Un baile para el rey | Yoonmin

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Hace un tiempo, uno muy largo de echo, la antigua Corea tuvo un rey, perteneciente a la dinastía Min.

Un hermoso hombre de cabello largo y rubio, ojos tiernos a simple vista pero llenos de dolor, siendo uno de ellos adornado superficialmente con una recta cicatriz rojiza que llamaba la atención de cualquiera.

Rostro pálido con unas grandes y lindas mejillas, labios rosados y carnosos.
Un rostro adorado por todos, que a pesar de tener la evidencia de un evento traumático para el, no quitaba méritos a su impecable belleza.

Debajo de esa linda cara había un cuerpo delgado, bastante pálido y que parecía siempre estar frío, lleno de rasguños y demás cicatrices. Voluminosos músculos bien trabajados, los cuales serían la tentación de todos si no estuvieran ocultos bajo tanta tela de sus ropas.

Físicamente era un joven divino, parecía irreal y sacado de un cuento de hadas.
Sin embargo, esa apariencia linda era desechada por los demás con tan sólo escuchar su nombre: Min Yoongi.

Y aunque su cara decía una cosa, su severo carácter decía otra completamente diferente.

La gente simplemente le temía, bajan la cabeza al estar ante su presencia, sus manos y cuerpo temblaban, tragaban en seco y siempre le abrían paso a dónde sea que iba.

Su simple mirada causaba un escalofrío a cualquiera, pues en ella reflejaba toda su ira, soledad y frialdad.

A pesar de ser tan serio, callado, malhumorado e intimidante, nadie de sus súbditos podía tacharlo de injusto, mujeriego o un patán que abusara de su poder.

Siempre fué muy correcto con todos ellos, y castigaba a quienes lo merecían, y aunque solía mostrar compasión y un lado humano, la gente no podía evitar temerle aunque fuera un poco.

Pero por otro lado, existió un chico que era todo lo contrario al rey.

El súbdito Park Jimin, o simplemente Jimin, era un pequeño trozo de arcoiris. Una sonrisa jamás faltaba en sus grandes y hermosos labios, la cuál hacia que sus tiernas mejillas se levantaran ligeramente y entrecerraran sus ojos, siempre acompañada de una risita con su melodiosa voz, la cuál era cómo música para los oídos de quien sea.

Un chico de indiscutible belleza, con un lindo cuerpo y un enorme talento para la danza.

Algo que tampoco estaba a discusión era su torpeza, solía caerse de cualquier lugar en el que estuviera sentado, o romper y tirar lo que sus manitas sostuvieran. Bastante despistado, pero ello lo hacía lucir aún más tierno.

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── Pero si me acompañas te compraré todo lo que quieras. ─Persuadió el rubio mientras tomaba por los hombros a su amigo y lo sacudía.

── No, Jimin. No quiero. ─Respindió un molesto Jungkook mientras empujaba al mayor.

── Sabes? yo debería ser el que esté molesto contigo. El que no quieras que vaya significa que no confías en mí y que no crees que sea lo suficientemente bueno cómo para ser aceptado. ─Hizo un pequeño puchero mientras baja la mirada.

── N-no Jimin... ─Lo miró sintiéndose mal al verlo triste y tomó la pequeña mano del rubio. ── E-es sólo que no quiero que te pase nada... claro que confío en tí, y sé el increíble bailarín que eres, pero, ¿Y si no cumples sus expectativas?

Cada que el rey lo deseara, el palacio era abierto para todos aquellos que tuvieran algo que ofrecerle a su majestad, cualquier talento o cosa que aliviara el aburrimiento del líder.
El que más le agradara al supremo, sería recompensado por su esfuerzo y buen trabajo. El que no, moriría.

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⏰ Última actualización: Nov 22, 2021 ⏰

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• 𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭𝐬; 𝐒𝐡𝐢𝐩𝐩𝐬 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora