No huyas de mí

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¿El capitán? Regina jamás había imaginado un segundo una historia con el capitán. Ni una sola vez se le había pasado por la cabeza. Hook era el tipo de hombre que la hubiera podido satisfacer en el Bosque Encantado, pero aquí, en esta ciudad, cuando tenía delante de ella a Emma Swan...Hizo una mueca ante ese pensamiento y vio cómo Emma se alejaba antes de dejar caer su cabeza sobre la mesa suspirando. Una cosa era segura, la quería, quería a Emma Swan. Pero si ella fuera tan testaruda como sus padres, la cosa no estaba ganada. Pensándolo mejor, la situación podría ser peor, Emma podría haber heredado la ingenuidad de su madre...Pero Regina debía admitirlo, no era una romántica empedernida cuando deseaba una relación carnal. Y Emma tenía el don de hacerle perder esa razón...Regina, sin embargo, se esforzaba para racionalizar las cosas: no era más que sexo. Nada más. Ninguna atracción por otra cosa que no fuera el bello trasero de la rubia. Nada más, no...Al menos, intentaba persuadirse de eso. Además amaba tener ese poder sobre ella, ese poder de haber podido elegirla y decidir la situación. Porque Regina Mills raramente daba el primer paso. Ella dejaba siempre que los hombres vinieran a ella y la conquistaran. Pero en la cama, tomaba ella la delantera y sabía hacerse entender.

A pesar de todo, la situación no funcionaba por lo que se veía con Emma, que parecía estar o ciega o era francamente idiota. ¿Acaso tendría que implantarse un garfio en la mano? ¿Qué se pusiera delineador o que fuera la hija del Dark One para captar la atención de la bella rubia?

Hacía veinte minutos apenas que Emma se había marchado y Regina salió de sus pensamientos al escuchar la puerta de su despacho abrirse. Regresaba la Salvadora. Regina frunció el ceño cuando Emma se acercó con una bolsa llena. Pero, ¿llena de qué? Regina lo sospechaba...Emma depositó el objeto sospechoso sobre el escritorio y se volvió a sentar en una silla mirando a Regina.

–He pensado que a lo mejor le ha entrado hambre de lo mucho que ha estado flirteando conmigo.

Emma estampó una sonrisa orgullosa, lo que desconcertó un poco a Regina, que no comprendió muy bien ese acto. Se había marchado y hela ahí otra vez, y con algo para comer. Regina bajó la mirada hacia la bolsa, después volvió a subirla lentamente hacia Emma, intentando no aparentar estar asombrada ni sorprendida. Quería demostrarle que ella siempre tenía el control, pasara lo que pasara, y poco importaba las acciones de Emma, ella jamás estaba derrotada. Sin embargo, una idea le vino a la cabeza y se levantó despacio para rodear la mesa y acercarse a Emma.

–¿Acaso sabe lo que me gusta...?

Emma sonrió comprendiendo enseguida el juego de seducción de Regina. Y otra vez más el flirteo...Que podía parecer inocente a ojos de cualquiera pero que para ellas, entre el ambiente eléctrico que flotaba alrededor y la ardiente mirada de Regina, no lo era. No hubo necesidad de reflexionar mucho para que Emma encontrara la réplica adecuada que electrificó a Regina

–No, pero ya le he dicho que sabía leer entre líneas, Regina. Pero dado que no puedo ofrecerle la comida que desea, he pensado que podría contentarla con eso.

Emma le guiñó enigmáticamente un ojo y se quedó mirando a Regina mientras esperaba que ella abriera la bolsa.

Cosa que hizo que la alcaldesa volviera a fruncir el ceño. Ella cogió lentamente la bolsa sin apartar la mirada de la de la sheriff y abrió despacio la bolsa de plástico, sin mirar el interior, haciendo durar el suspense que le encogía el vientre, y sacó la pequeña caja que se encontraba dentro. Tragó saliva imaginándose lo peor.

Emma enarbolaba una sonrisa cada vez más grande, victoriosa. Regina bajó entonces la mirada hacia la caja rectangular, bastante larga, que podía contener cualquier cosa. La imaginación y la frustración de Regina le jugaban una mala pasada, imaginándose ya lo peor, o lo mejor, según el punto de vista. Emma no haría nunca eso, pensaba ella...

Y contuvo un suspiro mientras comenzaba a abrir lentamente la caja por cada lado conteniendo la respiración. Y cuál fue su sorpresa cuando descubrió dentro, literalmente, un perrito caliente. Abrió la boca mirando la comida y Emma empezó a reírse a carcajadas. Y esa risa bastó para enfadar a Regina que cogió el pan para sacarle la salchicha y lanzarla al rostro de Emma, diciendo rabiosamente.

–Cuando se canse de sus chiquilladas, podría hacerme el placer de traerme comida decente. ¡No como sus guarradas! ¡Y no me asombra visto el estado de su cuerpo!

Emma se calló en seguida y dejó caer al suelo la carne antes de elevar la mirada hacia Regina, con una expresión de cachorro mojado.

–¿Qué tiene que ver mi cuerpo en todo esto? ¿No le gusta mi cuerpo...? Ya veo que está desilusionada, ¿acaso esperaba otra cosa?

Se echó a reír mientras Regina se apoyaba en la mesa revirando los ojos. Insensible a la expresión de Emma.

–Que sepa que siempre me espero lo peor con usted, Miss Swan. Y pensar que la creía más idiota que esto...O menos idiota, justamente...No sé. Pero es usted una idiota, sea como sea.

Se acercó para darle un capón en la frente que hizo que esta soltara un gruñido antes de dar un paso atrás, caer sobre la silla y volverse a levantar para acercarse a la alcaldesa.

–O simplemente usted tiene una mente retorcida...O mucho mejor, tiene tanta falta de sexo que lo ve por todos lados...Todo el tiempo...

Emma se había acercado lentamente a Regina hasta rozar su cuerpo con el de ella mientras que sus ojos esmeralda miraban fijamente los ojos chocolate de la alcaldesa. Esta intentaba encajarse un poco más contra su mesa debido a la presión y al calor que aumentaba a medida que Emma se acercaba. Pensó "Si se mueve un poco más contra mí, o si se frota conmigo, la estampo contra la pared de atrás. Y dios mío, va a tener la mejor noche de su vida..."

No era la manera habitual de hablar de la alcaldesa, pero no estaba buscando para nada controlar sus pensamientos en ese preciso momento, estos estaban demasiado envueltos en su deseo creciente cada vez que su rubia actuaba. Y fue peor cuando los labios de la sheriff se pusieron a rozar los suyos. Los ojos de la alcaldesa temblaron y comenzó un acercamiento queriendo sellar de una vez sus labios con los de la rubia.

Contra toda expectativa, Emma retrocedió dejando a una Regina estupefacta, y murmuró con una voz ligeramente enronquecida.

–Ahora estamos en empate, señora alcaldesa...

Ella le sonrió de nuevo y se alejó, pero Regina la atrapó rápidamente por la mano y la estampó contra la pared, justo antes de que alcanzara la puerta. Regina esta vez se pegó a la joven y le deslizó al oído

–Oh, no, no estamos en empate...Siempre hay un ganador y un perdedor. Y entérese de que yo jamás soy la que pierdo...

Para apoyar sus amenazas, deslizó una de sus piernas entre las de la sheriff que desorbitó sus ojos ante la sorpresa, preguntándose lo que estaba pasando, lo que lo que iba a pasar a ella o a su cuerpo. Pero la alcaldesa no hizo de rogar y acercó sus labios a la oreja de Emma murmurando.

–Recuérdelo para un futuro...Quizás pretenda ser el bien encarnado ante los ojos de mi hijo...Pero soy la única en esta ciudad que puede hacerle mucho bien...

Emma intentó soltarse, pero las manos de la alcaldesa agarraron las suyas, entrecruzando sus dedos, repentinamente con más dulzura. La alcaldesa bajó suavemente la mirada, su frente apoyada en el hombro de Emma, y con los ojos cerrados, murmuró, con una voz repentinamente menos firme.

–Dígame lo que...Lo que debo decir para que acepte pasar tiempo conmigo sin huir eternamente...

Emma dejó de debatirse al instante ante el cambio de comportamiento de la mujer que tenía delante, y dirigió despacio su mirada hacia Regina, murmurando como única respuesta.

–Usted me detesta, Regina...

La alcaldesa le dirigió una sonrisa y la miró con la mayor ternura que su corazón ennegrecido podía demostrar, de momento. Cosa que Emma encontró subyugante, fascinante, pero de igual manera desconcertante. ¿Acaso seguía jugando? ¿Estaría siendo sincera? Una cosa de la que Emma estaba segura era que esa sonrisa, esa mirada volvía a la bella morena aún más radiante.

–Se equivoca, Emma...En realidad, es todo lo contrario.

Juega conmigo, EmmaWhere stories live. Discover now