Tenía a sus padres juntos, un hermano mayor súper cool y una ex hermana menor, de pequeño sufrió de bullying pero no le afecto tanto, como a su hermana menor.La pequeña de la familia Lee, se suicidó a los 12 años. Muy joven, pero eso no pensaron sus compañeros de clase. Cuándo le pateaban en el estómago, o le tiraban comida. Ellos no creían en un momento en que podían acabar con su vida. Y aunque Heeseung, trato de ayudarla. Nunca fue suficiente, ellos no pararon hasta verla muerta.
Hee, por favor, anda ve a tu hermana- habló la señora Lee, sirviendo el desayuno. Heeseung de tan sólo, 14 años, caminó pesadamente hasta la habitación de la menor.
¿Sonk?- Hablo el mayor desde el otro lado de la puerta. La pequeña no daba alguna señal, ni siquiera a los leves golpes contra la puerta
No quiero hacerlo, pero- Giró la perilla, entrando completamente. Se llevó una gran sorpresa, una horrible escena.
Gritó desesperado a su mamá, la mujer subió con prisa. Y vió a su pequeña, teniendo alrededor de su cuello, una soga que estaba amarrada al techo.
Tal vez desde aquella escena, no volvió a ser el mismo de antes. Era horrible para él, ver a su madre tener que ir al psiquiatra seguidamente en un año. Pero sobre todo, se sentía culpable.
"Tal vez, si hubiera preguntado más" "Ella me necesitaba, y no le tomé interés". Sus pensamientos lo consumían, y Heeseung, era tan joven, que ni siquiera se dió cuenta, que se estaba muriendo por dentro.La culpa de algo qué no era cierto, lo tenía con miedo y preocupación. Le era imposible dormir, al ver la imagen de su hermanita cada qué cerraba los ojos.
Su personalidad cambio completamente, de un niño tan angelical y tierno a uno tan arrogante y frío. Si tan sólo las autoridades correspondientes hubieran hecho su deber, aquellos niños no hubieran muerto por las manos de un hermano desesperado en que su hermana despertará y fuera abrazarlo.
Nunca se abrió el caso, y tampoco se pudo culpar a Heeseung de la muerte de los niños. Y aunque su padre lo supo, decidió no decir nada. Su hija estaba muerta, y nadie la devolvería a la vida. Ni siquiera esos bastardos muertos.