Capítulo 4

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Aomine observaba a Kagami desde las gradas, era divertido para él verlo perseguir a los niños, corriendo de un lado a otro para ajustar sus patines y rodilleras antes de entrar a la pista, podía jurar que se veía tan enérgico y estresado como la primera vez.

Sí, aquello ya lo había vivido Aomine hacia 8 años, gracias a un intercambio de parte de su universidad, viajó a Inglaterra en una navidad para completar sus créditos y poder graduarse, pero en ese entonces no esperaba regresar con alguien nuevo en su vida, no esperaba regresar con su nuevo novio, Kagami Taiga, quien por suerte era mitad japonés, lo que fue de gran ayuda para su pobre y recién adquirido inglés. Poco a poco sus memorias regresaban, una nostalgia profunda se apoderaba de él al paso de las horas, momentos únicos que había olvidado lo golpeaban a cada minuto, aquellos cuando comenzaba a conocer a Kagami fueron sin duda uno de los mejores que había vivido a su lado y que el tiempo se había encargado de encerrar en algún lugar de sus recuerdos.
Aomine aun no entendía cómo es que Kagami no lo reconocía o como había llegado ahí, pero0 si tenía que estar en ese extraño mundo, al menos estaba dispuesto a revivir cada una de esas memorias con su futuro esposo en tanto "regresaba" a su realidad.

Por su parte, Kagami ya se encontraba dentro de los vestidores guardando sus cosas, al fin había completado su turno del día, de cualquier modo no había logrado concentrarse el resto de su jornada gracias a ese pervertido que lo había besado de la nada, no quería armar un alboroto con todos los niños cerca pero sentía su mirada cada vez que rondaba el área cercana a las gradas, devolviéndosela filosamente un par de veces logrando que el moreno sonriera divertido, cosa que comenzaba realmente a molestarlo.

Dejó el traje de reno dentro de su casillero y cambió su atuendo por ropa casual, la cual consistía básicamente en unos jeans rasgados, playera de cuello V, tenis deportivos, bufanda negra y una chamarra sumamente grande y abrigadora.

La tarde caía y Aomine ya se encontraba a unos metros del lugar acordado, o más bien, arbitrariamente decidido por él, no sabía si Kagami le lanzaría un puñetazo por lo de la tarde o tal vez, ni siquiera llegaría, pero todas sus dudas se esfumaron cuando, casi media hora después, una cabellera roja apareció en su dirección.

- Tardaste.

- Si te atreves a acercarte más de un metro te juro que me largo - soltó mordazmente el pelirrojo.

- Como digas, vamos.

- No iré a ningún lado contigo idiota, solo dime, ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién te dijo que prefería el té en vez del café?

Aomine soltó un suspiro cansado.

- Pues no lo se - proclamó sin mucho interés

- ¡¿Ha?! ¡Dímelo!

- Si me ganas en un uno a uno te lo diré

- ¿Acaso tú juegas básquet?

Daiki se quedó pasmado por unos segundos para después soltar una sonora risa.

- Te voy a ganar niño inglés. -declaro mostrando los dientes y la cabeza en alto.

Las cejas de Kagami se ciñeron, el orgullo del chico le estaba calando su paciencia más que el frío.

- 30 puntos, es todo.

Navidad por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora