Capítulo 7

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Existía un lugar más el cual Aomine quería visitar entrada ya la noche.

- ¿A dónde vamos ahora Ahomine? - pregunto el pelirrojo que caminaba con una crepa de fresa y chocolate entre sus manos.

- No creo que te guste.

- ¿Entonces porque me llevas ahí idiota?

No tienes derecho a reclamar nada, solo come tu bomba de azúcar y sígueme, será la última parada antes de que te deje ir.

Kagami rodo los ojos, caminar al lado de Aomine durante toda la tarde lo había echo percatarse de un par de cosas, por ejemplo, que en realidad tenia 2 lunares detrás de la oreja, lo cual era gracioso porque el también tenia dos lunares detrás de la suya pero más pequeños, también, que se tensaba cada vez que la gente se aglomeraba a su alrededor y observar como siempre quería alcanzar a los perros y gatos que se cruzaban en su camino para acariciarlos le hacía pensar que tal vez no era tan insoportable como él creía, no podía explicarlo, solamente presentía que era un buen chico, algo rudo y grosero, sin modales, ligeramente narcisista y un completo idiota para expresar sus pensamientos, pero que al mismo tiempo no podía dejarlo solo, simplemente estaba cautivado por él, en realidad podía ser un buen escucha y se sentía seguro a su lado, quería conocerlo, quería conocer más a ese idiota que podía llegar a ser un buen chico.

- Oye ¿me escuchas?

-¿Que?

La voz de Aomine regresó al chico de su nube de pensamientos.

-Llegamos.

Kagami levantó la cara y una enorme noria se levantaba frente a ellos, era el London Eye, el mirador más alto de Londres, ubicado justo delante del río, se encontraba iluminado de colores rojos y verdes en alusión a las fechas. Era realmente espectacular.

-¿Subiremos aquí?

-¿Por qué no? Se supone que es gratis los fines de semana.

-No es la primera vez que subo.

-Pero es la primera vez que subes conmigo

Kagami, no pudo replicar nada.

Ambos chicos se formaron en la fila para subir, para su suerte solo tuvieron que esperar media hora hasta que el recorrido anterior de la enorme atracción terminara, la enorme rueda giraba tan lento que no era necesario detenerla para poder ingresar, así, una chica del personal les dio entrada a una de las enormes cápsulas cuando esta llegó al suelo. Aomine tomó rápidamente de la mano a Kagami al subir, cosa que lo sorprendió un poco pero no le molestó lo suficiente para quitarla, minutos después la ciudad, completamente iluminada, estaba bajo sus pies, una auténtica villa navideña.

- Aomine - Taiga rompió el silencio que se había implantado entre los dos desde que subieron.

-¿Hm?

-Crees que... ¿podríamos vernos mañana? - preguntó con un tono casi inaudible

-Seguro.

-¿Y pasado?

-Si quieres - Aomine no quitaba la vista del frente.

-¿Y el fin de semana?

-¿Tan interesante te parezco?

¿Que? ¡No! solo era por cortesía, idiota.

Aomine comenzó a reír, era divertido molestar a Kagami.

-Te veré mañana, y pasado mañana y después de eso si quieres - enunció girando su cabeza hacia el pelirrojo.

Ya se encontraban en el punto más alto del recorrido cuando Aomine giro por completo su cuerpo hacia Kagami, tomando ambas manos del tigre.

-Kagami, sea esto un sueño o no, ya me da igual.

-¿De qué estás hablando?

-Perdón por arruinar tu Navidad.

-Idiota, otra vez diciendo eso, ni siquiera nos conocemos, no has arruinado nada.

-Solo... déjame terminar.

Kagami apretó sus labios y asintió lentamente.

-Sabes que no me gustan estas fechas, para mí no son más que una excusa de las personas para demostrar el interés que el resto del año no mostraron, quizá simplemente no tenía una razón para celebrar.

Aomine inhalo profundamente una vez. Mirar a Kagami directamente a los ojos lo ponía tenso en cualquier tiempo y lugar si no estaban jugando.

-Pero si a ti te hace feliz - continuó - entonces yo soy feliz.

Kagami se separó bruscamente del moreno.

-Solo... había olvidado que la navidad es mi época favorita porque te conocí, Taiga, idiota, tú eres mi navidad, hoy y todo el año.

A Kagami se le cristalizaron los ojos, nubes de vapor salían de su boca ligeramente abierta, podía sentir como su cara se volvía roja y tan solo en un instante beso a Aomine, provocando que ambos cerraran los ojos, disfrutando de ese beso como la primera vez, en el mismo lugar, en el mismo momento y con la misma persona, su persona. Pequeños y cristalinos copos de nieve comenzaron a caer, el pronóstico del tiempo dijo que nevaría y así sucedió. El toque perfecto en aquella una postal para recordar.

Navidad por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora