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algunos días habían pasado desde el incidente y su madre se había puesto incluso más insistente que antes, no la culpaba, ¿qué clase de madre seria si no se preocupara porque su hijo siguiera con vida? le gustaría poder agradecerlo pero no sentía aquello, la detestaba por empeñarse en atarlo a seguir respirando cuando sentía que el aire lo quemaba por dentro y el mismísimos infierno comenzaba a surgir en su cabeza con gritos y tormentos que parecían no tener intenciones algunas de dejarlo en paz. le molestaba que nadie lo entendiera pero, ¿cómo alguien iba a saberlo siquiera? si su rostro siempre se encontraba neutro, como en ese momento que se encontraba viendo la televisión en la sala de estar.

— ¿tú mano duele? — su madre llamó su atención hablando desde la cocina, solo volteó hacia ella unos segundos y volvió a fijar su mirada en la pantalla.

— algo.

— el doctor me pidió que te llevara a hacer un chequeo, solo por si acaso.

se acomodó en el sofá. — podrían amputar mi mano y ponerme una prótesis.

— minho...

— ¡sería divertido! — volteó a la puerta de la cocina cuando escuchó que los pasos de su madre se dirigían a él. — o, al menos, haría un poco más entretenida mi miserable vida.

hizo una ligera mueca y se sentó a un lado de su hijo, su corazón dolía profundamente cada vez que minho expresaba su odio contra su propia vida, no podía imaginarse un mundo en el cual no tuviera al castaño a su lado, ¿qué sería de su vida si su niño se iba definitivamente? era un deseo egoísta pero todas las personas, en el fondo, lo son, solo quería mantener a su hijo a salvo y que el mismo estuviera bien de una buena vez. abrió un poco sus brazos y el menor no tardó en aferrarse a ella, escondiéndose en su pecho mientras las lágrimas pasaban por sus mejillas y humedecían la camisa ajena, mientras sentía como su garganta, poco a poco, se desgarraba completamente por todo lo que no dejaba salir.

— estoy tan cansado, mamá... ¡odio despertar! ¡odio seguir vivo! ¿¡por qué sigo aquí!? ¡me siento como una basura! — sin notarlo, había comenzado a aumentar su tono de voz hasta gritar.

acarició el cabello contrario, apegandolo un poco más a su pecho. — prometo que voy a ayudarte... todo estará bien.

— ¡la única forma de ayudarme es dejarme morir! — exclamó al separarse bruscamente de ella, aún estaba enojado por eso. — ¿¡cómo piensas ayudarme, eh!? ¿¡drogandome para que mi nivel de serotonina suba!? ¡mi cerebro es tan estúpido que no puede hacerlo por si mismo, no sirve! ¡yo no sirvo! — se levantó de donde ambos estaban sentados y corrió escaleras arriba, lo único que pudo escuchar su madre fue el fuerte ruido que provocó la puerta al cerrarse.

se levantó del sofá a la vez que soltaba un suspiro lleno de miedo y tristeza, se dirigió hacia el teléfono fijo de la casa y comenzó a marcar el número del psicólogo de su hijo, necesitaba adelantar la cita lo máximo posible.

[ 🌱 ]

el auto estaba en completo silencio, solo podía escucharse la radio del mismo que la mujer presente había encendido para quitar la incomodidad del ambiente. luego de insistirle varias veces, minho había accedido a hacerse un chequeo en su mano lastimada aunque no le veía el sentido, su mano iba a sanar por si sola y no necesitaba que ningún doctor lo observara, ya se había lastimado antes y no seria la última vez que lo haría, tenía bastante experiencia con las lastimaduras, sin embargo, algo dentro de él lo había hecho aceptar volver a ese hospital, le gustaría poder decir que lo hacía para dejar a su madre tranquila con todo el asunto pero, muy en el fondo, sabía que lo hacía por esa pequeña esperanza de volver a ver al lindo chico de rubios cabellos y deslumbrante sonrisa llena de vida.

bajó del auto y sin dirigirle la palabra a su madre comenzó a caminar hacia el gran edificio, quedándose a un lado de la recepción cuando la mayor frenó en ella. su mirada buscaba a ese chico, lo recordaba con exactitud, ¿cómo no lo haría? era una tarea sencilla olvidar el rostro de alguien que solo había visto por una vez y por solo algunos fugaces segundos, no se interesaba mucho en las personas así que solía olvidar con facilidad detalles que podrían ayudarlo a reconocerlas en un futuro, pero nunca podría olvidar como lo había hecho sentir aquel chico, por primera vez había sentido felicidad por estar respirando.

— iré a sentarme en la sala de espera. — le dio aviso a su madre antes de retirarse a dicho lugar.

caminó un poco hasta encontrar un lugar donde sentarse, casi no había personas y provocaba una extraña sensación de vacío en su pecho, un vacío diferente al cual solía sentir. dejando de lado sus sentimientos comenzó a marcar el paso de los segundos con pequeños golpes de sus pies contra el suelo, comenzaba a sentirse un idiota por creer que podría encontrarlo nuevamente, se recordó a si mismo una y otra vez que no estaba en una tonta novela romántica.

— hey, tú eres el chico que no sabe sonreír. — una dulce voz y suave risa lo hicieron levantar la mirada.

como si el destino estuviera jugando en su contra, el rubio había aparecido frente a él con la misma sonrisa llena de vida y luz.

— tú eres el chico de sonrisa bonita.

arrugó un poco su nariz y se sentó a un lado del mayor, acomodando los papeles que tenía en sus manos sobre su regazo. volteó un poco hacia el contrario, solo para poder verlo. — prefiero que me llamen jisung.

— a mi me gusta que me llamen minho.

extendió su mano hacia él, en forma de saludo. — tenía el presentimiento de que ibas a estar aquí, ¡tu mano se ve terriblemente mal! ¿con que te has hecho tanto daño?

aceptó su saludo, soltando su mano a los pocos segundos. — golpee un espejo.

— por dios, eres tan violento.

— supongo que tú no lo eres... te ves tan...

— ¿alegre? — interrumpió mientras sacaba el celular de su bolsillo. — suelen decírmelo.

— tu sonrisa hizo que quisiera estar bien.

guardó silencio por unos segundos mientras presionaba sus labios, soltó una ligera risa y desvió su mirada a la vez que extendía su celular al contrario con la opción de "nuevo contacto" en la pantalla. — eso es bonito... ah, como sea... van a llamarme en cualquier momento, ¿puedes darme tu número?

asintió levemente con su cabeza y tomó el celular ajeno, anotando su número y su nombre en el para luego devolverlo a su adorable dueño. — me alegra que me hayas encontrado...

— me alegra haberte encontrado, minmin.

¿"minmin"? desde siempre había odiado que le pusieran apodos tiernos, lo hacían sentir sumamente asqueado, pero al escucharlo desde la voz del menor hizo que algo dentro de su pecho se ablandara, ya no estaba tan vacío.

— ¡han jisung, ya es tu turno!

— oh, — volteó hacia la voz que lo llamaba. — tengo que irme... te escribiré luego, minmin. — se levantó de su asiento y se dirigió al castaño, sacudiendo su mano con energía para despedirse mientras desaparecía en uno de los pasillos.

— adiós, jisung...

vivo por jisung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora