Capítulo 2

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"Hoy por fin volveré a casa".

Ese fue mi primer pensamiento al despertarme.

Tras otros seis días más en el hospital, decidieron darme el alta. Estaba mucho mejor, la hinchazón de los ojos desapareció, sólo quedaba algún moratón. 

Para las costillas aunque me encontraba perfectamente y podía empezar a hacer vida normal, tendría que seguir manteniendo algo de reposo para evitar posibles fracturas, lo cual podía hacer en casa, más cómoda y descansando mejor.

Respecto a la memoria, seguía exactamente igual, por lo que era aconsejable que volviera cuanto antes a casa, a mi día a día, para ejercitar la cabeza e irla recuperando poco a poco. 

Estaba deseando volver a casa. Tantos días en el hospital recuperándome. Sin recordar nada de lo que viví ese día, ni de los últimos dos meses. Completamente sola.

Es cierto que podía haber avisado a mis padres, pero habría estado más agobiada todavía, viéndolos preocupados por mí y haciéndome miles de preguntas de las cuales no tengo la respuesta. 

Pero hoy cuando llegase a casa, les llamaría para decirles lo que pasó y que estoy bien.

Mientras terminaba de vestirme llamaron a la puerta. Me puse la camiseta y contesté:

- Adelante.

El médico entró.

- Hola, ¿Qué tal te encuentras?

- Mucho mejor doctor, quería darle las gracias por todo.

- No tienes por qué darlas. Espero que te mejores y recuperes pronto tu memoria.

- Eso espero.

- Si necesitas hablar con un psicólogo o algo no lo dudes, puede ayudarte a sobrellevar la situación.

- Lo tendré en cuenta.

Y con esto el médico se marchó.

Me puse las zapatillas, cogí mis cosas y salí de la habitación. 

El pasillo estaba prácticamente vacío. Avancé rápido hacía el ascensor. Desde pequeña odiaba los hospitales. No soportaba el olor que tienen. Y ver a gente enferma por todas partes tampoco ayudaba.

Cuando salí por la puerta principal del hospital y sentí el aire fresco en mi cara, me sentí aliviada. Y libre. 

Me acerqué hasta la estación de taxis que había en la puerta y me subí a uno para volver a casa.

En el trayecto no podía parar de pensar en cómo había llegado a esto.

Qué había pasado para verme involucrada de esta manera en algo tan turbio. Porqué me retenían en esa nave y porqué yo estaba viva. ¿No les dió tiempo porque llegó la policía? ¿De ser así estaría muerta yo también?

Más allá de mis preocupaciones y dudas, me surgía una curiosidad. ¿Quién es la persona que fue asesinada? ¿La conozco? 

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando el taxista dijo:

- Hemos llegado.

- Gracias. 

Pagué y me bajé del taxi.

Miré la calle a ambos lados, y en cierta manera me sentí extraña. Como si no hubiera estado ahí en mucho tiempo. En parte esa sensación era comprensible, teniendo en cuenta que no recuerdo dos meses de mi vida.

Entré al edificio. Vivía en uno de los complejos más caros y seguros de toda la ciudad.

Era enorme. Tenía un edificio central que se comunicaba con el resto de edificios residenciales que lo componían. Este estaba dedicado para la seguridad, los porteros del complejo y otras cosas.

ASESINATO OCULTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora