Carta 5

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Hola amor.

No recibí tu respuesta.

No importa, seguiré escribiendo hasta que me contestes.

Está lloviendo.

Es bastante tarde, de hecho es la una y media am.

La lluvia me hizo acordar a esa vez en tu departamento, había pasado la noche ahí el día anterior y tuvimos que cancelar nuestro plan de caminar en el parque porque estaba lloviendo.

Ya llevábamos meses de estar saliendo.

Recuerdo despertar en tu cama, con mí brazo derecho sobre tu pecho, mí cabeza en tu hombro y tu brazo izquierdo abrazándome.

Tu aún dormías.

Todo lo que se escuchaba era tu respiración y el ruido de las gotas de lluvia golpeando en la ventana de tu cuarto, pero si me concentraba, llegaba a oír el ritmo de tus latidos.

Me volví a dormir; entre tu corazón, tu pecho subiendo y bajando al repirar y la lluvia, se había creado una especie de melodía que hizo que el sueño volviera a apoderarse de mí.

Después volví a despertar, aún abrazado a tu cuerpo inconciente, pero ahora la lluvia era mucho más intensa.

Ya estábamos a mitad de la primavera, pero ese año el calor había decidido esperar para aparecer, dejándonos a merced de la combinación del frío propio del invierno y de la lluvia que traía la primavera.

Ese sábado yo me desperté primero, pero me quedé acurrucado en tu cama, mientras que tú te levantaste en cuanto abriste los ojos y preparaste el desayuno.

Tus panqueques son deliciosos Harry.

Los extraño.

El diluvio encerró a todo Londres; las calles estaban inundadas. Nos quedamos adentro, viendo películas acurrucados en el sofá, yo acariciando tus largos rizos, tu entrelazando mí mano libre con la tuya.

Nos mimamos y besamos para mantenernos cálidos mientras nos entreteníamos con caricaturas.

Dos hombres adultos, acurrucados en el sofá, envueltos en una manta de piel sintética, dándose besitos tiernos y viendo Bob esponja con el ruido de la lluvia de fondo durante todo un día.

En pijama.

Amé ese sábado.

La lluvia tampoco me permitió volver a mí departamento, por lo que pasé también la noche del sábado en tus brazos.

Y escuchando la misma melodía formada por las gotas de lluvia en tu ventana, tu respiración profunda y el ritmo de tus latidos, el sueño volvió a invadir mí cuerpo, haciéndome dormir con una sonrisa en el rostro.

Extraño esa melodía Harry.

Dear Harry // LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora