Capítulo 24.- "El plan"

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Muda del asombro, Mariana toco con desesperación su cintura, percatándose de la nula presencia de algún armamento.

>>Desde que Marquillo está aquí, no lo vi necesario<< tenso la mandíbula perforando al invitado con la mirada.

–¡MALNACIDO! ¡MIERDA DE HOMBRE! COMO TE ATREVES A MOSTRARTE FRENTE A MI.

–¿Deberé de colocar esos insultos como nulo proceso de avance?

–¡Tu! ¡Cabron hijo de perra!

–¡Señorita! –Marco le llamo la atención–. Esa no es manera de tratar al invitado.

Enojada por las palabras de Marco, este le indico con la mirada que él manejaría el asunto sin necesidad de iniciar una pelea. Comprendiendo de inmediato sin dejar de sentirse furiosa. Abandono el lugar de prisa con destino a la habitación que le pertenecía.

–Tal parece que los niños siguen siendo solo niños –reajusto la corbata, provocando que Mariana detuviera la marcha para mirarlo y amenazarlo.

–No creas que estás seguro aquí. Una Méndez jamás huye, solo va por mas municiones –retomo el camino, desapareciendo en seguida.

–Niños. No puedes siempre tenerlos contentos.

–Señor Leroy, le solicito encarecidamente que evite provocar a la señorita Mariana.

–Mis disculpas señor Marco.

–Preminger –hablo con seriedad y frialdad–. Acabo de conocerlo y no es apropiado que me llame por mi nombre. Aunque utilicemos formalidades, limítese a solo llamarme por mi apellido.

–Vuelvo a disculparme. Creí que al estar en una edad casi igual y ser colegas de trabajo, podía tomarme ese atrevimiento. Aunque ahora soy como su superior al venir a inspeccionar el trabajo que ejecuta con la señorita Méndez.

–Por lo general no necesito que alguien inspeccione mi trabajo, pero el señor Méndez insistió y lo permití. Espero que solo se limite a cumplir lo encomendado sin interferir en mis clases. Ya sabe cómo trabajamos los tutores. Cuando el anterior no puede solucionar el déficit de información que el estudiante requiere, el más capacitado siempre logra terminar el trabajo de una manera extraordinaria.

Marco ladeo una sonrisa borrando la del huésped. Mirándose mutuamente como enemigos con intereses totalmente opuestos, dispuestos a mantener la guardia alta ante cualquier imprevisto en los planes del otro y de uno mismo.

–Ya que he aclarado un punto. Le enseñare la habitación en la que se hospedara por una semana.

Bajo una gentileza falsa, el mayor extendió la mano para indicar el camino, guardando silencio mutuo hasta la recamara.

***

Una hora resultaba el tiempo transcurrido desde que la joven se había refugiado en la recamara. La impaciencia junto a los nervios e ira, eran una montaña rusa que la hacían girar impaciente sobre la cama al tratar de calmar el disgusto de ver al hombre de su pasado.

>>Maldito...<< el sonido de la puerta le informo de un visitante. Deseando abrirla de inmediato si no fuera por la interrogante que paso por la mente.

–Señorita Mariana. Soy su tutor ¿Podría hablar con usted?

De prisa, abrió la puerta jalándolo para que ingresara, seguido del cierre inmediato.

–Dime que se fue. Dime que huyo en seguida. Dime que ya está subido en el helicóptero lejos de aquí. Dime que no volverá... –la oleada de preguntas cayó sobre Marco, quien solo pudo retroceder ante la presión de respuestas–... que no tendré que soportarlo o verlo...

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