Desde la invitación a cenar de Valentina, Juliana no había podido detener la emoción y el nerviosismo que parecía haberse apoderado de todo su ser. Las sonrisas no querían abandonar su rostro y sus ojos tenían ese brillo típico de quien se siente plenamente feliz. Quién era esa mujer a la que había visto solo algunas veces, pero que ya empezaba a cambiarle la vida por completo, que la hacía descubrir dentro de sí emociones y sensaciones tan fuertes y hermosas a la vez.
Su madre lo había notado al llegar a casa, pero prefirió dejar que fuera ella quien se acercara para contarle el porqué de su estado de felicidad repentina y el excelente humor que tenía. Mientras cenaban aquella noche, platicaron sobre como estuvo su día y a Juliana le pareció un buen momento para contarle de su salida en el fin de semana.
- Mamá, tengo que contarte algo – la morena deseaba sonar lo más casual posible – Hoy estuvo por la floristería Valentina.
- ¿La chica que escapó de su boda, la que ayudaste hace unas semanas? – preguntó curiosa la señora Valdés.
- Si la misma, fue a invitarme a cenar este sábado – sonrió – Dijo que quería agradecerme por todo lo que hice por ella, también estará su hermanita Victoria – aclaró rápidamente, sentía la necesidad de hacerlo. Tal vez porque secretamente no quería ilusionarse con que su encuentro fuera algo más que simple agradecimiento.
- Me parece perfecto, habla muy bien de ella – respondió su madre – Parece ser una persona agradecida, según lo que me has contado.
- Si lo es – volvió aparecer una enorme sonrisa en su rostro – hasta me envió unas flores, se me hizo muy divertido y dulce de su parte – su madre la miraba fijamente mientras ella veía su plato y su cara reflejaba toda su emoción.
- Imagino que fue muy divertido – su madre sabía que su hija empezaba a sentir cosas por aquella misteriosa chica, su sonrisa la delataba – Me alegra que aceptaras cenar fuera, la pasaran muy bien. Se nota que quiere ser tu amiga.
- Sería lindo que seamos amigas – sus ojos seguían brillando – Lo poco que sé de ella me deja saber que es un gran ser humano. Aparte tenemos muchas cosas en común.
- ¿Ella sabe que te gustan las chicas? – preguntó su madre con genuina curiosidad.
- No hemos hablado al respecto, pero se me hace que Val es una persona muy abierta y no tendría problemas con eso – respondió tranquila, pero en sus adentros se había instalado la duda. ¿Qué pasaría cuando la ojiazul supiera su verdad? ¿se alejaría de ella? Pensar aquello la entristeció sobre manera y su madre lo notó de inmediato.
- Seguro que sí – se apresuró a responder la mayor – Si es una persona joven debe estar familiarizada con el respeto a la orientación sexual del resto y la igualdad – se miraron brevemente a los ojos y continuaron cenando en silencio por algún rato para después cambiar de tema. Ambas sabían que era lo correcto, evitar profundizar esa conversación que parecía afectar a la pelinegra.
Juliana intentó permanecer tranquila, pero ciertamente algo de su felicidad se había transformado en miedo y ansiedad. Nunca sintió la necesidad de ocultar sus preferencias sexuales, pero si le preocupaba lo que Valentina pudiera pensar al respecto. Dormir fue una tarea bastante complicada, durante la madrugada estuvo dando vueltas en la cama y repasando miles de escenarios en su cabeza, todos ellos relacionados a la reacción de la ojiazul al saber que a ella le gustaban las mujeres.
El día siguiente transcurrió con bastante normalidad, atender la floristería y repartir los pedidos a domicilio, almorzar con su madre y volver al trabajo. Nada fuera de la rutina diaria, aunque seguía pensando en aquella ojiazul que se apoderaba de sus sentidos y la hacía pensarla una y otra vez.
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Imaginanos Juntas
Fiksi PenggemarNarra la historia de Valentina Carvajal una joven novia que el día de su boda cuando está en camino hacia el altar cruza su mirada con Juliana Valdés, la joven florista que ha sido la encargada de la decoración en su gran día. La chispa y el amor en...