Capítulo 5

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Durante el camino, el moreno avanzaba con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, su nariz y orejas estaban rojas del frío y de vez en cuando Kagami podía observar que el chico temblaba con las repentinas ráfagas de aire que chocaban contra ellos. No podía soportar más tiempo verlo así, en un movimiento desenvolvió su bufanda del cuello y la extendió hacia Aomine

- Toma.

- Úsala tú, estoy bien.

- Vas vestido como si fuera verano ¿acaso eres tonto?

- Prefiero el calor que el frío ¿sabes?

- Hasta aquí.

Kagami había llegado a su límite, se adelantó un par de pasos y frenó justo frente a Aomine, deteniendo su camino bruscamente, giró un par de veces la bufanda sobre su cuello parándose sobre sus puntas de forma graciosa para alcanzarlo, como si quisiera mantener una distancia segura entre ellos.

-Estoy harto de tu ego idiota, pero si te enfermas me sentiré responsable y no pienso arruinar mi época navideña cuidando de un pervertido.

Aomine quedó un poco sorprendido por las palabras del chico.

-Entonces... ¿cuidarías de mí si enfermara?

Ahora eran las orejas de Kagami que se tornaban rojas, a lo que solo respondió siguiendo con su camino dejando al moreno atrás.

Al fin habían llegado.

El gimnasio detrás de la universidad era de uso público pero en las fiestas decembrina siempre estaba vacío. Un par de duelas delimitaban el terreno y una gran cúpula los cubría del sol, ambos dejaron sus cosas en una de las bancas y Kagami fue en busca de un balón a la bodega del lugar, ni siquiera sabía porqué había aceptado jugar con un extraño, pero si le ganaba presentía que podría descubrir si ese chico era de verdad un acosador o no y poder actuar desde ese punto.

Por su parte, el moreno comenzó a elongar brazos y piernas mientras su nuevo "conocido" volvía, recordaba cómo era jugar con Kagami después de la universidad, pasar al trabajo por él y quedarse hasta altas horas de la noche jugando en ese lugar, incluso fue en ese sitio en donde, el último día antes de regresar a Japón, le había pedido formalmente que salieran.

El sonido del balón botando aviso al moreno que Kagami estaba de regreso.

- ¿Sabes? Estoy en el equipo de la universidad, aún puedes retirarte y no quedar como un engreído - sentenció el pelirrojo.


Aomine camino fuera de la cancha y se colocó en posición de recepción.

- ¿Por qué no apostamos?

Su tono arrogante y profundo de siempre se volvió muy serio.

-¿Qué quieres apostar?

-Si gano, deberás acompañarme el resto del día sin rechistar a donde yo quiera.

Kagami esbozó una tensa mueca.

-Bien, pero si yo gano, tendrás que decirme cómo sabes que prefiero el té de frutos rojos en vez del café y porque aparentemente sabias donde encontrarme esta mañana.

-¿Algo más? - Aomine levantó sus manos esperando el balón.

-Después tendrás que irte y dejarme en paz.


Finalizó el pelirrojo antes de botar un par de veces más el balón para lanzar el primer pase con el que iniciaron una dura batalla de 20 minutos de robos, dribles y encestes sin forma de parte del moreno y una defensa envidiable de parte del pelirrojo quien apenas podía seguirle el paso a la bestia que tenía enfrente. El sudor poco a poco corría por su frente y la sangre de ambos se calentaba, 28 a 28, era el turno de sacar de Kagami quien apenas lograba controlar su respiración, nunca había conocido a alguien que pudiera llevarlo al extremo de sus habilidades, era como si su rival estuviera dispuesto a devorarlo en cuanto tocara el balón.

-Vamos, Kagami - jadeo Aomine.


El chico tomó un largo respiro antes de comenzar a botar de nuevo el balón con sus manos, los músculos de sus piernas quemaban, apenas conocía sus límites pero no planeaba rendirse, con un gran esfuerzo logró fintar un par de veces a Aomine hasta llegar a la zona de anotación, pero por más que trataba de desmarcarse le era casi imposible, al final terminó lanzando con toda su energía restante el balón al aro, siendo el peliazul quien lograra desviarlo de dirección rozándolo con las yemas de sus dedos en un último salto, consiguiendo que este diera varios giros sobre el aro.

Navidad por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora