Impresionada por el estado de su tutor, intento despertarlo sin éxito alguno. Preocupándose por no saber qué hacer.
>>Sé que no me agradas. Pero no desfallezcas de esta manera. Se supone que yo te dejaría casi muerto<< Continuando con su acto, no paso mucho tiempo para que su tutor cobrara la conciencia, desorientado sobre lo ocurrido.
–Señorita Mariana –se incorporó rápidamente, notando el estado en que se encontraba–. Discúlpeme yo... preparare su comida –levantándose deprisa, apoyo su mano derecha en la silla, sosteniéndose la frente al sentirse pesado y mareado.
–Estas... algo caliente –lo miro atentamente la menor.
–Es el clima –se excusó movilizándose detrás de la extensa barra de la cocina.
–Está lloviendo. El clima esta húmedo y frio. Si el clima esta así ¿porque deberías de estar caliente? –el no dijo nada–. Acaso estas enfermo o algo...
–Preparare su comida. Por favor, mientras tanto espere –Mariana no hablo más, retirándose del lugar hasta que su comida estuviese lista.
>>¿Cómo es posible que este enfermo?<<
Al cabo de una hora, la comida estuvo preparada y servida en el comedor, devorando la menor los alimentos a su vez, en que Marco se retiraba del lugar.
–Te vez mal –sonrió la menor– ¿No piensas comer?
–No tengo apetito –desapareció.
>>Estará bien<< continuo con lo suyo Mariana, dándole ninguna importancia a su tutor.
Por otra parte, Marco se encontraba en su habitación, buscando el medicamento necesario para su malestar, sosteniendo con su hombro el celular que marcaba a quien podía ayudarlo.
Había presentido su estado actual, y estaba seguro que podía librarse de eso como siempre. Sin embargo a causa de su estudiante, estaba pasando lo que ahora le era inevitable. Se sentía cansado y su garganta comenzaba a perder fuerza. Pronto sus cuerdas vocales no se oirían iguales.
–¿Hola? –una voz masculina se hizo presente atreves del celular –¿Quién habla?
–Conejo escondido de liebres... –hablo en clave Marco, sentándose sobre su cama, resignado en su búsqueda por hallar lo requerido.
–¡Marco! –alegre, la voz extendió su nombre–. Cambiando de número otra vez ¿Por qué no me habías llamado antes?
–Sí, si después hablaremos de eso. Necesito que me digas que medicamento puedo tomar o que puedo ingerir para contrarrestar una posible gripe.
–¿Te enfermaste? Deberías de tener cuidado –regaño la voz–. El medicamento que te doy deberías de usarlo pensando en tu trabajo. Tus cambios de áreas y tu estrés te mataran si no te cuidas.
–Estoy consciente de eso idiota.
–No le hables así a tu doctor. Ni le hablas y lo tratas mal –dramatizo el hombre.
–No seas exagerado. No hablamos desde seis meses, desde que te solicite los nuevos papeles. Mira, la cuestión no es esa, mi nuevo trabajo ha causado mi mal estado de salud temporal. Mis medicamentos, hasta los de reserva, fueron escondidos, robados, arrebatados o lo que sea por mi estudiante –la voz tras el celular se echó a reír.
–¡Pobre Marco! Sus retos cada vez son peores. Aun sin el medicamento deberías estar bien. Dime ¿hace cuánto tiempos llevas en ese lugar? ¿Has estado bajo estrés? ¿Y qué cosa más has hecho?
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Edúcame Si Puedes
Romance~En revisión~ Mariana Méndez: hija de un empresario mafioso. Una chica muy energética de 17 años, infantil y malcriada, a quien le gusta trata a la gente como le dé la gana. Suele ser manipuladora y bipolar pero también alguien con un jodido carácte...