Capítulo 3

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Te encontré

Charles

Honestamente, pienso que estoy sobrellevando todo esto muy bien, es decir, mírenme. Soy un simple adolescente quien acaba de notar que la "voz" en su cabeza, la cual filtraba algunos pensamientos más allá de su entendimiento, no es solo una voz y ¿qué estoy haciendo al respecto? Apostar con Destiny (antigua voz no identificada en mi cabeza) sobre quien encuentra al otro primero. Todo esto parece muy irreal, estoy seguro de que si alguien se me acerca con esta historia, de seguro le recomendaría pasarse una tarde en el manicomio más cercano.

Buongiorno, mamá— saludé mientras depositaba un beso en su mejilla.

Buongiorno, Charli.— ese era el apodo que usaba mi madre al referirse a mí.— Se está haciendo tarde, come rápido tu desayuno y sal que tu padre te está esperando afuera.

Comí lo más rápido que pude, teniendo cuidado de no atragantarme con el croissant y mi jugo de naranja. Luego tomé mi mochila y salí en dirección a mi padre, quien se mostraba impaciente en el auto.

Scusa, no quería tardar tanto— me disculpé, mi padre odiaba esperar.

Non preoccuparti, creo que llegaremos a tiempo. Quitaron parte de la nieve que había en las calles.

Afortunadamente, llegamos luego de 15 minutos, bastante rápido, justo como lo había predicho mi padre. Que comience la búsqueda...

Destiny

Ti amo papà, me despedí antes de cerrar la puerta para ir al colegio, no vivo tan lejos, solo son 5 minutos máximo caminando. Lo que tiene prioridad ahora es encontrar a Carter. No tengo ni la más mínima idea de cómo puede ser su físico, así que decidí averiguar quién es por su nombre, le pediré a Janis, la secretaria, que me indique cuantos Charles hay en el colegio y si me identifica a Carter, pues mucho mejor. Voy a ganar, esto sí o si, todo sea por los maravillosos helados de dolci sospiri.

Mi escuela, a mi parecer, es bastante bonita. Tiene edificaciones antiguas, pero en excelentes condiciones por el muy buen mantenimiento que se le da mensualmente. El patio es enorme, aún no entiendo como el viejo y arrugado jardinero puede mantenerlo impecable él solo, yo no podría ni quitar toda la nieve que se acumula en esta época. Por dentro es como una mansión, tiene una buena organización para las aulas, ambiente calmado— la mayor parte del tiempo— y consta con tres pisos más una extensa cafetería/comedor. Es del tamaño justo para la población que acude a esta, somos más de 500 estudiantes.

Ya dentro me dedico a buscar a mis amigas, no es que sea la más popular, pero solo existe un pequeño porcentaje de estudiantes que no me conocen o que no conozco. Mi grupo es bastante extenso, 10 personas como mínimo, pero las más cercanas a mí son Claudia y Karen. Claudia es una bella y ondulada pelirroja de ojos café y tez blanca como porcelana, es bajita, lo cual la hace ver tierna, aunque ella se empeñe en negarlo. Karen, por otro lado, es un poco más oscura que Claudia, pero con unos preciosísimos ojos verdes esmeralda, su pelo es intensamente negro y lacio, es flaca, pero todo lo que pone encima de su cuerpo le queda espectacular, hasta un saco de papas le quedaría bien. Entre esas dos hermosuras, estoy yo, me considero bastante común. Mi pelo es largo y castaño, con ligeros rizos difíciles de peinar, un cuerpo ni gordo ni flaco, ni con curvas ni sin curvas, yo soy un más o menos. Eso sí, mi parte favorita de mí, son mis ojos grises con un ligero toque de amarillo en el centro.

Luego de avanzar un poco por los pasillos, reconozco de inmediato esa cabellera roja intensa en la lejanía, así que apuro mis pasos antes de perderla de vista.

—¡Tiny!— me saluda con un apodo, una muy entusiasmada Claudia, ¿Qué comerá esta chica para estar así desde tan temprano?

Buongiorno, Clau— respondo calmada, ya acostumbrada a su alegría mañanera.

Lazos MentalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora