• 𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭𝐬; 𝐒𝐡𝐢𝐩𝐩𝐬 •

• Rain | Duzzy •

Era una helada y lluviosa noche de Noviembre. Y a pesar del clima, parecía que nadie gustaba de quedarse en casa, había un gran y agobiante tráfico; cosa que tenía molesto a Duff.

Conducía su hermosa camioneta de color cobrizo e intentaba ir a casa después de visitar a su madre.
Tenía la calefacción encendida y todo era muy cómodo. A excepción de su llamada telefónica;

- Ajá...-Respondió sin interés por su teléfono celular. Era una de las millonesimas peleas que tenía con su novia y simplemente se estaba cansando de ella y la situación.

- Todo es tu culpa, Michael. -Respondió enojada.

- Sabes, si tanto te molesta, deberíamos terminar.

- ¡Estás jodido! Ni creas que me dejarás tan fácil, imbécil.

- Vete al diablo, quieres? Me harías un favor.

- ¡Más te vale que estés en 10 minutos en mi casa o...

- ¿O qué? -Cuestionó retador.

- Juro que te acabaré.

- Me importa muy poco, loca psicópata. -Rodó sus ojos e hizo un gesto de burla.

- Eres un...

- Si, si. Ya sé lo que soy, no es necesario que me lo repitas. -Interrumpió. - Y si no te molesta, debo colgar, tengo la autopista libre de tu toxicidad, bruja.

Se burló cruel y colgó la llamada antes de que su ahora ex novia dijera algo más. Y literalmente la autopista estaba libre, aunque no exactamente de dramas.

El tráfico fluyó un poco y tenía paso libre. Pero, la lluvia aumentó más, era casi imperseptible lo que había enfrente.

- Me lleva la...-Detuvo su frase en cuanto algo llamó su atención. El semáforo se puso en rojo y tuvo que frenar, así que su visualización a lo que sucedía era más clara.

Justo a un costado de la carretera habían dos personas, parecía que estaban discutiendo.

El blondo entre cerró sus ojos para intentar enfocar su mirada y con el limpia parabrisas retiró los rastros de agua que había en el vidrio.

Notó a un joven de quizás unos 26 años de edad y de cabello rubio, mucho más grande que el otro chico, quien se veía asustado pero muy molesto a la vez.

De pronto la situación subió de tono y los golpes se hicieron presentes. El mayor golpeó con fuerza al chico pelinegro y este cayó al piso, y en vez de detenerse, se abalanzó a el para seguir golpeando su rostro.

- Estás muerto, Stradlin. -Susurró con malicia y apretó su puño fuertemente, intentando dar quizá el milesimo golpe de la noche.

- Tú lo estarás, pendejo.

Con un movimiento rápido hizo que el mayor quedara desconcertado y mareado por un impacto en su nariz.

El pelinegro pudo liberarse del agarre e intentó correr, logrando simplemente tropezar por lo resbaloso que estaba el piso debido a la lluvia.