Cyara RossEl ceño de Christopher se frunce ligeramente mientras mira a Ricky con Zaid en brazos.
Por favor, que no se dé cuenta...
Por favor, que no se dé cuenta...
Por favor, que no...
—¿Cuántos años tiene? — preguntó volviendo su mirada a mi.
—Un año recién cumplido. — dice Ricky rápidamente.
Mentira, mentira, mentira...
Un año y tres meses...
Si, Christopher, tus suposiciones son ciertas... Es tu hijo.
—¿Y tú cuando vas a tener hijos, Vélez? — preguntó el descarado de mi esposo.
¿Cómo que cuando va a tener hijos?
Si el que tienes en brazos es suyo...
—Mi esposa no quiere tener hijos. — dijo encogiéndose de hombros—. Así que probablemente no los tenga.
—Oh, es una pena... Te aseguro que la paternidad te cambia la vida. — dijo haciendo un puchero fingido con sus labios.
Cómo si tú supieras algo de paternidad, hijo de puta...
—Si, me imagino que si... ¿Y que se siente que el niño no se parezca en lo más mínimo a ti? — preguntó Christopher alzando una ceja.
Ahí, ahí...
—Al principio jode, creo que ha sacado la belleza de su madre.
¿Y a mí en que se parece?
En absolutamente nada.
—Supongo que tienes razón, la madre es una belleza de los pies a la cabeza. — dijo dando un leve asentimiento—. Seguramente el niño va a ser muy guapo de mayor.
Si sale igual a ti, no hay duda en que será guapísimo.
Zaid, como si supiera que estábamos hablando de él, gira su rostro hacia Christopher y empieza a removerse en los brazos de Ricky.
—Ven acá. — dijo él cargándolo en brazos, a Ricky no le agradó para nada ese gesto pero no dijo nada. Simplemente frunció el ceño y apretó los labios.
Se quedaron mirando el uno al otro por varios instantes, Zaid a Chris y Chris a Zaid. El niño extendió su dedo índice para pinchar la mejilla del Magnate, en cuanto lo hizo soltó una risa.
Y a mí se me dibujó una sonrisa en los labios, porque ver a Zaid reír era todo lo que estaba bien en la vida.
Ricky miró el reloj de su muñeca mientras bufaba.
—Mi amor, se nos está haciendo tarde... — dijo arrugado su nariz—. Además, el niño tendrá que descansar, lleva desde la mañana despierto... Una siesta no le vendría mal.
—Pero...
La mirada que me echa es suficiente para que me calle la boca de inmediato.
El niño no necesitaba siesta, no cuando se había pasado toda la boda dormido... Una pena que él no se diera de cuenta.
Miro a Christopher mientras le extiendo mis brazos en señal de que me devuelva al niño.
—Nos volveremos a ver, campeón. — susurró para Zaid antes de besar su mejilla y dejarlo en mis brazos—. Ha sido un gusto veros.
—El gusto ha sido nuestro. — respondió Ricky con una falsa sonrisa en el rostro—. No vamos a pasar muchos días aquí en Italia... Pero tal vez podamos vernos pronto en Estados Unidos.
—Espero teneros pronto por allí, mis puertas siempre estarán abiertas. — dijo sonriendo.
—Además, aún nos tienes que presentar a tu esposa.
¿Quieres dejar de recordar que está casado?
Ya ha quedado claro.
—Por supuesto, ella estará encantada de conoceros. — dijo encogiéndose de hombros.
—Despídete del señor Vélez. — le susurro a Zaid.
Despídete de papá.
Él lleva su pequeña mano a sus labios para después lanzarle un beso.
No sé él pero yo me morí de ternura.
Una sonrisa se dibuja en sus labios mientras hace un gesto con la mano para despedirse.
Ricky me obliga a caminar junto a él para entrar nuevamente al lugar de la celebración.
—¿Puedo despedirme de Fiamma? — pregunto mirándolo.
—No. — dice serio.
Pongo los ojos en blanco, si ni siquiera puedo despedirme de mi amiga...
Lo veo agarrar sus cosas para después salir de allí, el viaje al hotel es más que aburrido porque Zaid se quedó dormido y Ricky no tiene intención de dirigirme la palabra.
Si e que el día no podía ir a mejor...
—Lleva al niño a la habitación. — dijo en cuanto entramos al hotel, abro la boca para refutar su orden pero él es rápido en volver a hablar—. Ahora.
Bufo, harta de hacer siempre lo que a él le da la maldita gana.
Tras dejar a Zaid acostado y con una manta por encima, beso su mejilla y lo miro durante unos instantes.
¿Qué sería de mi vida sin este ángel?
Ricky nunca fue un hombre paciente así que más me vale darme prisa en volver con él, cierto la puerta de la habitación y camino hasta donde él se encuentra.
—¿Sabes, Cyara? — cuestionó—. Siempre me hice el tonto, sé que ese mocoso es hijo de Vélez. Maldita sea, creo que hasta él lo ha notado.
¿Y cómo ni hacerlo si son idénticos?
—Pero me vas a escuchar, esto no se va a saber. Tú no volverás a verlo, ¿entendido? — dijo tomando mi rostro con una de sus manos, clavado sus dedos en mis mejillas—. Porque sino las cosas se van a poner muy feas, y créeme que no quieres que se pongan así.
Antes de poder responder, siento como su puño impacta en mi cara, haciéndome girar el rostro de forme violenta.
—Aprenderás a ser una buena mujer, Cyara. — dijo empujándome con fuerza hasta que mi cuerpo impactó con el suelo.
Solté un quejido, mis costillas aún dolían del anterior día. A este paso iba a terminar mal, muy mal.
—Ricky, no... Por favor. — pedí al ver que estaba dispuesto a patearme.
—¿Te vas a comportar? — preguntó—. Espero que eso de ser una puta haya quedado en el pasado.
—Si... — dije en voz baja.
Yo solo quiero divorciarme, por favor... ¿Qué tan malo puede ser eso?
—Y ahora, creo que es momento de darle un hermano a Zaid, ¿no? — preguntó sonriendo —. Me parece de muy mal gusto que tengas un hijo de otro y no de tu esposo... Pero eso cambiará pronto.
No, no por favor... No.
Y a pesar de que supliqué una y otra vez, él no me llegó a escuchar en ningún momento.
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Magnate Vélez
Roman d'amourEl Magnate Vélez conoce a Cyara Ross en uno de sus viajes a Marbella. Como cualquiera joven, a Christopher le encanta pasársela bien. Una noche fue suficiente para desatar su pasión y terminar durmiendo en la misma cama. A ninguno de los dos parecí...