Capítulo 4

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Hoy era mi último día en la casa de mi madre. Mañana volvería a casa. Tenía muchas ganas. Desde siempre he preferido estar sola. Como dice el dicho: "mejor sola que mal acompañada".

Ayer desde que me levanté mi madre ya estaba pensando en que podía hacer para que volvieran a hablar de ella en las revistas. Le encanta ser el centro de atención. Incluso cuando me cruzaba con ella por las estancias seguía como si nada, como si no estuviera allí. Nada nuevo para mí. Estuve a mi bola disfrutando de las vistas y del simple hecho de no hacer nada.

El día pasó rápido y cuando estaba anocheciendo se me ocurrió ir por todos los rincones de aquella enorme mansión y curiosear lo que había en ellos.
En la planta de arriba había dos pasillos, en el izquierdo estaban las habitaciones y en el derecho los despachos y salas como la biblioteca.

Caminé por el pasillo derecho, abrí la primera puerta y era la biblioteca, paredes y estanterías llenas de libros, el paraíso para cualquier amante de la lectura. 

Tras echar una vista rápida, cerré y pasé a la siguiente puerta. Nada llamativo. Finalmente llegué a la puerta más alejada, al fondo del pasillo. Intenté abrir y para mi sorpresa estaba cerrado.

- Qué raro.   - pensé.

Tras varios intentos fallidos de abrir esa puerta, me giré frustrada. En ese momento apareció una de las criadas. Y entonces decidí preguntarle.

- ¿Qué hay en esta habitación?

- Es el despacho del señor Frank.

- ¿Y por qué está cerrado? El de mi madre está abierto y las otras salas también.

- No lo sé señorita.

- ¿Hay alguna llave?

- No señorita, solo tiene la llave el señor Frank y una copia por seguridad su madre.

- De acuerdo, gracias.

Y la criada se marchó. Podía parecer que soy una fisgona queriendo entrar, pero teniendo en cuenta que aquí solo viven Frank y mi madre, que no reciben visitas aquí y que todas las habitaciones están abiertas menos esta, pues me hacía pensar que ocultaba algo importante ahí dentro. 

No había ninguna razón lógica e inocente para que necesariamente tuviera que estar cerrada.

Así que decidí averiguar dónde podía tener mi madre la llave del despacho de Frank para poder entrar y mirar sin que nadie lo sepa.

Justo cuando iba a bajar por las escaleras escuché a mi madre hablar por teléfono desde su habitación.

- ¿Son urgentes?   - decía mi madre con preocupación.  - Puedo entrar en el despacho y pasártelos por e-mail.

Tras unos segundos continuó diciendo:

- Vale pues entraré ahora mismo y te enviaré los documentos, te llamo cuando lo haya hecho.

Y colgó. Empezó a caminar hacia la puerta para salir de la habitación y yo me escondí rápidamente en el baño que había junto a las escaleras.

Era mi oportunidad. Vería donde guardaba la llave para que, con un poco de suerte, después pudiera entrar yo.

Comenzó a bajar las escaleras.

Qué raro. Eso implicaba que no la guardaba en ninguna habitación, ni en su despacho o la biblioteca. Dudaba mucho que la guardase en zonas como el salón, el comedor o la cocina.

Bajé unos peldaños hasta poder ver bien el piso de abajo y ví como salía por la puerta principal.
Entonces recordé que a lo largo de ambos pasillos había varias ventanas.

ASESINATO OCULTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora