Capítulo 7

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Christopher Vélez

Mis sospechas habían sido ciertas, desgraciadamente... Ricky se atrevía a ponerle sus asquerosas manos encima, a pegarle.

La impotencia que siento mientras camino a la farmacia es descomunal.

Las ganas que tenía de partirle la cara a ese hombre eran cada vez mayores.

El favor que me había pedido Cyara me había dejado helado, ella no quería tener otro hijo. Por lo menos esperaba que la anterior noche le hiciera el amor y no la obligara a tener relaciones sexuales...
Porque por la carita que había puesto la chica todo indicaba a lo segundo, y yo estaba que me moría.

La farmacéutica me regala una sonrisa apenada cuando me entrega la pequeña bolsa con las pastillas y con la pomada.

Normal... Acababa de comprar pastillas para evitar un embarazo, estando en otro país y sin mi esposa.

Intento no tomarle importancia e ir de vuelta a su hotel lo antes posible, gracias a Dios no me encuentro a ningún periodista por el camino así que eso hace más sencilla mi tarea.

—Gracias, en serio... Muchas gracias.— dijo Cyara en cuanto llegué.

—No tienes que agradecerme, ángel. — dije ladeando la cabeza y mirándola, ella fue rápida en ir a por un vaso de agua para tomarse la pastilla.

Yo aprovecho para tomar la pomada y echar un poco en mis dedos, en cuanto ella traga me acerco y poso mis dedos con cuidado en su piel.

Duele, claro que duele pero ella aprieta los labios y no emite ni una queja.

—Ya estás. — susurro al terminar, espero que eso cure pronto...

—Gracias. — susurró una vez más.

No puedo echarle la culpa al alcohol por haberme acostado con ella en Marbella...

Mi organismo ahora no llevaba ni una gota de alcohol y me sentía muy atraído por ella.

—No lo hagas. — dijo al ver mis intenciones de besarla—. Lo que pasó hace dos años fue un error.

—Una infidelidad no es un error, Cyara. — confieso— Si verdaderamente estás enamorado no besas a otra persona, no coqueteas con ella... No sería tan fácil quitarse la ropa. Es una elección que haces porque no estás enamorado de tu pareja y porque tu relación no te importa una mierda.

Porque así lo sentía... Así me había pasado a mi y estoy seguro que también a ella.

—Tú no tienes ni idea. — dice negando con la cabeza.

—¿Lo amas?

Permanece callada, dándome entonces la razón.

—Claro que no lo amas, Cyara... Y él a ti tampoco, a pesar de que finge hacerlo. Si tan solo abrieras los ojos...

La fama de mujeriego que tenía Ricky Méndez era cada día mayor, a pesar de que estaba casado con esta fantasía de mujer.

—¿Y si no me ama él quien va a hacerlo? — pregunta haciendo un puchero.

Dime, por favor, que él no te mete esas ideas en la cabeza...

Por Dios, es que no se puede ser más hijo de puta.

—Yo, tal vez. — digo sin siquiera pensarlo.

Traga saliva y evita mi mirada.

Sé que no debería de haber dicho esas palabras, pero no podía permitir que siguiera con esa idea en la mente. El mundo era muy grande y habitaban muchas personas en el, cualquier hombre que conociera a Cyara podría enamorarse con facilidad de ella.

—No digas tonterías, tú estás casado y yo también lo estoy. — dice echando un mechón de su cabello detrás de su oreja.

—Pero pronto dejarás de estarlo... — susurro—. No quiero que continúes viviendo este infierno.

—¿Qué pasará con Zaid? — pregunta temerosa—. Él querrá quitármelo sólo por joderme...

Y ahí estaba confirmando que no era hijo suyo, ¿no?

—Tan solo necesitamos una prueba de paternidad. — me atrevo a decir.

Ella abre los ojos sorprendida.

—¿Pero tú quien te crees que eres para pedirme tal cosa?— pregunta ofendida—. Acabas de llamarme una cualquiera.

—Tú a mi me llamaste hijo de puta nada más verme y míranos ahora.

Sus mejillas se sonrojan mientras me mira totalmente apenada.

—Tenía mis razones...

—No todos somos iguales, ¿lo sabes, verdad? — susurré acariciando la mejilla que no había sido golpeada por su maldito esposo.

—Tú probablemente seas el mayor hijo de puta...

Si, probablemente.

Pero jamás contigo.

—¿Quieres comprobarlo? — cuestiono relamiendo mis labios.

¿Qué me muero por besarla? Si.

¿Qué voy a hacerlo? También.

Antes de que pueda decir algo al respecto uno mis labios con los suyos, jadea sorprendida y se queda sin saber qué hacer durante un par de segundos. Mis labios guían a los suyos para formar un delicioso beso.

—No, pudo pasarnos una vez pero no dos. — dijo separándose de mi.

—¿Cyara, por qué te niegas...?

—Porque hoy me moriré de amor contigo... Pero mañana te irás, al igual que hiciste hace dos años, y me dejarás sola otra vez.

¿Realmente crees que te voy a dejar sola después de ver cómo es tu vida?

No, amor, de eso nada.

—Eso no pasará...

—Si tú tan solo no hubieras aparecido esa noche en Marbella. — se lamenta.

—Si yo no hubiera aparecido, tú no tendrías el mundo en tus brazos.

Porque si, Zaid era más que el mundo y de no haber sido por mi él no habría llegado.

—¿De qué estás hablando?

—En ningún momento quise insinuar que fueras una cualquiera, pero te has acostado conmigo hace dos años... Y no usamos protección. Todo cuadra, ángel, hasta él es igual a mi. — digo negando con la cabeza—. Zaid es mi hijo, ¿verdad?

Era obvio que si... Solo necesitaba que ella me lo confirmara.

Magnate VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora