpo, quería proteger a aquel chico de todo el mal que rodeaba al estúpido mundo en el cual vivían y le frustraba saber que no podía hacerlo, solo se limitaba a brindarle un mísero abrazo que, esperaba, fuera de algo de ayuda.

— t-tengo tanto miedo, minmin... — habló entre sollozos, aferrándose un poco más al mayor. — ya no sé que hacer...

— lo estás haciendo bien, realmente bien... — con una de sus manos marcó círculos imaginarios en la espalda ajena, en un intento de tranquilizarlo. — créeme, nunca había visto a alguien que desprendiera vida y felicidad de la forma en la que tú lo haces...

— ¿crees que eso será suficiente?

— mucho más que eso, — llevó sus manos hasta los hombros del rubio para alejarlo un poco, solo un poco, y poder ver su rostro. le dedicó una sonrisa, una sonrisa que solo el menor merecía. — podrás superarlo y... yo estaré a tu lado en cada momento, lo prometo.

soltó una ligera risa mientras secaba con cuidado sus propias lágrimas. — ¿prometes abrazarme cada vez que quiera llorar?

con delicadeza quitó la mano de aquel chico y comenzó a secar sus lágrimas con ambos pulgares, aún manteniendo esa sonrisa. — también prometo tomar tu mano siempre que lo necesites.

— ¿y sonreír cada vez que yo lo pida? — minho arrugó su nariz ante ese pedido, provocando otra risa en jisung. — ¿por favor?

— está bien, lo prometo.

— también prometo todas esas cosas que son extremadamente cursis... — llevó una de sus manos sobre el dorso de la mano ajena, acariciando esa zona. — ... así que, por favor, no vuelvas a golpear otro espejo y llámame.

— oh, suena como una buena opción... está bien, lo tendré en cuenta.

— hablo en serio, minmin... no quiero verte lastimado.

— se supone que yo debo protegerte.

— ¿lo asumiste?

— claro que lo he hecho, — volvió a acercarse a él, abrazandolo nuevamente, aunque esta vez él fue quien se escondió en el cuello contrario. — es mi responsabilidad y no voy a tener una discusión contigo por esto, ¿bien? debes tomarlo o tomarlo, no hay otra opción. — cerró sus ojos, sintiendo el fresco aroma que el cuerpo contrario emanaba.

sonrió al obtener esa respuesta, el castaño era la persona más terca que alguna vez había conocido y eso lo divertía en exceso, no quería admitirlo pero le agradaba que aquel chico estuviera pendiente de él y su salud, que lo cuidara como si fuera el diamante más precioso y limitado del mundo, teniendo a minho a su lado se sentía más fuerte, incluso más de lo normal, quizá la sonrisa que tanto era mencionada brillaba de tal forma porque el mayor hacía que así fuera. su único deseo en ese momento era poder ser capaz de darle vida a minho como hasta en ese momento.

llevó sus manos hasta la nuca contraria y enredó sus dedos en el cabello oscuro de aquel chico. — por favor... nunca me dejes...

vivo por jisung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora