Epilogo: Tres años después...

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POV Juliana

Desde que estamos juntas han pasado tres años, maravillosos por demás al lado de mi alma gemela, mi novia fugitiva, mi Valentina, aprendiendo a amar cada uno de sus gestos y manías, respetando sus opiniones e individualidad y viviendo con ella la vida que ambas soñábamos construir una al lado de la otra. Tomadas de la mano emprendimos un camino, alejadas de los miedos y prejuicios, a la felicidad, a cumplir nuestras metas y a descubrir que nos faltaban un montón de cosas por experimentar, miles de anécdotas por crear y millones de besos y te amo por compartir.

En nuestro primer año decidimos viajar, recorrer nuevos territorios, aventurarnos a salir de nuestra zona de confort y entrar en contacto con nuevas culturas y formas de vida. Empezamos por el Sudeste de Asia, visitando Bangkok capital de Tailandia, los Templos de Angkor en Camboya y Bali en Indonesia. Después estuvimos por Beijing en China y finalizamos en la espectacular Singapur con su mezcla particular de cultura milenaria y la más absoluta modernidad. Recorrimos Marina Bay Sands, el Barrio árabe, la pequeña India y Gardens by the bay. Tomamos cientos de fotografías que se convertirían en recuerdos hermosos de aquel viaje tan profundo y revelador que nos permitió unirnos más aún, como pareja y mejores amigas, y confirmar que la decisión de estar juntas era lo correcto. Nos regalamos miles de sonrisas y palabras dulces llenas de amor, ese mismo que descubrimos en tres segundos en la iglesia, pero que estamos seguras nos durará para toda la vida.

Meses después emprendimos una nueva expedición por todas las partes de Europa que aún no habíamos tenido el privilegio de conocer, Austria, Noruega, Alemania, Islandia & Grecia. Paseos largos y hermosos, lugares espectaculares, comida deliciosa y mucho romance fueron los protagonistas de aquellos días maravillosos en los que nuevamente pudimos reafirmar que somos el complemento perfecto. Que estamos destinadas a permanecer juntas, a amarnos hasta que nos sorprenda el último suspiro.

Al siguiente año decidimos cambiar drásticamente de destinos, ahora seleccionamos emociones más fuertes y que exigieran un esfuerzo físico un poco mayor sin dejar de ser divertido

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Al siguiente año decidimos cambiar drásticamente de destinos, ahora seleccionamos emociones más fuertes y que exigieran un esfuerzo físico un poco mayor sin dejar de ser divertido. Nos fuimos a escalar a Monte Hood en Portland y luego a esquiar a Aspen, Colorado. Una experiencia completamente nueva para ambas, pero placentera, que nos permitió a aprender a confiar una en el instinto de la otra, sentirnos seguras, a pesar del miedo y el peligro que este tipo de situaciones pueden presentar. Confirmar la fuerza y decisión de mi ojiazul fue fascinante, pero sobre todo ver la manera en que siempre estaba pendiente de mi y de que estuviera bien. Así es ella, perfecta, fuerte, valiente, aunque a veces ella misma no se dé cuenta. Es mi ancla, mi soporte, el mejor de mis refugios, el lugar donde siempre quiero estar.

Nadie me conoce, me cuida o me hace tan feliz como ella. Su mirada me desnuda el alma y, a veces, he llegado a creer que lee mis pensamientos. Siempre me trae del lado obscuro y me hace entender que las cosas van a cambiar, que por más feo o desalentador que sea el panorama las cosas irán a mejor. Solo necesitamos un poco de fe en la humanidad y hacer nuestra parte sin pensar en lo que opine el resto. Con ella a mi lado descubrí que lo único verdaderamente importante es el amor, en todas sus versiones.

Imaginanos JuntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora