Capitulo 17

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Lo hemos conseguido —dije, al derrumbarme en el asiento del autobús, tan cansada que hasta las piernas me temblaban.

Lucas negó con la cabeza.

—Todavía no.

El autobús se puso en marcha con una sacudida y enfiló la carretera lentamente. Habíamos sido los últimos pasajeros en subir. Tres minutos más y habríamos perdido la oportunidad de escapar.

—Sé que mis padres son rápidos, pero no creo que puedan atrapar un autobús en la autopista.

Una mujer mayor, sentada unas cuantas filas por delante de nosotros, se volvió para mirarnos con evidente curiosidad por saber de qué narices estábamos hablando. Lucas le dedicó la más encantadora de sus sonrisas, a la que ella respondió con otra, flanqueada por unos hoyuelos, antes de volver a concentrarse en su novela. A continuación, Lucas me tomó de la mano y me condujo hacia la parte de atrás del autobús, casi vacío, donde pudiéramos hablar con total libertad sin peligro de que algún pasajero nos oyera charlar sobre vampiros.

Lucas ocupó el asiento de la ventanilla. Creía que iba a estrecharme entre sus brazos, pero permaneció tenso, mirando fijamente el cristal enturbiado por el agua.

—No lo habremos conseguido hasta que crucemos el paso elevado, el que está a casi cinco kilómetros del pueblo.

No sabía de qué estaba hablando. Estaba claro que Lucas había hecho un reconocimiento táctico de la zona mucho más profundo que el mío.

—¿Qué crees que harían? ¿Plantarse en medio de la carretera para parar el autobús?

—La señora Bethany no es tonta —contestó, sin apartar la vista de la ventanilla. Las luces de la carretera que íbamos pasando proyectaban sobre él una suave luz azulada, que se desvanecía al dejarlas atrás y volvían a recluirnos entre las sombras—. Sí, puede que me hayan seguido hasta el pueblo, pero también puede que hayan adivinado que iba a tomar un autobús y, si es así, su expedición de caza estará esperándome en ese paso a nivel. Irrumpirán en el autobús, me sacarán a la fuerza y que la poli se las apañe luego para explicar lo sucedido a los pasajeros.

—¡Como van a hacer una cosa así!

—¿Para detener a un cazador de la Cruz Negra? Ya puedes apostarte lo que quieras.

—Si estás con esa Cruz Negra, ¿por qué viniste a la Academia Medianoche?

—Me enviaron para que me infiltrara en la escuela. Era mi misión y las misiones de la Cruz Negra no se rechazan. O la cumples o mueres en el intento.

La desanimada convicción con que Lucas lo dijo me preocupó tanto como todo lo que había oído sobre los vampiros.

—¿Acabáis de descubrir el internado?

—La Cruz Negra conoce la existencia de Medianoche casi desde que se fundó. Los lugares a los que acuden los vampiros...

—Perdona, acudimos.

—Da igual. Suelen ser los lugares donde los vampiros apenas atacan. Nadie quiere montar escenas o que la gente de los alrededores sospeche, por eso los vampiros siempre se controlan en esas zonas. No cazan y no causan problemas. Si los vampiros se comportaran así siempre, la Cruz Negra no tendría razón de ser.

—La mayoría de los vampiros no cazan —insistí.

El autobús dio una sacudida al encontrar un bache y todos nos zarandeamos. Solté un grito ahogado empujada por el miedo. Lucas me puso una mano en la rodilla para tranquilizarme, pero volvió a mirar por la ventanilla de inmediato. Ya casi habíamos salido de Riverton y cada vez quedaba menos para llegar al paso a nivel.

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