𝐽𝑢𝑠𝑡 𝑎 𝐵𝑖𝑡 𝐸𝑚𝑏𝑎𝑟𝑟𝑎𝑠𝑒𝑑

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La vergüenza, aquel sentimiento incómodo que Izzy odiaba transitar. Él detestaba todos los efectos secundarios que esta llegaba a ocasionar. Tales como el cambio en su estado de ánimo que era casi imperturbable, la ansiedad que se instauraba en su ser y el temor a hacer el ridículo aún más de lo normal. Y, en especial, aborrecía el rubor que ascendía al instante sobre su rostro.

Para agregar, Michael Mckagan lo halagaba de esa manera.

Porque si, Stradlin estaba al tanto de ese oxigenado. Sería sumamente extraño si no lo conociese. Más extraño que él y su naturaleza introvertida.

Y se preguntarán, ¿Cómo carajos sabía de la existencia del parlanchín intento de rubio natural?

Fácil.

El muchacho tenía buena memoria, y en sus ratos de lucidez, cuando su mente no volaba por un plano diferente al real, él memorizaba cada nombre y apellido de sus hormonales compañeros. Quizás por puro aburrimiento, osadía o sólo por el hecho de retener alguna información que en el futuro serviría. Recolectar conocimiento lo clomaba de regocijo y un poco de egocentrismo. Un toque de amor propio irreconocible.

En fin, ¿quién es Stradlin? O específicamente, ¿quién es Jeffrey Dean Stradlin que obtuvo un apellido materno en vez de paterno?

Simple.

Era el hijo de una madre soltera empedernida, la cual luchó con uñas y dientes contra abogados e injusticias para criar a rajatabla a un niño indeseado por su padre. Un bastardo, por decirlo vulgarmente. El fruto de un amorío prohibido, entre una secretaria con pintas de Blanca Nieves y un jefe de imagen intachable con un estilo de vida familiar demasiado ejemplar para el conocimiento público.

Un tipico cliché.

Después de largas sesiones que nada tenían que ver con trabajos extras, Sonja Stradlin quedó en cinta. Abrumada pero feliz por la noticia, se dirigió directo al despacho de su adinerado amante para contarle la buena nueva. Tal fue su decepción, cuando se vió empujada por dos empleados de seguridad hasta la salida del edificio empresarial, por gritar y destrozar el escritorio del hombre al ser rechazada olímpicamente.

Despedida y embarazada. Una hermosa combinación...

Mmm, no.

Aunque, eso no la detuvo. Gracias a la ayuda de un costoso abogado y pruebas fehacientes de paternidad en conjunto con las muestras de las múltiples relaciones extramatrimoniales que mantenía el señor con muchas mujeres, Sonja logró quitarle la mitad de los bienes al maldito progenitor tacaño de Jeffrey. Asegurándose una casa, auto, dinero y una pensión compensatoria. Lo único de valor sentimental y simbólico que heredó su pequeño retoño del donante de esperma, fue Izzy. El apodo por el que Sonja se refería con cariño a Rudolf Isbell.

La cuestión importante, ¿cuál es la relación de Izzy -junior- y está historia del pasado?

Bueno, digamos que el chico se crió en un ambiente de protección excesiva. Su mamá le había enseñado a desconfiar de todos, incluso de ella. A no mostrar ninguna emoción y callar si es posible. Básicamente, ser un espíritu silencioso atento a lo que sucedía alrededor. Escuchar sin hablar. Prestar atención sin mover ni un músculo de su cuerpo. Quietud absoluta.

A la edad de cinco años, Izzy casi había logrado entrar al mundo del mutismo selectivo. Le respondía a su madre con monosílabos y un fonema. Nada aparte de ello, manaba de su boca. Parecía que padecía autismo. Sin embargo, él enmudecía porque no quería hablar. Así lo confirmó un día su psicólogo, harto de que Sonja lo llevará casi todas las semanas a consulta.

A los diez años estableció una especie de relación afectiva con su prima hermana Joan Larkin -Jett para los amigos-. Ella personificaba a un emisor que parlaba en demasía, y él a un tímido receptor que existía con el objetivo de captar el mensaje. Le afirmaba y negaba a la pelinegra con movimientos de cabeza como respuesta.

Los primos se teñian el cabello de negro desde los quince, vestían ropas oscuras de un enlutado ficticio, escuchaban música de los setenta por puro placer auditivo y leían libros de terror en las noches de lluvia.

A cambio de apoyo escolar, Joan lo cuidaba y protegía en la escuela de los abusivos. Ella era fuerte y de carácter agresivo. Una amazona que arremetía con cualquiera que se atreviera a hacerle daño a su dulce primito, a pesar de que a veces le costaba horrores comprenderlo.

Resumiendo, Izzy iba a Rocktown sencillamente a estudiar, no a socializar. Joan, por su parte, representaba su vía de comunicación frente a situaciones que lo ameritaban.

Hoy, particularmente, era un día de esos en los que Izzy imploraba que las clases se suspendieran. Pues, examen oral no podía combinarse con mudez. La ecuación resultaba errónea.
El combo también, venía con tartamudeos, porque su puta lengua se secaba y sus cuerdas vocales dejaban de funcionar.

Magnífico.

Y para rematar, el descerebrado de Duff Mckagan tenía el tupé de piropear sus piernas. Si, un maleducado, caradura, impertinente...

Oh, aquello no le molesto, es más le gusto. Si lo ponía en otra perspectiva, el poste andante poseía unos lindos fanales glaucos, mandíbula perfecta y un gran bul...

Okay, la soledad le pegaba mal.

Sus pensamientos lo hacían demasiado joto, igual que el chiste que tiró el pelirrojo, Axl "máquina de follar mujeres" Rose. Entre comillas, porque en algunas oportunidades se decantaba por presumirle su pasividad al cabeza de trapo de Slash.

Siguiendo con el relato, ante el piropo sus cachetes se tornaron bermellón de la vergüenza anterior y la de este momento. Mckagan hizo chirriar la silla al levantarse de golpe, y sonrió mirando la escena del joven Stradlin, para luego dirigirse hacia la puerta e irse a dirección, derrotado pero contento con su cometido.

Él quedó varado y desorientado, aguardando alguna indicación de parte de Davis. Comtempló que la vieja chismosa se sobaba las sienes sentada en el escritorio, hastiada de la situación rutinaria con los pubertos. Por ende, decidió posar su mirada al asiento detrás de todos y ubicar a su prima para que pueda salvarlo del atasco. Al asimilar el gesto de auxilio en los ojos de Izzy, Joan se paró y distrajó a la profesora de su aturdimiento.

Profesora, le pido disculpas por interrumpirla   anunció a la mujer, tratando de sonar respetuosa, y Davis la observó atenta   Pero, creo que sería mejor si pasaramos los exámenes para el lunes  Carraspeó un poco y continuó explayando  Debido a que es tarde y el recreo empieza en cinco minutos .

  Oh, ¿es cierto?   preguntó la señora sorprendida. En su mente, juraba que todavía era temprano.

Si señora Davis, el reloj marca la hora del descanso   Asintió, tocando y revelando el cristal con el dedo índice a su reloj negro con una calavera como caja.

Tiene razón Larkin   se sublevó de su silla y les dió una orden a los alumnos por última ocasión Bueno chicos, pueden salir al recreo ahora  no había terminado de decirlo, porque la multitud sentada, se levantó y corrió hacia la salida del aula.

Joan e Izzy, esperaron a que toda la muchedumbre se fuera, para juntarse y salir del sitio.

Asi que...Buenas piernas, ¿no?   espetó sugerente la pelinegra con una sonrisa de soslayo.

Izzy la miró ceñudo, expresando su desagrado.

Esta bien, esta bien...No te molesto más  alzó sus brazos en señal de rendición   Pero me debes una, piernas bonitas colocó sus manos en el bolsillo de su chaqueta negra y camino más rápido donándole una risotada al aire, evitando así, la ira de su primo.

Izzy pensó en los dichos de Joan y Duff, llegando a una conclusión devastadora.

Puta madre, estaba en el horno. Ese estúpido le encantaba...

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ន¢Ϧ០០ɭ ᖱ♬ƴន (𝐃𝐮𝐳𝐳𝐲 & + 𝐒𝐡𝐢𝐩𝐩𝐬)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora