Capítulo 2: Choque Estelar a Primera Vista

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Juliana había realizado la última inspección de las flores y arreglos colocados en la iglesia, así que se dispuso a ir en busca del novio y su padrino para colocarles el detalle final en la solapa de sus trajes. Con el botonier cumplía la tradición de las bodas y daba por completada su función allí, así podría dirigirse hacia el lugar dónde se llevaría a cabo la recepción para supervisar todos los detalles finales. Miró a su alrededor y apostaría su vida a que el nervioso joven de ojos marrones y pelo negro que estaba a pocos pasos de la entrada era el flamante novio, a pesar de estar acompañado de otro hombre elegantemente vestido se notaba cual de los dos era el que estaba a punto de unir su vida a otra persona. Caminó hasta ellos rejada y con el orgullo que llenaba su pecho cada vez que concluía la decoración de algún evento, amaba su trabajo y le llenaba de satisfacción brindar alegría a través de el a los demás.

- ¿Eres Héctor, el novio? - preguntó la dulce florista y el joven asintió - Soy Juliana Valdés, hice la decoración de las flores - sonrieron ambos.

- Si, yo soy Héctor. Un placer conocerte. Las flores están muy hermosas - respondió con una sonrisa el nervioso joven - Muchas gracias por tu maravilloso trabajo, todo está perfecto.

- Nada que agradecer, es un placer elaborar flores para ocasiones tan especiales como esta - se miraron con gentileza - Vengo a colocar el botonier en la solapa de tu traje, la tradición dice que no puedes entrar sin el a la iglesia. ¿Puedo? - preguntó y el joven le concedió el permiso que necesita. Con gracia y rapidez colocó el objeto y se dirigió al joven más alto que, sin duda alguna, era el padrino del enlace para hacer lo mismo.

- Mi nombre es Raymundo, pero todos me llaman Ray - el sonriente individuo le ofreció su mano y ella la tomó por cortesía - ¡Impresionante, ¿no crees?! - dijo con supremacía - Hago mucho ejercicio por eso la firmeza en mis músculos - la pelinegra le regaló una risa fingida.

- Siendo honesta no me gustan los hombres musculosos, más bien me fijo en otras cosas - respondió con toda la intención de herir su ego de macho alfa. Juliana odiaba ese tipo de hombres que se creían los dueños del planeta por ser guapos y tener altos recursos económicos, así que cada vez que podía herirlos de alguna manera lo hacía gustosa.

- Eso dolió - respondió el joven - En mi defensa diré que también tengo muchos sentimientos, soy un buen tipo. Simpático y divertido.

- Y no lo dudo ni un poco, pero... - en ese instante hacían acto de presencia Elizabeth Carvajal y su hija menor que rápidamente se acercaron hasta ellos para saludarlos.

- Buenas tardes, ¿Cómo están? - la señora Carvajal saludó a todos y abrazó con fuerza y gentileza a su nuero - Te ves muy guapo, me encanta verte tan feliz. Valen debe estar a punto de llegar en cualquier momento, salieron poco después de nosotras.

- También te ves muy hermosa Elizabeth, gracias por tus palabras - respondió besando la mano de su suegra en un gesto caballeroso y a su pequeña cuñada le ofreció su mano para chocar los cinco - V estás más hermosas que todas las damas de esta fiesta, me encanta tu outfit - el joven quería a la menor como si fuera su propia hermanita por lo que constantemente interactuaba con ella. La conocía desde que era apenas un bebé y adoraba la dulce relación que existía entre ella y Valentina, a pesar de la diferencia abismal de edades.

- ¡Muchas gracias! - respondieron ambas Carvajal con una amable sonrisa.

- Héctor, tengo una pregunta para ti - dijo V sonriendo y el joven asintió - ¿Qué pasa cuando una fuerza indetenible choca con un objeto inamovible? - todos los adultos presentes se quedaron impresionados ante la singularidad y dificultad de la pregunta. No sabían que decir al respecto.

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