[𝘱𝘰𝘣𝘳𝘦, 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘶𝘪𝘥𝘢𝘥𝘰, 𝘴𝘶𝘤𝘪𝘰 𝘰 𝘥𝘦 𝘮𝘢𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥]
No era que a Milah no le gustara compartir clases con Vanya, era solo el hecho de no entender nada de lo que leía mientras su hermana ya llevaba la mitad de su ensayo. A veces pensaba que Reggie no la quería cuando le ordenaba a hacerlos.
Había abandonado la habitación con la excusa de ir por algo qué comer, y aunque no era una completa mentira, Milah tenía más urgencia por salir que hambre, lo cual era algo alarmante. Vagó por los pasillos, fingió buscar a sus hermanos por la academia cuando bien sabía que estaban entrenando y jugó por las paredes con sus dedos, fingiendo que una personita brincaba por estas y los barandales.
No fue hasta que vio a Pogo pasar por un pasillo que corrió a cumplir su excusa, aunque quiso tardarse al bajar la escalera con lentitud, fingiendo ser alguien de la realeza como en sus libros favoritos. Saludó incluso a las pinturas colgadas en las paredes, sus fieles admiradores en cada una de sus huidas de clase.
Gracias por venir aquí hoy —habló, haciendo un elegante gesto con la mano, que su madre le había enseñado hace tiempo debido a las mismas historias.
Dio un salto dos escalones antes de llegar a la planta baja, haciendo ruido con sus zapatos escolares y, entre largos brincos, llegó a la cocina. Ahí, el olor a lo que sería su comida le dio la bienvenida y ella lo recibió con su fiel apetito. Escuchó la risa de su madre al notarla, Grace Hargreeves fingió tomar una interrogante postura al otro lado del lugar y Milah le sonrió con su usual inocencia.
—Espero que hayas terminado tu tarea —dijo, en un intento de sonar como una advertencia.
—Solo he venido a descansar de tanto que he escrito —respondió, buscando algo con qué ganar tiempo antes que la regresaran con Vanya.
Su atención se desvió al techo, cuando la iluminación volvió a fallar. Milah se encontró con un foco (de varios en la academia) defectuoso, parpadeando debajo de ella. Varias veces se preguntó si su padre amaba tanto la vida antigua como para tener objetos que siempre fallaban, aunque nadie parecía molestarse por ellos y cuando decidía mencionarlos, sus hermanos dejaban de ignorarla solo para decirle que estaba loca.
No tardó mucho en aprender que tal vez no todos observaban lo mismo que ella, y si lo hacían, entonces no lo cuestionaban como Milah. Sabía que incluso Vanya jamás había visto a los focos parpadear con la misma frecuencia que ella, pero nunca dejaba de escucharla y siempre asentía, dándole la razón. Era por eso y muchas cosas más que adoraba a su hermana.
—Buen día, señorita Milah —Milah soltó un chillido y dio un corto salto del susto al escuchar a Pogo detrás de ella. La luz de la cocina se fue por un segundo.
—¡Hola, Pogo! ¿Quieres un pan? —ofreció, esperando que ignorara la razón de estar ahí, aunque su mirada interrogante apuntaba a que pensaba lo mismo que ella, así que comenzó a entrar en pánico—. ¿Tienes alguna idea de a qué sabe el café?
—No, señorita Milah.
—¿Por qué?
—Al señor Hargreeves no le gusta.
—El señor Hargreeves no nos puede impedir probar el café...
—Milah —la llamó su madre—. ¿Por qué no buscas a Vanya y se arreglan para salir? Tus hermanos tendrán su primera aparición hoy.
Le sonrió a su madre, no solo porque sería la primera vez que saldría de la Academia, sino porque sabía que la estaba salvando de un interrogatorio con Pogo. Una alarma sonó, asegurando lo que por un segundo Milah pensó que solo era una mentira para salvarla. Se despidió de ambos, lanzándoles besos y corrió por las escaleras hasta subir a la habitación de su hermana.
Cuando entró, Vanya ya estaba con su violín en mano. Su mirada tímida solo desaparecía cuando estaba con ella o tocaba su violín, pero ahora era suplida por una fastidiada. Milah sabía que sus horas de práctica eran sagradas.
—Pensé que el simulacro había sido ayer —dijo, impaciente. Milah quiso abrazarla, pero su emoción la impulsó a tomar el instrumento y guardarlo con sumo cuidado.
—¡Hoy es su primera misión! —chilló, emocionada, y aunque deseara poder estar en la misma situación con sus hermanos, no podía evitar sentirse feliz porque todas sus horas de entrenamiento por fin darían su resultado.
El rostro de Vanya solo se desanimó más y, con ello, la emoción de Milah disminuyó.
—Oh...
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aaAAaAAA
incluso con la primera parte ya planeada por capítulos,
sigue siendo complicado comenzarla a escribir xdespero que les haya gustado ese capítulo nuevo después
de mil años y les agradezco mucho si sigue teniendo esta
historia en su biblioteca<3
~midnighthief
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Serendipia |The Umbrella Academy
Fanfiction• Número Cero podía ser tratada como si nada, pero ella trataba a los demás como si fueran todo. Milah fue adoptada por Sir Reginald, pero no de la misma manera en la que lo fueron el resto de los pequeños...