Epílogo.

296 14 1
                                    

El auto se detuvo a mitad de la desierta carretera, unos zapatos chocaron con fuerza con el suelo cuando el piloto decidió salir de su lujoso auto, en una mano traía un cuchillo y en la otra una hacha, por si acaso. El hombre de unos treinta y cuatro años se acercó hasta un cuerpo inconsciente en el pasto, lo cargó como un saco de papas y lo tumbó en la maletera del auto sin pena, algo que Yukhei jamás sentiría, solo por su amado esposo, Jungwoo. Este mismo dejó a su pequeño bebé de apenas tres meses en la silla de coche controlando de que todo anduviera bien temiéndose a lastimarlo porque se veía muy frágil. Salió del auto y se puso de pie junto a su esposo el cual le regaló una mirada llena de amor y le besó los labios. 

Jungwoo sintió un vacío al separarse y no se contuvo hasta que quedó de rodillas frente a la hombría de su esposo el que le miró con picardía bajando la cremallera de sus pantalones y luego este junto a su bóxer liberando su gran erección cosa que hizo que Jungwoo se relamiera los labios. El menor tomó el pene ajeno y comenzó a masturbarlo con lentitud observando atentamente cada facción del rostro de Yukhei y las muecas que hacía cuando apretaba la base de su pene. Rio por último y llevó la punta de la hombría ajena hasta su boca dándole leves lamidas en el glande, comenzó provocándolo y terminó con el pene ajeno hundido en lo más profundo de su garganta. Fundido en el placer Jungwoo comenzó a tocarse desesperadamente hundiendo más la polla de su marido lo más que podía en su garganta, se separó por la falta de aire y miró al chico de pie ,limpiando con una mano la comisura de sus labios donde un rastro de fluidos manchaban sus bellos belfos. Yukhei estaba listo para correrse y manchar la boca y rostro de su chico pero el llanto desesperado de un infante los hizo salir de su burbuja, su pequeño Chenle solía ser muy molestoso y mimado. Aquel nene que hace pocos meses atrás había llegado a la vida de la joven pareja, alegró la retorcida vida de estos, llegando a pensar que en algún momento debían detenerse sin llegar imaginar la expresión de su hijo cuando se enterara de que sus padres fueran asesinos pero en realidad no les importó y continuaron criando a su hijo sin dificultades de ocultar nada aunque este era solamente un bebé.

—Jungwoo amor —llamó Yukhei a su esposo el cual trataba de amamantar a su pequeño hijo—. Estuve pensándolo y quizá podríamos tomar la oportunidad de vivir en la cuidad.

Jungwoo negó, sería lo mejor para su nene pero aquel lugar, las montañas, sin duda era su hogar, lugar donde pasó la etapa más significativa de su vida, donde le enseñó a amar a una persona con muchos defectos pero que por dentro era amor y solo eso. Lo discutieron durante mucho tiempo y Yukhei terminó accediendo a las palabras de su esposo prometiendo que cada cierto tiempo sacarían a Lele a conocer el mundo exterior porque no querían que su hijo viviese encerrado en un lugar tan desolado como ese.

Cuando llegaron a su hogar, olvidaron por completo el cadáver en su auto y por su parte se dedicaron a pasar tiempo en familia, cenaron juntos como todas las noches, rieron por un rato y llegó la hora de dormir, Jungwoo y Yukhei dejaron a su bebé en su cuna que realmente pertenencia a una familia víctima de sus atrocidades, ambos besaron su frente y caminaron hasta su habitación matrimonial. Yukhei se acostó en la cama con su marido en brazos y le proporcionó leves caricias en el cabello, Jungwoo rio y se apretó contra su pecho. Se besaron nuevamente en silencio disfrutando de la compañía del otro.

—Yukhei —gimió Jungwoo cuando los dedos de Yukhei hicieron contactos con sus pezones sensibles.

Yukhei rio pero no se detuvo, al contrario, llevó su boca a uno de los botoncitos de Jungwoo y lo succionó con cuidado de no lastimarlo, el menor se retorció de placer y en venganza llevó sus manos hasta el pene del mayor y lo apretó con fuerza moderada cosa que le hizo ganarse un fuerte mordisco en su pezón izquierdo. Yukhei quitó la camiseta de su chico con esmero y admiró su cuerpo desnudo lleno de marquitas provocadas por él, Jungwoo era su lienzo perfecto. También llevó las manos hasta el borde de sus pantalones de pijama y los tiró con fuerza junto a su ropa interior liberando su erección creciente, Yukhei hizo que su esposo se diera la vuelta quedando con el pecho apoyado en el colchón, con ayuda de ambas manos se ayudó para separar las mejillas del trasero del menor donde el juraba que entre ellos se encontraba el jodido paraíso, agachó su cabeza hasta que quedó a la altura de su culo y hundió su rostro en él, movió su lengua con agilidad arremetiendo contra su estrecha entrada, humedeciéndolo más y estirándolo. Amaba escuchar los gemidos de su chico, lo amaba a él.

Cuando sintió que era suficiente y que se estaba conteniendo mucho para no follar el bello trasero que tenía su amado, Yukhei se desnudó en un par de segundos y el un par de los mismos ya se encontraba dentro del cálido y malditamente apretado agujero de Jungwoo, comenzó con un vaivén lento hasta que en realidad sintió que se estaba conteniendo mucho y lo embistió con fuerza irrepetidas veces. Él podía verlo y hacerlo, hacerlo la veces que quiera, donde y como quisiera, se sentía tan... tan bien.

Yukhei se corrió una y otra vez en el interior de su chico y ya exhausto decidió darle por terminada a esa larga noche, cosa de todos lo días. Se tiró de espaldas a la cama con la respiración agitada y pronto se quedó dormido.

Jungwoo apreciaba mucho a su esposo, había obtenido ese título hace un par de años, sellando su promesa con un par de anillos de una pareja víctima de exactamente ellos y unos documentos no verificados pero para Jungwoo estaba bien, si Yukhei lo estaba entonces él también lo estaba. 

Amaba tanto a Lucas, amaba cada imperfección suya y cada defecto y también amaba las cosas buenas que solo él podía obtener y que solo él había logrado visualizar. Lo amaba tanto que aceptó su locura y se unió a ella. Aunque esto suene muy extraño, su amor era verdadero, porque ambos estarían dispuestos a morir y matar por el contrario y con eso bastaba, porque se amaban día a día, retorciendo sus mentes con el pasar de los años.

Pero así es su amor, un amor de locos.


Fin.

𝒇𝒐𝒖  - [luwoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora