Créeme

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Emma quiso resistirse a las ganas súbitas de reírse en su cara ante las palabras pretensiosas de su rival.

˗¿Un cuerpo de ensueño? ¿Solo eso? ¿Acaso no puede imaginarse que alguien en esta ciudad pueda tener un mejor cuerpo que usted?

La alcaldesa se tensó ante las palabras de la rubia y arqueó una ceja inclinando su cabeza hacia la derecha, contemplando a la joven, como si fuera evidente para ella que la rubia era la mujer más hermosa de esa ciudad.

˗Todo depende de si prefiere el cuerpo ventajoso de nuestra querida Granny al mío...

Sonrió victoriosamente al ver el brillo de desconcierto en los ojos de la rubia, y se inclinó lentamente para acercarse a la rubia, su rostro avanzando hacia el de Emma que se ponía roja a medida que su adversaria se aproximaba, decidida a no parar su avance hacia su presa.

˗Pero, sea lo que sea, no ha respondido a mi pregunta...¿Qué siente soñando conmigo? ¿Pasando sus noches imaginándome cerca de usted...imaginando mi aliento cálido sobre su piel...Mis dedos deslizándose por su brazo...Imaginando que usted me gusta y que yo siento lo mismo satisfaciendo las fantasías más prohibidas que su cabecita pueda imaginar...?

˗¿Qué....? ¿Cómo....? ¡Yo no sueño con usted? ¡De ninguna manera! ¡Está completamente loca! ¡No se crea el centro del mundo de cada habitante! Si logra poner duro cada atributo de los habitantes masculinos de esta ciudad, es su problema. Yo no juego en esos terrenos...No soy...

Emma tenía la mirada puesta sobre unos papeles, que rápidamente coge para centrar su atención en ellos y no cruzarse con la mirada de esa depredadora, aunque estaba tan nerviosa que era inimaginable que Regina no pensara que ejercía algún efecto sobre ella. Esta última la miró con una mirada orgullosa, casi sádica. Se mordió ligeramente el labio y pasó una de sus manos por la cabellera rubia para colocarle un mechón rebelde.

˗Porque lo sé, es todo...No lo niegue...¿No encuentra esos sueños demasiado reales...? ¿No se despierta al día siguiente preguntándose si realmente habría sucedido?

˗Es el principio de todos los sueños, señora alcaldesa...Al menos, es mi caso

˗Le dije que se me resistiera...Se ha mantenido firme...

Emma, de un golpe, había alzado la mirada hacia su interlocutora para mirarla con incredulidad. Completamente asombrada ante sus observaciones, de las que ella sola conocía su significado. ¿Cómo podría estar al corriente de eso...? Ella dormía sola, en su pequeño apartamento. Sus padres eran los únicos testigos. Sin embargo, ella tampoco hablaba en sueños. Si así fuera, dudaba que sus padres fueran a contarle a Regina que soñaba con ella...

˗¿Cómo...?

˗Venga Miss Swan, me conoce mejor que nadie. Le he lanzado un hechizo, me encuentro con usted en sus sueños, eso es todo.

La alcaldesa se había puesto seria y con una expresión totalmente creíble que dejó de mármol a Emma. Sabía que la morena no era de las de bromear. Pero no obstante, eso no podía ser otra cosa que una broma...

˗Deje de reírse de mí. No soy una chiquilla de doce años a quien puede engañar y hacer que se trague sus tonterías de cuentos de hadas.

˗Como quiera...Entonces, debe saber Miss Swan que su comportamiento la traiciona...Se levanta todos los días con tres horas de retraso. Sé que no es muy puntual, pero la luz de su habitación se enciende todas las mañanas a las diez en vez de a las siete. Llega a su trabajo, cada mañana, con su top puesto del revés. Y sus vaqueros a menudeo son los mismos del día anterior. Su higiene es cosa suya...Pero que su pelo esté siempre despeinado demuestra que sus noches han sido agitadas. Y dado que cada noche vuelve sola, ya que ningún hombre franquearía la puerta sin el consentimiento de su querido y protector padre...Y para acabar, ha evitado desafiarme con la mirada desde hace un rato, así que imagino entonces que yo soy la causa...Me evita, coge unos papeles en cuanto yo me atrevo a mirarla durante más tiempo...Se pone a jugar con el pelo cuando yo los rozo...Intentan mantener el control cada vez que yo intento desestabilizarla...Y reacciona en cuanto yo pronuncio dos sencillas palabras...

˗¿Cuáles...?

˗Resístaseme, Em-ma...

La rubia tragó saliva mientras elevaba la mirada hacia la morena. Su mirada no era fría o distante por ahora. Era increíblemente atrayente. Sorprendida. ¿Cómo podía conocer sus pensamientos? Sus sueños...Totalmente hundidos en lo más hondo de sus espíritu. La rubia entrecerró despacio los ojos para mirar a la morena, como si pudiera atrapar un fruncido de ceño o una señal que demostrara que estaba de guasa.

˗¿Cómo sabe que he soñado con eso...?

˗¡Ah, lo ve! ¡Tengo razón! Pero creo que no está lista para saber más de momento. Voy a dejar que lo rumie un poco más...

Continuaba enarbolando su sonrisa sádica que hizo que la rubia revirara los ojos.

˗Aunque...¿Es usted una psicópata fetichista? ¿Del tipo sado-maso, con esposas y todo?

˗¡Miss Swan! ¡Eso está fuera de lugar!

˗¡Qué! Es usted la que ha comenzado con sus delirios psicópatas sobre mis supuestos sueños.

˗No son supuestos, ya que lo ha confesado

˗Yo no he confesado nada en absoluto

˗Sí...Ha dicho..."¿Cómo sabe que he soñado eso...?"

˗Era...Yo...Quizás solo haya soñado con esas palabras...No con usted...

˗Estoy segura de lo contrario...

˗Entonces, dígame cómo está al corriente de esas palabras...Y quizás le diga si usted está en ese sueño...

˗Es usted infantil, Miss Swan. No está lista, ya se lo he dicho.

˗¿No estoy lista para una historia que, estoy segura, será como mínimo grotesca? Pasa demasiado tiempo con Henry...Intente una visita a Archie Hopper. Es un consejo sensato

˗Oh, no...Será usted quien vaya pronto por lo mucho que sus sueños la asediarán...Créame...

˗¿PERDÓN?

˗Créame, Miss Swan...

˗¿Otro?

˗¿Otro qué?

˗Otro consejo sensato, ¿forma parte del trío?

˗Hum...Veremos si sueña con ello esta noche.

La morena se enderezó, salió de la comisaría y se fue a su casa dejando a una Emma aturdida en su silla del despacho. Ya que la sheriff se levantaba más tarde y llegaba a comisaría más tarde, tenía que quedarse hasta más tarde, porque no quería sufrir una vez más la cólera de su jefa. Aunque esos momentos eran cada vez más interesantes, pero le costaba admitirlo. Volvió a su casa alrededor de las once de la noche de una jornada movida. Al cruzar la puerta, escuchó las risas ahogadas de Mary Margareth susurrándole a David que dejara de hacer lo que estuviera haciendo. Emma reviró los ojos mientras decía

˗¡Oh, Dios, no me hagas esto! ¡Continuad con lo que hacéis! ¡Voy a acostarme!

Cuando llegó finalmente a su cama, a una hora ya tardía, acabó por dormirse antes que, en un silencio perturbador, el cerrojo de la ventana de la habitación se abriera lentamente. La alcaldesa, vestida de negro, acababa de entrar en la habitación silenciosa de la sheriff. Posó finalmente sus pies en el suelo con una discreción asombrosa y se acercó, con habilidad, como una pantera, a la cama de la rubia. Arrodillándose en el suelo, justo al lado de su rostro, acercó sus labios a su oído y le murmuró

˗Dije que me creyeras, Emma...Entonces, créeme...Abre los ojos, y observa que estoy aquí para ti...Que estoy loca por ti...Te importa poco lo que yo siento, lo sé...Pero créeme, haré que te vuelvas loca por mí...Por todos los medios, aunque tenga que pasarme toda la vida, me amarás...Tanto como yo...Tanto como yo...Me adorarás, Emma...Porque te demostraré que no solo soy una mujer tenaz, sádica y masoquista como tú dices....Un día, me amarás...Y verás quién soy...Pero no estás preparada para entenderlo...Así que sueña...Sueña conmigo, sueña con todo lo que quieras mientras yo esté a tu lado...Imagíname en tus brazos...En tus sábanas...No sueñes con nadie que no sea yo...Créeme, mi Emma...Créeme...

Juega conmigo, EmmaWhere stories live. Discover now