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Dibujaste estrellas
sobre mis cicatrices,
Pero ahora estoy
sangrando...

Y cuando sentí que era
un viejo cárdigan,
Debajo de la cama de
alguien más, me pusiste
la sudadera y dijiste que
yo era tu favorito.

Taylor Swift - Cárdigan

[•••]

-¡SeongHwa! ¡Ve a abrir la puerta! -vociferó mientras tecleaba sobre el computador -¡SeongHwa!

Cinco días. Había pasado cinco días durmiendo sobre una cama que no era la suya. Yendo y viniendo sobre un hogar que aún no le pertenecía. Siendo cuidado de la manera más delicada posible por alguien que por poco se le olvidaba el significado de delicadeza.

No recordaba lo que aquello le hacía sentir. Difícilmente alguien cuidaba de él, era él quien cuidaba de todos. Así que aquel recuerdo inexistente de alguien protegiéndolo se desvanecía frente a la realidad de su independencia.

Fue así hasta que el gángster pelinegro, arrogante y de bonita sonrisa lo sostuvo entre sus brazos, trazó suaves círculos sobre los leves moratones de su rostro mientras susurraba incontables veces "Lo siento".

"La gente se vuelve vulnerable frente a la persona menos indicada" pensó, terminando de cubrir a Seonghwa con una manta sobre el cuerpo. Había insistido en dormir en el sofá por las noches. En las madrugadas, hongjoong le colocaba una manta sobre su cuerpo. Y al amanecer, ambos yacían juntos uno abrazado del otro.

-¡SeongHwa! -volvió a gritar sin resultado alguno. Quizá salió y olvidó las llaves al salir.

Se levantó con una punzada leve en las costillas, camino hasta la entrada principal y abrió la puerta esperando al pelinegro del otro lado.

La punzada incrementó y pareció esparcirse por todo su cuerpo. ¿Qué hacía su madre allí?

-Ya veo que es verdad -susurró adentrándose en el departamento y examinando todo con notable repugnancia.

-Creí que seguías desperdiciando dinero en alguna parte del mundo lejos de Corea -cruzó ambos brazos sobre su pecho -¿Sabes, madre? sigamos fingiendo que no existimos el uno para el otro, no es...

-No creo que tengas nada valioso aquí -Tan pronto como entró, retrocedió sobre sus propios pasos -Salgamos de aquí, ese olor me causa náuseas.

-Es canela -susurró mirando hacia la cocina, faltaba poco para que las galletas que había horneado sean comestibles. Las había puesto sobre la barra hace horas esperando a que enfríen para colocarlas en pequeños recipientes, así Seonghwa podría comerlas cuando quisiera.

-¿Con quién estuviste sobreviviendo? -salió del lugar casi arrastrando al menor -Ese lugar es una ratonera.

Logró soltarse de su agarre, más no pudo lidiar con la mirada autoritaria que le dedicaba.

-Te sorprendería, estoy seguro -suspiró. ¿Por qué tardaba tanto el pelinegro? ¿A dónde había ido? Si Seonghwa aparecía en aquel escenario, está seguro que sería capaz de enfrentar la mirada de reproche de su madre. Pero solo... solo no podía más que asentir a sus mandatos.

¿En qué momento el aire se tornó gélido? Sus manos parecían congelarse bajo los bolsillos de la sudadera. Era tan cálido dentro, que ahora sentía que le habían arrebatado toda la calidez del cuerpo. Quería volver dentro, sin su madre y junto a los tontos chistes del mayor.

Another Love ☆ SeongJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora