Resístaseme

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–Se equivoca, Emma....En realidad, es todo lo contrario

Regina había retrocedido algunos pasos mientras pronunciaba esas palabras y bajaba la cabeza mientras Emma se quedaba estupefacta intentando repetir en su mente las palabras que la morena acababa de pronunciar. Y el impacto que podían tener esas pocas palabras.

Más pasaban los segundos, y más quería Regina que la tragara la tierra, desaparecer debido al silencio permanente de la rubia. Su infinito silencio y sus ojos que no dejaban de mirarla fijamente.

¿Entonces qué?, pensaba Emma. ¿Era un mal chiste? ¿Una broma? ¿El típico exabrupto que lanza la Señora Alcaldesa para comprobar tus reacciones y ponerse por encima para un buen día decirte "¡Caíste en la trampa, pobrecilla! ¡Vas a sufrir!"?

Ante ese pensamiento, Emma tragó saliva y se enderezó lentamente para acercarse a la alcaldesa, dispuesta a abrir la boca, pero Regina se le adelantó y puso la mano en la boca de Emma para impedirle hablar.

–Estoy feliz de que finalmente haya encontrado algo que decir, Miss Swan. Pero sea lo que sea, no quiero saber qué es...

Emma entrecerró los ojos porque no comprendía para nada a ese personaje que tenía delante de ella, una veces sal, unas veces azúcar, y balanceó la cabeza para deshacerse del agarre de la mano de Regina sobre su boca para articular.

–No debería tener miedo de lo que yo le diga...Yo tampoco la odio...Si no, ¿qué haría yo aquí? Aparte de Henry...¿No piensa que, quizás he podido desarrollar simpatía por usted? ¿Y por el trabajo que ejerzo?

Emma encogía ahora los hombros, mientras que Regina se volvía a endosar su máscara fría y caminaba hacia su mesa. Cogió uno de los papeles para retomar la lectura, de pie, como si ya no viera a Emma frente a ella, quien estaba completamente perdida.

Y volvemos a la carga, pensó Emma. ¿Y ahora? ¿Es el tipo de perversa narcisista que no le gusta que sientan aprecio por ella? ¿El tipo de persona que se ensaña, rozando deseos poco confesables...Incluso apreciando el sexo sin consentimiento?

Emma volvió a tragar saliva, esta vez aparentemente menos discretamente ya que Regina elevó los ojos de la hoja articulando con aire frío

–Puede marcharse, Miss Swan...

–¡Le he hablado, creo! ¿Tengo que repetirlo de nuevo?

Regina suspiró ante las palabras de la rubia y se quedó mirándola con una expresión que rozaba el desprecio, bajo sus aires de gran diosa del control, que acabó por desestabilizar a Emma, sobre todo por la fragilidad que había demostrado algunos segundos antes.

Me ha pedido que no la ignore, se decía la joven rubia. Me ha confesado que no me detesta...Y ahora está fría como el hielo...

–Pensaba que tenía mucho más carácter que esto, Miss Swan. Pensaba que era más difícil de convencer, de contentar. Pensaba que me habría mandado a paseo de mala manera...Que al menos habría intentado herirme, o burlarse de mí...Pensaba que se me habría resistido...He tenido suerte si no me ha pedido en matrimonio...

Era el turno de Regina de encoger los hombros mientras que Emma se quedaba boquiabierta.

–¿PERDÓN? ¿Era una prueba? ¿Un test que se ha sacado de la manga para saber si soy una chica fácil o no sé qué otra estupidez rebuscada salida de su imaginación? ¡En serio está loca! ¿Esto, al menos, la hace sentir bien? ¿Duerme bien por la noche, completamente sola en su inmensa cama? Y pensar que podría tener a alguien algún día si no fuera una vieja loca dispuesta a todo para saciar sus pulsiones sádicas fuera de control?

Emma había escupido esas palabras a una velocidad increíble. Estaba loca de rabia. Se sentía manipulada y decepcionada. Y lo peor de todo, es que se había abierto creyendo que Regina estaba haciendo un esfuerzo. Pero no...Era otra de las facetas del carácter de la alcaldesa. Esta última enarboló una pequeña sonrisa ladeada antes de enderezarse y acercarse a la sheriff. Colocó sus manos sobre sus caderas e hizo que fuera retrocediendo lentamente hacia la pared mientras no dejaba de mirarla con una mirada ardiente, lo más intensamente posible. Cambiando una vez más su máscara en una fracción de segundo, ahora revestía la seductora en lugar de la glacial de segundos antes.

–¡Ahí está! ¡De esta manera usted me gusta, Miss Swan! De esta manera...Me dan ganas de arrancarle deliberadamente la ropa...Tiene el don de excitarme en cuanto alza el tono de voz...

Emma desorbitó los ojos y puso una expresión asustada, aún molesta por el jueguecito de su "amante" de turno. Rechazó a Regina gruñendo, pero esta última afianzó el agarre.

–Shssss...No le voy a hacer daño...

–¿Pero qué quiere después de todo? ¡No soy un juguete!

Regina continuó sonriendo y acercando sus labios al oído de Emma para acabar mordisqueándole el lóbulo, gesto que durante un momento, estremeció el cuerpo de la rubia que cerró los ojos. Regina se dio cuenta y mordió en un acto firme y seco la oreja de la rubia. Esta dio un grito enderezándose, y llevó su mano, rápidamente, a su oreja de la que resbalaba un hilillo de sangre debido a la mordida de la morena.

–Pero, está usted loca, ¿me ha mordido?

–Le he dicho que se me resista y casi se muere de placer. ¡Me ha comprendido mal!

–¡La he rechazado!

Regina sonrió y se acercó a Emma para murmurarle, de nuevo, a su oído. Emma retrocedió un paso.

–Resístaseme...Mucho...Más...Siempre más...Hasta que yo sea la única que ya no pueda resistir...Resístaseme aunque yo muera de deseo de morder otra cosa que no sea su oreja...Resístaseme...Más y más...quiero volverme loca...Perder pie...Y para eso, Emma...Re-sís-ta-se-me...

Emma abrió un poco más los ojos para mirar, con expresión de incredulidad, a la morena que, ahora estaba completamente contra ella. Deslizó por la pared para apartarse y se giró hacia la mujer para hablar en un suspiro de exasperación. Ya no sabía cómo reaccionar frente al comportamiento discordante de la bella morena.

–Es lo que yo decía...¡Está realmente loca! ¡Puedo pagarle una consulta con el Doctor Hopper si no anda muy bien de dinero! Me encantaría, de verdad...

Regina mantenía su sonrisa victoriosa, para nada impresionada por la ocurrencia de Emma, y comenzó a desabotonarse su propia blusa, abriendo cada botón despacio, hasta encontrarse medio desnuda delante de la bella rubia. Un ligero sujetador de encaje negro cubría lo que la separaba de una desnudez total en la parte alta de su cuerpo. Para marcar sus movimientos, ella miraba fijamente a la bella rubia como si fuera una presa, sus pupilas dilatadas debido a su palpable deseo, y la voz ronca de una sensualidad sin par, lista a destruir cada convicción de la mujer que tenía delante.

–Resístaseme, Emma

Juega conmigo, EmmaWhere stories live. Discover now