Capítulo 1

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Dolor. Invadía mi cuerpo. Cada centímetro de mí ser. Desde lo más profundo.

Rompiéndome en mil pedazos. Mi conciencia volvía poco a poco y una sensación de estrés y pánico se unía inesperadamente.

Quería abrir los ojos, pero no podía. Me pesaban tanto como dos bloques de cemento.

Tras muchos intentos, conseguí abrirlos mínimamente y una luz que parecía cegadora se colaba entre mis párpados, obligándome a cerrarlos de nuevo.

Intenté mover las manos. Pero me dolían demasiado, algunos dedos ni siquiera podía moverlos.

Poco a poco, con mucho esfuerzo, conseguí llevar mis manos hasta los ojos.

Los tenía hinchados. Tanto como dos pelotas de tenis. El más mínimo roce me hacía rabiar de dolor.

Intenté otra vez abrirlos. Entonces ví como una enfermera se acercaba a mí y me dijo:

- Tienes que descansar, estás en el hospital, has estado muy grave. Cuando estés mejor vendrá el doctor a verte para informarte de lo sucedido. Ahora te pondré un calmante para que duermas un poco.

Ni siquiera me dió tiempo a preguntarle porque estaba aquí, qué es lo que había pasado.

Simplemente puso el calmante en el suero y lo dejó fluir por mis venas, llevándome así de nuevo a un sueño profundo.

Al cabo de unas horas notaba como mi cuerpo y mi cabeza se iban despertando, esta vez estaba más espabilada, aunque con muchos dolores por todo el cuerpo y desconcertada por no saber por qué estaba en el hospital.

Conseguí abrir los ojos un poco más que la otra vez. Había menos luz, parecía que estaba atardeciendo.

Contemplé el techo. Ni siquiera sé por cuánto tiempo.

Pero me resultaba lo más sencillo que podía hacer en ese momento.

En realidad no podía hacer nada más. De alguna manera conseguía poner la mente en blanco, dejando fuera de mí el dolor que sentía, que hacía que el tiempo resultara agonizante.

Entonces un médico entró en la habitación. Era alto y delgado de aproximadamente unos cuarenta y cinco años. Se acercó hasta la cama y me preguntó: 

- ¿Cómo te encuentras?

- Muy confundida y con dolores por todo el cuerpo. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué ha pasado?

Aquel médico pareció pensarse bien por un segundo lo que me iba a decir. Finalmente empezó diciendo: 

- Llevas ocho días en el hospital. Te mantuvimos en sedación todo este tiempo debido a la gravedad de las heridas y contusiones que tienes por todo el cuerpo.

Cuando te encontraron estabas en un estado muy grave. Por eso aún tienes intensos dolores.

Llegaste con moratones, contusiones en las manos, los ojos hinchados y un par de costillas fisuradas, casi rotas.

No daba crédito a lo que estaba diciéndome en aquel momento, pero eso no fue todo, continuó diciendo:

- Lo más importante te lo contará la policía. Te dirán todo lo que quieras saber.

Están aquí y quieren hablar contigo.

Nada de esto tenía sentido para mí. Estaba completamente en shock. No paraba de preguntarme que había podido pasar para que la policía quisiera hablar conmigo. Respiré profundo y tras unos segundos respondí:

- Claro que pasen.

- Perfecto les haré pasar ahora que estás despierta para que no tengan que esperar más. Después volveré para hablar más sobre tu estado y cuando podrás irte del hospital.

ASESINATO OCULTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora