𝑂𝑛𝑒 𝐻𝑖𝑡 (𝑡𝑜 𝑡𝒉𝑒 𝐵𝑜𝑑𝑦)

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El domingo de descanso se había ido de sopetón. Un día corto, aún más gélido que el sábado y aburrido como de costumbre.

Los Mckagan hicieron su almuerzo dominical familiar. En la entremesa  jugaron algunos juegos de mesa, para luego dedicarse a pasar el rato hablando de temas triviales que concluyeron en todos yéndose a sus cuartos a la tarde noche. Con el tiempo, cada uno se fue durmiendo con la anticipación de que el mañana era un tormentoso lunes.

En cuanto a la plática vergonzosa de Duff y su madre la noche anterior, se podía resumir en que el rubio tuvo que contarle toda la verdad a Lily con lujo de detalles. Desde su veloz enamoramiento, la confusión que le generaba, hasta su reunión nocturna en los arbustos con su pretendiente. Obvio, no existía razón alguna para omitir que se trataba de un hombre, porque Lilian apenas pronunció la palabra enamorado, no duró ni tres segundos en preguntarle, con normalidad, si de un chico. Duff se sorprendió, pero su madre le sonrió con confianza, dando a entender que eso no era un problema ni una desfachatez para ella. La felicidad de su hijo le era más importante que los prejuicios o el que dirán. La charla terminó con el menor llorando de la emoción como una magdalena y Lily abrazándolo orgullosa y brindándole frases llenas de aliento.

Por el contrario, Izzy pasó el último día del fin de semana, atrapado en las sofocantes paredes de su habitación. Aprovecho su tiempo de ocio leyendo libros, tocando la guitarra y escuchando el inédito álbum de los Rolling Stones que Joan le había regalado en la mañana en forma de disculpas. Sin embargo, esa enmienda no revirtió su enojo. Tampoco logró hacerlo cambiar de opinión en relación a la actitud un poco altruista de su prima, y en vez de recibir el obsequio el mismo, lo recibió la señora Stradlin muy desconcertada por el comportamiento de aquellos muchachitos inseparables. La mujer pidió las respectivas explicaciones, pero la morocha posó sus ojos en la mayor, le profirió un espontáneo "lo siento tía, no puedo contartelo" y se fue con la cabeza gacha, tapando así el puchero de tristeza en sus labios.

Sonja estuvo, desde ese momento, preocupada por el estado evitativo de Jeffrey. Ya de por sí, su hijo era un introvertido de manual, y tener que interrogarlo le provocaba una gran pereza mental. A pesar de lo que conllevaba sonsacarle información al chico, la mujer, igualmente, se embarcó hacia la habitación monótona del susodicho. Le dió unos golpecitos a la puerta para fijar su presencia, y cuestionar levemente a Izzy.

- Jeff, ¿te encuentras bien? -

No se asustó por la falta de reacción, estaba más que acostumbrada al silencio voluntario de Izzy.

- Escucha, hijo. No sé que pasó con tu prima, ni el porqué de tu encierro - Sonja esperó unos segundos y siguió con su diálogo - Pero, vine a decirte que por hoy no voy a interrogarte como lo hago siempre. Y que Joan te dejó un regalo -.

Cuando ella distinguió el sonido de pasos asomándose a la puerta, desde el lado interior del cuarto, una pequeña sonrisa se instauró en su rostro.

- Si quieres verlo, está en la mesa de la cocina, junto con tu almuerzo. ¿O prefieres qué te lo traiga todo? -.

No hubo respuesta inmediata, sin embargo, alcanzó a oír algunos movimientos de idas y vueltas. Aguardó unos minutos más, y de repente pudo ver bajo el umbral una notita saliendo disparada. Tomó del piso el papel escrito y leyó su contenido.

"Madre, gracias por avisarme. Las cosas de la cocina las traeré yo en un rato. Y por favor, cumple tu promesa de no interrogarme. Tengo ganas de estar callado, aún más de lo usual. Lo necesito mucho"

Al terminar de leer, dobló la hoja a la mitad, la guardó en su bolsillo y le contestó a su hijo.

- Okay, te lo prometo -.

ន¢Ϧ០០ɭ ᖱ♬ƴន (𝐃𝐮𝐳𝐳𝐲 & + 𝐒𝐡𝐢𝐩𝐩𝐬)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora